De la mano de organizaciones y plataformas como Sindicatos de Inquilinos, asociaciones de vecinos y plataformas de afectados por la hipoteca, toma una nueva fuerza el movimiento popular por una vivienda digna.
Se enfrentan a poderosos conglomerados -bancos, fondos buitre, grandes franquicias de la hostelería y el turismo- que encarecen sin cesar el precio de la vivienda y los alquileres, convirtiendo los barrios en un decorado para sus multimillonarios negocios.
Pero al defender una de las demandas más sentidas por la población -la vivienda, la vida de los barrios- estas organizaciones populares han logrado movilizar a cientos de miles de personas en los últimos meses.
El 20 de abril, una multitudinaria movilización en Canarias denunciaba los estragos de un modelo económico basado en el turismo depredador e insostenible, que masifica las islas y que tira a la baja los salarios y las condiciones de vida del archipiélago. Poco después movilizaciones con motivación similar han sacado a la calle a miles de personas en Baleares, Cantabria, Barcelona o recientemente, en Málaga y Cádiz, sumando la denuncia de una gentrificación abrumadora en los barrios centrales de las ciudades, impulsada o tolerada desde los mismos ayuntamientos, que expulsa a los vecinos de toda la vida y las clases trabajadoras, de los barrios, condenándolos a un extrarradio cada vez más alejado.
Salvando las particularidades de cada región o zona, hay un hilo conductor a todas estas demandas y luchas populares. A lo que se enfrentan en última instancia es a la tiranía del capitalismo monopolista, que antepone a cualquier otra cosa los negocios y las ganancias del gran capital, arrasando la habitabilidad de las ciudades al Moloch del máximo beneficio.
¿Cuáles son los factores que encarecen el precio de la vivienda?
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Los principales infladores del precio de la vivienda
Bancos, buitres, socimis: los grandes atracadores
Vivir de alquiler, especialmente en las grandes ciudades de nuestro país, es hoy un billete casi seguro al empobrecimiento.
No es una afirmación agitativa. El 45% de la población que vive de alquiler en nuestro país está en riesgo de pobreza o exclusión social. Es el porcentaje más alto de toda la UE. Los alquileres cerraron el mes pasado con una subida media del 13,4%
Como todo robo, este atraco tiene atracadores. Y para descubrirlos sólo hay que seguir la pista del dinero.
Tomemos el ejemplo de Madrid, donde el encarecimiento de la vivienda es casi arquetípico. La capital lidera el encarecimiento de la vivienda en Europa, con un ritmo de subida tanto de la vivienda nueva como del alquiler que multiplica por cinco el de Londres y Roma.
Grandes fondos buitre de Wall Street como BlackStone, Cerberus o Lone Star -solos o en compañía de los bancos españoles, formando ‘Socimis’- acaparan un bien esencial como la vivienda
Analizando el ejemplo madrileño, no tardamos en descubrir que grandes fondos buitre de Wall Street como BlackStone, Cerberus o Lone Star -solos o en compañía de los bancos españoles, formando ‘Socimis’- acaparan un bien esencial como la vivienda, para convertirlo en su negocio particular. Propiciando un salvaje incremento de los precios que convierte tener una vivienda en una condena, o directamente hace imposible comprar o alquilar, como le sucede a la mayoría de los jóvenes.
Ellos son los grandes caseros de España. Ellos son los principales «infladores» del precio de la vivienda.
Lo pueden hacer gracias a que las administraciones públicas les ponen una alfombra roja, especialmente a los fondos de inversión. Y gracias a la casi inexistente inversión estatal en la construcción de vivienda pública, destinada a la venta a precios asequibles o al alquiler social. En España solo el 2,5% de las viviendas son públicas, mientras que en Países Bajos es el 30% o en Dinamarca el 20%. ¿En esto no podemos ser europeos?
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La gentrificación
¿Ciudades para vivir o parques temáticos para el turismo y el ocio?
Al atraco de bancos y fondos buitre, que especulan sin cesar para inflar el precio de la vivienda, se suma -en las zonas turísticas y tensionadas- la llamada «gentrificación», que no es sino otra forma de saqueo monopolista.
Tras la multitudinaria movilización ciudadana del 29 de junio en Málaga, un tuit se ha hecho viral. Muestra a Alicia Izquierdo, teniente de Alcalde del ayuntamiento de Málaga (del Partido Popular) y cuya residencia está entre la costa del Sol y Miami. En un momento, el presentador le pregunta si la gestión del consistorio, que favorece la actividad de las grandes cadenas turísticas en la ciudad, no está expulsando a los vecinos del centro de Málaga.
Su respuesta es tan desinhibida como reveladora: «Necesitamos los centros de las ciudades para las empresas y las oficinas». «Si tienes una vivienda en propiedad nadie te expulsa de Málaga». Y añade: «que la gente se tenga que ir a vivir a Álora, Alhaurín o Cártama -los pueblos del entorno de Málaga- tampoco me parece tan grave».
Sin ningún tipo de pudor, esta concejala del PP está defendiendo el «tanto tienes, tanto vales» y la dictadura monopolista en forma de proyecto urbanístico. La ciudad es un foro de negocios, si eres pudiente y compras un piso, puedes vivir en ella. Pero si no, vete a vivir fuera, pordiosero. ¿Qué os habéis creído, desharrapados?
Este proceso no es espontáneo, ni neutral. Está dirigido por los intereses de grandes bancos, inmobiliarias e intereses urbanísticos y turísticos, e impulsado por gobiernos locales y ayuntamientos,
Esto tiene un nombre. Se llama gentrificación, y ocurre en los centros de todas las grandes ciudades, especialmente en las zonas o urbes «de moda». Consiste en reemplazar a los habitantes de un barrio o de un distrito por otros de mayor nivel socioeconómico, que lo van colonizando y elevando los precios, hasta que expulsan a los antiguos moradores.
Este proceso no es espontáneo, ni neutral. Está dirigido por los intereses de grandes bancos, inmobiliarias e intereses urbanísticos y turísticos, e impulsado por gobiernos locales y ayuntamientos, siempre a su servicio.
Casi siempre, la gentrificación tiene cuatro fases, en las que podemos ver como la mano del mercado siempre cuenta con la ayuda del brazo del Estado. Primero se abandona un barrio, se priva de servicios públicos, se lo empobrece y se degradan sus condiciones de vida. Luego se lo estigmatiza como nido de drogas, delincuencia y peligrosidad, empujando a un mayor abandono. A continuación viene la regeneración… pero que siempre va acompañada de la mercantilización del barrio: los comercios locales son barridos por grandes cadenas de alimentación, los bares de toda la vida por Starbucks y McDonalds; proliferan los Airbnb y pisos turísticos… encareciendo más y más el centro de las ciudades, y expulsando a los vecinos que quedan, que ya no aguantan lo cara que se ha puesto la vida en un barrio donde nacieron pero que les cuesta reconocer.
Esto es lo que quieren decir con «necesitamos los centros de las ciudades para las empresas y las oficinas». Es una limpieza étnica de guante blanco, en diferido, en pequeñas dosis. Una limpieza de clase.