Nos recibe en su estudio, como ha hecho otras veces. Hace dos años nos sentamos en el cuarto principal, entre lienzos e imágenes, pero esta vez nos sentamos en la cocina, entre otro tipo imágenes. Siempre rodeado de arte, y de su gato. El Cristo de Velázquez, un bodegón de Zurbarán, fotos de la Gran Vía de Madrid a distintas horas del día, en distintos momentos del año, fotos familiares, con su mujer, de él con el árbol del membrillo, imágenes de la escultura de la cabeza de su nieta, del friso del Partenón… La sillas son las mismas, sencillas y bajitas, lo que ayuda a iniciar la conversación en el mismo tono en el que dejamos la anterior: «¿Qué tal todo?, ¿cómo os va?» Durante una hora conversamos sobre Federico García Lorca y sobre el cine de Buñuel, sobre lo difícil que es la política, sobre el realismo y la exposición «Realistas de Madrid», sobre el arte antiguo, sobre los cuadros que está pintando en Bilbao y Sevilla… Aquí les ofrecemos tan solo una pequeña muestra. En las próximas semanas podrán ver la entrevista completa en De Verdad TV, el nuevo proyecto audiovisual que hemos emprendido y al que les invitamos a apoyar y a seguir (www.deverdadtv.es)
Dices que existen dos caminos para captar la esencia de la realidad, uno ensimismarse sin cambiar la apariencia para llegar al fondo, y el otro quebrar las formas para llegar a esa esencia, Vermeer o El Bosco. ¿Son ambos caminos válidos?
Para llegar a lo que llamamos esencia hay más de dos formas de hacerlo. En este momento, en el que lo individual es casi la base de todo, cada cual ha de tener una manera propia, de hacer un camino que le lleve a la expresión de esa individualidad. Reducirlo a dos… y a lo mejor no hay mas que una, o muchas.
Y desde el punto de vista del realismo y lo abstracto…
Habría que hablar de a qué se le llama “quebrar las formas”. Vermeer, en su momento, quebró las normas del arte. Todo el mundo, a partir del Renacimiento, tiene la obligación de quebrar unas normas para trabajar en libertad. Es algo muy complicado, porque por un lado está la cultura de Occidente que es inmensa y está en la base de nuestra educación, y luego está ese punto personal de sentimiento del mundo que es el que hay que expresar. En ese equilibrio está todo. «El arte español conecta con el misterio del mundo real»
No se trata de romper o de obedecer, sino de ser tú mismo y de persistir en esa percepción personal, pase lo que pase. A veces tienes que pactar con la sociedad o no podrías continuar. Y para salvar algo muy profundo tienes que conceder cosas muy superficiales. Lo que está claro es que debes ser muy sincero a algo interior que te marca la dirección. Si eres Buñuel puedes hacer una cuchilla cortando un ojo, y si eres San Francisco de Asís te expresas de otra manera.
El riesgo está, entonces en cualquier forma de expresión…
Riesgo hay siempre, porque la sociedad puede no aceptarlo y es muy fácil mentir. Igual que existe la corrupción en la política, existe en el arte. Para sacar tu vida adelante vendes tu alma. Pero no se trata de realismo o abstracción, porque eso es algo viejo. Abstracción lo puede hacer un alumno de Bellas Artes en el primer año, sin sudores ninguno. Es algo asimilado por nuestra cultura. Otra cosa son los primeros abstractos que marcaron esa forma de expresión.
El arte siempre tiene un peligro. La verdad siempre tiene un peligro. Para mostrar la verdad a los demás hay que tener mucho cuidado, porque te pueden pasar cosas buenas o malas, te pueden matar incluso. Esto es muy viejo. No se trata de ser víctimas, por lo que hay que andar con cuidado. Velázquez era un hombre que decía la verdad, pero no boqueaba mucho, iba con mucho cuidado para no llamar la atención. Y eso es una buena cosa.
¿Qué sigue aportando el realismo en el lenguaje moderno?
Yo hablaría del arte, no del realismo. Hablar del realismo en el arte moderno es muy reductivo. Es muy importante, pero el arte tiene mil aspectos y cada cual debe elegir el suyo, su forma de contar las cosas. Si el cine negro es mejor que el western… no creo que las cosas sean así. Yo me manifiesto desde lo que se llama el realismo, pero no porque me parezca mejor que otros lenguajes, sino porque el destino me ha llevado hacia él, como te hace nacer en la Mancha o en el siglo XIX.
