La importancia de la cumbre de la OTAN que se acaba de celebrar en Varsovia no puede entenderse sin partir de la decisión estratégica de Estados Unidos de concentrar su fuerza militar en Asia-Pacífico y reforzar las alianzas militares con los países de la región para contener la emergencia china.
En 2011 el Pentágono lanzó la estrategia “Pivot to Asia” con el objetivo de concentrar el 60% de su fuerza militar en Asia Oriental. Y la Estrategia de Seguridad Nacional de 2015 consagró definitivamente esta orientación estratégica, apostando por la superioridad militar para contener el ascenso de Pekín y defender a toda costa su decadente hegemonía mundial.
Ahora bien, para que EEUU pueda concentrar sus esfuerzos en el cerco militar a China, necesita imponer a los países dependientes un aumento de su encuadramiento económico, político y militar. «Con la nueva OTAN estaremos en las zonas calientes donde interviene Estados Unidos»
En primer lugar, exigiendo que pasen a ocupar un papel de primera línea en la resolución de conflictos en otras regiones del planeta, especialmente en la contención de Rusia y la lucha contra ISIS. “Estados Unidos no siempre tienen que ser los que están en primera línea”, decía Obama en la revista “The Atlantic” en marzo de este año.
Y en segundo lugar, un mayor esfuerzo económico multiplicando los gastos militares, hasta el 2% del PIB.
Son estas exigencias las que marcan las decisiones aprobadas por los 28 jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros de la OTAN reunidos en Varsovia.
Seis decisiones estratégicas
Todas las decisiones aprobadas en la cumbre de Varsovia van en la misma dirección: todos los países de la OTAN tienen que estar en la primera línea y asumir los gastos con más “impuestos de guerra”.
De los dos días, la cumbre ha dedicado uno a Rusia, tomando una primera decisión fundamental: aprobar el despliegue de cuatro batallones de unos 1.000 soldados cada uno en los países Bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) dirigidos por Canadá, Alemania y Reino Unido y en Polonía, dirigido por Estados Unidos.
Según el secretario general de la OTAN, Jons Stoltenberg, la decisión es una respuesta a la “anexión ilegal de Crimea” para frenar a Moscú; pero no significa instalar bases permanentes de la OTAN. El presidente francés Hollande y Ángela Merkel hablan con Moscú por temor a la respuesta rusa. La realidad es que esta decisión impuesta por EEUU supone un cambio geoestratégico, ya que rompe el “statu quo” que desde 1997 mantenía que no habría soldados de la OTAN más allá del este de Alemania. El temor a una escalada militar con el despliegue de misiles en el lado ruso y más submarinos nucleares en el Mar del Norte está servido.
Segunda. Completar el escudo antimisiles bajo mando de la OTAN desplegado en Turquía, España (Rota), Rumanía y Polonia para que esté completamente operativo en 2018.
Tercera. Triplicar los efectivos de la fuerza de acción rápida hasta los 40.000 soldados. La llamada “punta de lanza de la OTAN” se ha puesto en marcha con 5.000 efectivos, que la cumbre de Varsovia ha declarado operativos para actuar en cualquier conflicto, dirigidos este año por España.
Cuarta. Aumentar los presupuestos de Defensa, para que los países de la OTAN compartan los costes y contribuyan con un mínimo del 2% de su PIB”.
Quinta, incrementar la participación de la OTAN en la lucha contra ISIS en Siria, colaborando con la “coalición antiyihadista” liderada por EEUU y extendiendo su participación a territorio iraquí, sustituyendo a Jordania en la formación de las fuerzas de seguridad.
La sexta decisión ha sido la firma de una declaración conjunta, OTAN-Unión Europea, con el objetivo de dar un nuevo impulso a la “asociación estratégica” entre las dos organizaciones. Sobre todo en unos momentos, tras el Brexit, en los que EEUU necesitar garantizar que el Reino Unido siga jugando un papel militar fundamental en la Alianza y que los países de la UE que no forman parte de la OTAN, como Suecia o Finlandia, actúen integrados en su estrategia militar.
En la cumbre se ha anunciado ya la primera misión naval conjunta, OTAN-UE, para frenar la migración de refugiados en el Mediterráneo que provienen de Libia.
Las resoluciones aprobadas en Varsovia demuestran lo contrario de lo que dicen los editoriales de los grandes medios.
La OTAN no es una “alianza puramente defensiva”, sino una organización militar integrada como parte de la maquinaria militar norteamericana, preparada para intervenir en primera línea en los conflictos y las guerras provocadas o alentadas para defender los intereses de un hegemonismo imperial que en su declive nos arrastra a un futuro de confrontación y agresión a otros países y pueblos.
La nueva OTAN que sale de Varsovia supone un salto cualitativo para los países europeos, no es un factor de paz, sino de confrontación.