El humanitarismo como cortina de humo

«Desde la óptica occidental, la zona de exclusión aérea evitarí­a una catástrofe humanitaria en Libia y nuevas ví­ctimas civiles a manos de Gadafi. Sin embargo, la realidad es que el número de muertos y heridos a consecuencia de los ataques aéreos aliados supera la cifra de muertes supuestamente ocurridas antes del ataque. Súmese a ello que el conflicto interno libio conducirí­a eventualmente a un mayor involucramiento occidental y, por consiguiente, a la temida catástrofe.»

La cortina de humo de la intervención or causas humanitarias sirvió de socorrido recurso a Occidente en los años 90 del siglo XX, en la ex Yugoslavia. El argumento salió a relucir de nuevo en 2003, con la invasión a Irak, donde los resultados bordean el descalabro. En ambos casos, el común denominador fue procurar el derrocamiento del poder político, a lo cual siguió mayor agitación. La experiencia histórica sugiere que la llamada intervención humanitaria es apenas un asidero moral para consolidar aviesos intereses políticos y económicos, en busca de recursos como el petróleo, o de apuntalar cierta hostilidad ideológica contra figuras incómodas DEUTSCHE WELLE.- Se cierne una nueva crisis global, advierte el FMI, ya que muchos países no han logrado controlar a los bancos, y el sistema financiero no está preparado para enfrentar una nueva debacle. De acuerdo con expertos del Fondo Monetario Internacional, el sistema financiero global aún no está lo suficientemente preparado para combatir las crisis económicas como se esperaba que lo estuviera. Los mega grupos financieros globales siguen representando un enorme riesgo para la estabilidad del sistema, constataron especialistas de esa institución en un informe publicado recientemente. El Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW) de Berlín llega a la misma conclusión respecto de Alemania. China. Diario del Pueblo El humanitarismo, cortina de humo para atacar a Libia Tang Zhichao Tras calificar de exitosas sus incursiones militares iniciales contra territorio de Libia, la fuerzas castrenses de EE.UU, Gran Bretaña y Francia han encarado una creciente oposición por parte de la comunidad internacional, que se cuestiona la legitimidad de tales operaciones ante el gran número de civiles muertos y heridos que han dejado los ataques. Los argumentos occidentales, en el sentido de que se trata de ataques de tipo “quirúrgico” contra instalaciones de defensa enemigas, en procura de garantizar la zona de exclusión aérea y evitar el avance de las tropas de Muamar el Gadafi hacia Bengasi, han sido puestos en tela de juicio, habida cuenta de que en apenas un día perecieron por la arremetida occidental 64 libios, mientras que otros 150 quedaron heridos, de acuerdo con la televisión estatal del país norafricano. Todo apunta a un posterior incremento en el saldo de bajas civiles, ya que las operaciones tienden a extenderse gradualmente. Para colmo, los efectivos de Gadafi no se han detenido. Desde la óptica occidental, la zona de exclusión aérea evitaría una catástrofe humanitaria en Libia y nuevas víctimas civiles a manos de Gadafi. Sin embargo, la realidad es que el número de muertos y heridos a consecuencia de los ataques aéreos aliados supera la cifra de muertes supuestamente ocurridas antes del ataque. Súmese a ello que el conflicto interno libio conduciría eventualmente a un mayor involucramiento occidental y, por consiguiente, a la temida catástrofe. La cortina de humo de la intervención por causas humanitarias sirvió de socorrido recurso a Occidente en los años 90 del siglo XX, en la ex Yugoslavia. El argumento salió a relucir de nuevo en 2003, con la invasión a Irak, donde los resultados bordean el descalabro. En ambos casos, el común denominador fue procurar el derrocamiento del poder político, a lo cual siguió mayor agitación. La experiencia histórica sugiere que la llamada intervención humanitaria es apenas un asidero moral para consolidar aviesos intereses políticos y económicos, en busca de recursos como el petróleo, o de apuntalar cierta hostilidad ideológica contra figuras