Pero has hecho apuestas…
Sí, pero son cosas que vas haciendo sobre la marcha, no es como el que decide ir a América. En mi no ha sido así. Eres hijo de tu tiempo y de tus circunstancias. Si hubiera nacido en París las cosas hubieran sido distintas. Nacía en España, en una época determinada, tuve un tío pintor figurativo al que admiraba muchísimo y sentía que la pintura figurativa, la expresión artística de la figuración era algo que tenía muchísimo contenido y podía expresarse a través de ella cosas muy emocionantes, y que nunca se habían dicho antes. Y lo conté completamente natural. No es una cosa programada, con un guión.
¿Has tenido la oportunidad de coger otro camino?
Siempre la tienes. Y de abandonar el camino. Pero yo me encuentro muy agusto dentro de que la profesión de pintor es muy complicada, porque es una profesión como la de un médico, que me parece muy emocionante cuando la sociedad te acepta así y tú encuentras cosas que contar y adivinas o presientes cómo las puedes contar. Si no, el arte es una fuente de frustraciones.
¿Te sigue inquietando encontrar nuevas formas?
Nunca es así. Lo que pasa es que tu cara con los años se transforma, pasan cosas dentro de ti que van aflorando. No es lo mismo lo que hacía a los 17 que lo que hago a los 80, pero no lo he decidido yo, sino la vida. Esos cambios están en a naturaleza y nada permanece igual. No porque quieras cambiar sino porque cambias aunque no quieras, y debes aceptar ese hecho como algo sagrado.
Pero siempre con pasión
Con mucho interés. Mi vida mejora trabajando. La gente aporta mucho trabajando y yo debo aportar lo que yo pueda. Trabajar es lo mejor que puedes ofrecer a los demás, salvo que seas Dios y puedas ofrecerles el paraíso terrenal (Antonio López se ríe)
Hablando de Dios… decías una vez que el arte español es como lo que decía Santa Teresa, “también entre los pucheros anda el Señor”. ¿Qué tiene el gran arte español?
Esa capacidad de conectar con el mundo real de una manera muy llana. Todo el misterio del mundo real, con todo su prodigio, con su fascinación… ahí hay algo de Zurbarán (señalando a su espalda) que no es más que una bandejita, una rosa y una jícara con agua, pintado en el siglo XVII. En otro sitio que no fuera España no se hubiera soñado con hacerlo. Crea algo grande.
No todos los españoles, claro, pero eso lo ha inventado el español. Esa cercanía tan respetuosa y tan apasionada al mundo real, pensando que allí está todo. Ese mundo real a veces puede parecer simple o sin prestigio, pero esas cosas sencillas son las más universales, o, como mínimo, tan universales como cualquier otra. Esa capacidad de conectar con esa parte del mundo real, la tiene el español como nadie, por eso puede representar la materia de las cosas como nadie. Desde un desnudo a cualquier fruta. El español fino, de talento, que no se deja impresionar por lo que han hecho otras gentes, y decide decir lo que debe decir, ha aportado algo en la vida y en el arte de mucho alcance. Y muy difícil, claro, porque son cosas que no tienen prestigio. No es ser Miguel Ángel, o Rafael, o Tiziano, donde aparece la belleza, las cosas que se suponen que te acercan a los mundos más ideales. El punto de partida es el mundo físico en el que estamos. Y hacer de eso algo grande y completo lo ha hecho el español como nadie. «La capacidad de representar la materia de las cosas como nadie»
¿Y por qué pasa que Velázquez es capaz de ensalzar a las viejas friendo huevos?
No lo sé. Tendría que venir alguien que sepa mucho para explicar porque el español ha creado a la Virgen del Rocío, por ejemplo. Que es una imagen, que no es una gran escultura, pero tiene un carácter religioso enormemente poderoso. Y por qué Velázquez hace ese Cristo que no es más que un hombre, con un fondo negro. No hay más y, sin embargo, le puedes rezar, puedes estar ante él como algo sagrado, porque hay cosas que tú las sientes sagradas.
El español tiene esa capacidad, a veces, no siempre. En estas cosas tan excelsas se llega hasta ahí (con un gesto pone la mano por encima de la cabeza), y por lo bajo se puede llegar a lo más grosero y a lo más vil. Lo español es muy complicado, pero cuando se alcanza un nivel alto, llega a lo más alto desde una lealtad al mundo real que está por encima de cualquier otra consideración. Y eso me parece apasionante.
