El comunicado de ETA ha sido un reconocimiento oficial de su derrota. Una derrota moral, social y política sin paliativos que todos los demócratas y gentes progresistas y de izquierdas debemos celebrar. Es una victoria de la pluralidad de la sociedad vasca y del conjunto del pueblo de las nacionalidades y regiones de España, porque hemos luchado juntos durante décadas para acabar con el terrorismo. Victoria que para que sea completa requiere la disolución efectiva, la entrega de las armas, el esclarecimiento de todos los crímenes y la recuperación de toda la memoria.
Más allá de las muchas imposturas que la declaración sigue manteniendo (como cuando se refiere a las víctimas como “damnificados”, tal como los imperialismos hablan de “daños colaterales”), que se hayan visto obligados a hablar de perdón certifica hasta qué punto su aislamiento y su derrota son irreversibles.
Comienza una nueva etapa. Pero ningún proceso de conciliación puede basarse en el borrón y cuenta nueva, en el olvido. Los que hoy hablan de pasar página respecto al largo sufrimiento infligido por ETA, de no mirar atrás para construir el futuro, de no escarbar en heridas ya superadas, se ponen al lado de los que niegan la memoria histórica.
Por eso hoy es importante subrayar que el olvido sí es traición. Igual que hay que seguir trabajando por la memoria y reparación de las víctimas del franquismo. Igual que no hay que olvidar los crímenes del nazismo y los campos de concentración deben permanecer abiertos para grabar en las próximas generaciones que no sucedan nunca más. Igual que las madres de la Plaza de Mayo en Argentina no olvidaron y se manifestaron semana tras semana por la memoria de sus hijos. De la misma manera, debemos defender la memoria y reparación de las víctimas físicas y morales de ETA. El pueblo que olvida su propia historia está condenado a repetirla.
ETA ha sido derrotada, pero en estos momentos es vital destapar y desenmascarar las bases ideológicas que la hicieron posible y que la justifican. El terrorismo es siempre fascismo. La historia nos enseña que con el fascismo no se puede dialogar ni negociar porque es antagónico con la libertad y la vida, hay que vencerlo y erradicarlo o volverá a brotar.
La izquierda debe contribuir activamente y con voz propia en este proceso. Desde Recortes Cero también trabajaremos en esa dirección para lograr ese objetivo.