El muro fronterizo con México es un instrumento para intensificar el saqueo de las riquezas nacionales de México y forzar la repatriación de capitales hacia EEUU. Supone además un enorme peligro para centenares de miles de espaldas mojadas, que habrán de utilizar rutas cada vez más peligrosas en manos de las mafias. .
La frontera México-EEUU es la más transitada del mundo, con un millón de cruces legales de personas, 300.000 automóviles y 15.000 camiones de carga. En sus 3.200 km ya se levantan un sistema de muros y vallas discontinúas -custodiadas por 21.000 agentes armados- que suman más de 1.050 km, la mayor parte de las cuales se despliegan en Texas, Nuevo México, Arizona y California. Pero lo que está proyectado es una muralla que abarque la totalidad de la frontera, que alcance 3m de profundidad bajo tierra y 15m de alto, cuyo coste está estimado entre los 12 y los 15.000 millones, aunque otras fuentes como el Washington Post elevan el montante por encima de los 25.000 millones.
La construcción de este muro pondrá cientos de miles de vidas en juego. La de los millares de espaldas mojadas -mexicanos, guatemaltecos, salvadoreños, hondureños- que se juegan el pellejo cada día intentando cruzar la frontera en busca de una vida mejor. Conforme ha avanzado la fortificación de más tramos de frontera, los ‘mojados’ han buscado pasos más remotos y arriesgados -desiertos con 50ºC de día y bajo cero por la noche, o atravesando un turbulento Rio Bravo- duplicándose el número de cadáveres. El hambre, la sed, el frío, o la asfixia mientras intentar cruzar hacinados y escondidos dentro de los compartimentos de carga de algún camión: hay mil maneras de morir cruzando la frontera. Sólo en 2014, más de 6.000 migrantes perecieron tratando de llegar al sueño americano. Por más alto que sea el muro de Trump los desarrapados seguirán llegando mientras el hambre y la miseria les aguijoneen la espalda, poniéndose aún más en manos de mafias. Unas organizaciones criminales que tienen sobradas maneras de esquivar esta barrera para continuar con el tráfico de armas y drogas a ambos lados de la frontera«México es una gran fábrica norteamericana, cuya frontera está infestada de maquilas, fábricas en tierra de nadie donde no existen derechos laborales»
Y sin embargo, a pesar de todos los argumentos de la Casa Blanca sobre la “avalancha de indocumentados”, según el Pew Research Center, desde 2012 el saldo migratorio entre EEUU y Mexico es… negativo: salen más mexicanos de EEUU de los que entran, legal o ilegalmente. Entre 2009 y 2014, ese diferencia se saldó con 140.000 mexicanos que volvieron a su tierra. ¿Por qué este costoso muro?.
El muro entre México y EEUU es en realidad un instrumento para intensificar aún más la explotación y el saqueo de las riquezas nacionales de México. “México pagará el 100% del muro. Todo se nos reembolsará en una fecha posterior. Sólo le digo que habrá un pago, que sucederá de alguna forma, quizás una forma complicada», dijo Trump en la primera entrevista concedida después de su posesión.
Esa “forma de pago” a la que se refiere Trump incluye medidas como decomisar las remesas que los mexicanos envían a sus familiares, una fuente de divisas que a día de hoy constituye la principal fuente de riqueza de México (24.000 millones de dólares/año), por encima del petróleo. También aumentando los costos de las visas otorgadas a los mexicanos, o incrementando -hasta en un 20%- las tarifas para el cruce fronterizo de mercancías.
No se trata sólo de que México pague el muro, sino de utilizar el “reembolso” para aprobar medidas que fortalezcan otro de los pilares económicos de Trump: la repatriación de capitales a EEUU. Imponiendo medidas para que todas las grandes fábricas -como las del sector del automóvil- que se han ubicado estos años en México, encuentren en los altos aranceles fronterizos una razón de peso para volver a instalar sus factorías en suelo estadounidense. Y también para incrementar la explotación imperialista sobre la economía mexicana, ya profundamente controlada por el gran capital norteamericano.
El muro de Trump es además un instrumento de degradación política de México, un símbolo de humillación nacional. Debilita para intervenir más profundamente, como lo hace la corrupción o el narcotráfico. En una transcripción de su última conversación telefónica publicada por Associated Press, Trump advirtió a Peña Nieto acerca del narcotráfico «tienes un montón de hombres malos allá abajo. No estás haciendo lo suficiente para detenerlos, creo que tu Ejército está asustado, nuestros militares no lo están, así que simplemente podría enviarlos para ocuparme de ellos».
Pero al mismo tiempo el muro de Trump es una una bomba de relojería en la inestable situación política mexicana. A pesar de que el presidente Peña Nieto ha formulado su postura como “ni confrontación, ni sumisión”, y ha anulado su visita a Washington por las declaraciones de Trump, la histórica subordinación y pleitesía de los presidentes mexicanos del PRI y del PAN -de los cuales Peña Nieto es el último y más “pendejo” exponente- enciende las iras populares, ya candentes tras la ola creciente de protestas por la inflación galopante (sobretodo de los combustibles) y la degradación de las condiciones de vida.
Cada humillación de Trump a Peña Nieto hace que la escasa popularidad del presidente mexicano se desplome aún más, y que ascienda la de opciones incómodas para Washington, como la del líder del partido Morena, el izquierdista López Obrador, ahora mismo favorito en las encuestas a un año de las elecciones.
La construcción del muro es pura dinamita en un país ya de por sí incendiado. Cualquier declaración del gringo trompudo [enojado, agresivo, al otro lado del charco] acerca de su pinche muro prende chispas en la política interna del país. Y los barriles de pólvora se concentran bajo el subsuelo de Los Pinos.