Y más arriesgado
Creo que sí. A la gente, en general, le resulta más fácil entender a Leonardo que entender a Goya. En su época, esos grandes artistas italianos, alemanes o griegos crearon mucha fascinación entre los demás, porque se situaron cuatro o cinco escalones por encima del resto de los mortales. Imagino que eso ocurre en todos los demás mundos. Pero también hay quien, aunque tenga mucho talento, no se sube más allá de donde está el hombre universal. Nunca aquí puede salir un Wagner, ni una persona que se considere más allá de lo que tiene que ser el hombre… (suspira) es que explicar todo esto es muy complicado (y se ríe).
Pero apasionante…
Claro, hasta que llega un momento en el que ya no puedes decir más. Esto es lo que ha aportado el español al arte occidental que ha dado grandes formas. La forma de arte del español en la literatura, la pintura, la escultura… ha creado esa forma de ver las cosas, a la altura de lo que son, lo más cercana posible a lo que son, pase lo que pase. A veces a la gente no le gusta ver las cosas reales, le gustan los sueños, las utopías. Se ha aficionado mucho a ellas, y cuando lo despojas de todo ese aparato y lo reduces a lo que es, la gente te puede dar la espalda porque le estropeas el juego. El español ha tenido esa valentía, con el riesgo que se corre. Al menos al principio, porque ya sabemos que luego estas cosas acaban siendo respetadas. El arte tiene un espectador que puede resultar muy inteligente, y cuando lo vas sumando en sucesivas generaciones se crea una línea de reflexiones muy alta y muy acertadas.
Eso que se llama lo verdadero en lo español y que se sitúa tan cerca de las cosas reales tal y como las vemos me parece que ha sido una intuición nuestra.
¿Se mantienen las mismas coordenadas hoy en día?
Yo pienso que sí. Como Ferlosio, que trabaja desde el mundo real porque piensa que es lo que tenemos y merece todo el respeto y toda la atención. Comprenderlo y entenderlo exige, por parte del espectador, muchísima imaginación, porque son obras que dejan al espectador muy solo, no te da las claves de nada. Un cine de Buñuel es un cine difícil, aunque hablo muy en general, porque luego hay muchas cosas que no son así.
Hablando del arte antiguo, dice que hemos perdido y que hemos ganado. ¿Qué hemos perdido?
El arte antiguo es el arte que hacían los hombres cuando todos creían en las mismas cosas. Desde el arte de Egipto o Mesopotamia, hasta el de Roma. A partir de ahí se debilitan los credos comunes y empieza a despertar el hombre individual, que lleva siglos exigiendo su sitio. Y el hombre individual no es más que un hombre, mientras que Fidias es la voz del pueblo griego. No puedes erigirte en la voz de un pueblo de una manera sincera si no hay de verdad unas creencias sinceras que nos unan a todos. Y no las hay, ni en política ni en nada. Está tú viendo a ver qué tiene que decir. Tú obligación es ser tú mismo porque no encuentras otra forma de expresarte sincera. Las formas de arte colectivas del siglo XX, en Rusia con el comunismo, o con los fascismos, ha sido de pena, porque se ve la insinceridad de manera tremenda. O son tontos o unos mentirosos.
¿A qué te refieres?
A no ver ni intuir la complejidad del hombre, como hace Baroja y muchos hombres. Eso hace que el hombre con inteligencia haga una obra que cuestione el credo colectivo. El credo colectivo hace mucho tiempo que falla. No existe un credo que pueda albergar a todos. En la antigüedad el hombre sabía poco y los dioses le bastaban como eran. Eran buenos inventos, Zeus, Ra, hasta Cristo, y a partir de ahí todo eso se ha venido a bajo. Saber que la Tierra gira alrededor del Sol tiene un precio.
No existe ningún hombre que sea la voz de todos. Homero podía ser la voz de todos los griegos, pero no hay ningún Homero ahora. Hemos perdido y hemos ganado. Hemos perdido la grandeza de la fe en algo que nos una. Y hablo en general, no de la gente que cree en la veracidad de algo que nos una como colectividad. Es muy difícil porque todo se divide y se subdivide.
El hombre individual es verdad. Ahí no te engaña nadie. Pero si te arrogas la posibilidad de hablar por los demás, eso es muy complicado. Y hablo del arte.
Por otra parte, el hombre antiguo no se lo inventó, le nació de dentro. Y algo de eso también está en nosotros, en buscar algo que nos salve, en hacernos mejores y hacer mejor a la colectividad. Esa idea sigue viva en el hombre, aunque a veces no se sepa cómo utilizarla.