Hace dos meses un puñetazo en el tablero del PP, bendecido por medios y representantes nucleares de los grandes centros de poder en el Ibex-35, europeos y norteamericanos, dio por terminado el ciclo de Pablo Casado al frente de los populares. Y entronizaba al hasta entonces presidente gallego Alberto Núñez Feijóo como nuevo presidente del Partido Popular.
Hoy las encuestas dan por superada la crisis provocada por el enfrentamiento entre Ayuso y Casado que hundió al PP en los sondeos y presentan a un Feijóo ganador que “remonta y supera al PSOE y reduce la presencia de Vox”. Pero más allá de quienes le jalean, ¿qué significa la llegada de Feijóo al PP?
La llegada de Feijóo al PP está imprimiendo un cambio de orientación de calado respecto a la dirección de Casado y con un objetivo claro: volver a convertir al PP en alternativa de gobierno, capaz de recuperar una mayoría social expandiendo su base electoral hacia el centro, y sustituir al PSOE al frente del país en unas condiciones excepcionales y complejas marcadas por una crisis económica, política y social en tiempos de guerra.
En base a tres líneas de actuación: Restaurar la relación con los núcleos principales del poder económico nacional y extranjero y con los agentes sociales, patronal y sindicatos. Aislar al PP de la corrupción y diferenciarse de Vox. Y reforzar el PP como un partido de Estado y alternativa de gobierno.
Lazos con la patronal y puentes con los sindicatos
Casado dinamitó las relaciones con los poderes económicos con su política de oposición total a cualquier decisión o acuerdo que implicara al que él calificaba como “gobierno ilegítimo” de Sánchez. Desde su rechazo de los indultos a los condenados por el procés y los ERTES de la pandemia –apoyados por Garamendi el presidente de la patronal- hasta las reformas impuestas por exigencias de Bruselas para recibir los fondos europeos: reforma laboral y de pensiones, consensuadas con la CEOE y los sindicatos con el visto bueno de Ana Botín, la Comisión Europea y de núcleos estrechamente vinculados con el gran capital extranjero como la FAES de Aznar.
Una de las primeras decisiones de Feijóo ha sido reunirse con la mesa del “diálogo social”, CEOE y Cepyme, Comisiones y UGT.
La reunión ha servido para restablecer la plena sintonía con la gran patronal, que apoya la propuesta fiscal que Feijóo ha enviado al gobierno basada en la rebaja de impuestos para hacer frente a la inflación porque, según Garamendi, el Estado puede permitirse recortar hasta 60.000 millones de euros.
La llegada de Feijóo al PP está imprimiendo un cambio de orientación de calado
Ni CCOO ni UGT apoyan el plan de rebajas fiscales de Feijóo, pero la reunión ha servido para tender puentes con los sindicatos mayoritarios. Y éstos han aprovechado para pedir a Feijóo que el PP vuelva a “formar parte de los grandes consensos sociales que necesita el país”.
Tras la reunión, el nuevo vicesecretario económico, Juan Bravo, afirmaba que la nueva dirección Ejecutiva del PP “no cierra la puerta a poder valorar un cambio de postura que avale la reforma laboral y la de pensiones”.
Aislar al PP de la corrupción y de Vox
Aislar al PP de la corrupción y diferenciarse de Vox es la segunda línea de actuación elegida por Núñez Feijóo para la nueva etapa del PP. Lo dejó claro en su discurso ante el Congreso del PP y lo ha vuelto a escenificar contraprogramando aquellas situaciones en las que podría aparecer de nuevo la sombra de la corrupción o la cercanía con Vox.
Núñez Feijóo excusó su ausencia en la toma de posesión de Fernández Mañueco como presidente de Castilla y León “por problemas de agenda” al coincidir la investidura y su reunión con los agentes sociales.
Cierto que Feijóo tenía una agenda llena de reuniones con la patronal, los sindicatos y con sus colaboradores, pero la verdadera razón era otra: evitar una foto incómoda flanqueado, junto a Mañueco y la presidenta madrileña Díaz Ayuso, por el presidente nacional de Vox, Santiago Abascal, el nuevo socio del gobierno castellanoleonés.
Ante el Congreso popular Feijóo marcó una nueva línea frente a la de Casado y su política de parecerse cada vez más a Vox: ”Dejemos ya de repartir carnés de ser más españoles que nadie…”. Y acentuó las diferencias con la ultraderecha haciendo hincapié en el europeísmo del PP y su tradición autonomista, pero también porque “no somos un partido que se enfrenta a la gente por una cuestión de género”.
Además la agitada agenda ha servido como un dique contra la corrupción eludiendo cualquier encuentro con el alcalde de Madrid, Martínez Almeida, en pleno escándalo por el caso del primo de las mascarillas y las comisiones millonarias.
Feijóo se “hace un Rajoy” y también contraprograma a Ayuso haciendo coincidir la convocatoria de los congresos del PP de Galicia y Madrid. Para el 20 y 21 de mayo el de Madrid, el 21 y 22 el de Galicia.
Feijóo es la continuación del golpe en el tablero del PP que acabó con Casado
Está por ver si Feijóo acudirá el día 20 a la apertura del Congreso madrileño; pero lo cierto es que con su decisión se garantiza poder no acudir a la proclamación de Ayuso como presidenta del PP de Madrid. Y sobre todo da un paso más para priorizar el eje Galicia-Andalucía como el eje central del poder dentro del PP, dejando a Ayuso, pendiente de otro escándalo por las comisiones del hermano, en la periferia de la nueva cúpula popular.
Feijóo habría diseñado su nueva estrategia electoral frente a Vox: sacar más votos que la suma de la izquierda y obligar a Vox a facilitar su investidura sin entrar en el gobierno. Andalucía sería el primer test.
Un partido de Estado y alternativa de gobierno
Feijóo empezó su andadura como presidente del PP con una visita a la Moncloa, solo cinco días después de ser elegido, para reunirse con Sánchez. Y anunciar que le enviaría su propuesta de rebaja fiscal para paliar los efectos de la guerra, como parte de un cambio de actitud ante el gobierno garantizando su disposición a llegar a acuerdos siempre que el gobierno “se avenga a considerar valorar nuestras propuestas”.
Pero el objetivo central del PP de Feijóo como partido de Estado es ampliar su base electoral hacia el centro, haciendo llamamientos incluso a los “desencantados socialdemócratas” del PSOE. Recuperando para esta misión como asesores a exministros y altos cargos del gobierno de Rajoy como Fátima Báñez, ahora presidenta de la Fundación CEOE; el exministro de Hacienda Cristóbal Montoro y al ex de Energía y Turismo Álvaro Nadal, todos ellos reconocidos como representantes de la llamada “economía social de mercado”.
Feijóo es la continuación del golpe en el tablero del PP que acabó con un PP de Casado inadmisible para los centros de poder por su bloqueo a las reformas de Bruselas y la posibilidad de entronizar a Vox en el gobierno del país, un partido que acababa de celebrar en Madrid una cumbre con la ultraderecha europea.
En un escenario cada vez más complejo e imprevisible, con la recuperación en entredicho por el desarrollo de la guerra y sus consecuencias, con los Fondos de Recuperación en juego…, la oligarquía, Washington y Berlín quieren un máximo de estabilidad interna y asegurarse una alternativa de recambio al PSOE, incluso un posible gobierno de “gran coalición” en caso necesario. Y Feijóo es el hombre elegido.