incómodas para Occidente al estilo del ejecutado líder iraquí Saddam Hussein, o el libio Muammar el Gadafi. No es de extrañar entonces que la Liga Arabe transitara en breve tiempo de un entusiasta apoyo inicial a Occidente a manifetsar su vacilación y "pesar" por lo ocurrido. Al exigir el cese a los bombardeos contra civiles por parte de las fuerzas de Gaddafi, la Liga Árabe respaldó el 12 de marzo la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU, para establecer la zona de exclusión aérea sobre Libia. Ello bastó para desatar las manos de Reino Unido, Francia y EEUU. Sin embargo, al constatar las numerosas bajas que los aliados dejaron a su paso la liga condenó las incursiones el día 20. Amro Moussa, Secretario General de la liga, dijo que los acontecimientos en Libia están lejos de los objetivos del Consejo de Seguridad al establecer la zona de exclusión aérea en el país. El Consejo de Seguridad quiere defender la paz para los libios, no su destrucción, añadió. Al marcar distancia de las posturas occidentales, Rusia ha instado a todas las partes en Libia a respetar el alto el fuego y adoptar todas las medidas posibles para evitar daños a civiles. Irán condenó las acciones de la coalición occidental, y también expresó sus dudas sobre el objetivo de un ataque aéreo, convencido de que "estos estados suelen invadir territorios, so pretexto de apoyar a la población de otro país". El presidente venezolano, Hugo Chávez, calificó los ataques aéreos de “irresponsables” y “locura imperial”. Turquía, a pesar de ser miembro de la OTAN, también se opone a la acción militar y el establecimiento de la zona de exlusión aérea, por lo que ha solicitado a la OTAN revisar el plan de operaciones contra Libia, advirtiendo de las peligrosas consecuencias de tales acciones. DIARIO DEL PUEBLO. 23-3-2011 Alemania. Deutsche Welle El FMI alerta sobre una próxima crisis financiera global Rolf Wenkel/ Cristina Papaleo Se cierne una nueva crisis global, advierte el FMI, ya que muchos países no han logrado controlar a los bancos, y el sistema financiero no está preparado para enfrentar una nueva debacle. De acuerdo con expertos del Fondo Monetario Internacional, el sistema financiero global aún no está lo suficientemente preparado para combatir las crisis económicas como se esperaba que lo estuviera. Los mega grupos financieros globales siguen representando un enorme riesgo para la estabilidad del sistema, constataron especialistas de esa institución en un informe publicado recientemente. El Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW) de Berlín llega a la misma conclusión respecto de Alemania. El estudio del FMI tiene, por ahora, sólo carácter de debate, pero cuenta con la aprobacióndel asesor económico de esa institución, Olivier Blanchard, y del gerente del departamento de Mercado de Capitales del FMI, José Viñals. Además, el estudio es contundente al indicar que todavía no se cuenta con un modelo a nivel internacional para reestructurar a los gigantes de la economía en caso de crisis, a fin de que no sea el contribuyente quien pague los platos rotos, sino los acreedores. Pocos cambios en el sistema El documento recomienda reflexionar urgentemente acerca de cómo se puede reducir la complejidad de los grandes grupos financieros, cómo reducir el alcance de sus negocios y cómo afinar su estructura económica. “En la mayoría de los países, la estructura de los sistemas financieros ha cambiado muy poco”, escriben los expertos en su informe. Además, ha aumentado la concentración de los adquisitores, ya que los bancos en problemas son comprados todavía demasiado a menudo por competidores más poderosos. También Mechthild Schrooten, profesora del DIW de Berlín, llega a la misma conclusión: “el número de bancos relevantes para el sistema financiero ha aumentado a lo largo de la crisis”. Actualmente, en el sector bancario se observa una gran tendencia a las fusiones, y las más afectadas serían las grandes instituciones bancarias. “Cuando fusionan los grandes bancos, se crean bancos de una envergadura aún mayor, y, con ellos, instituciones todavía más claves para el funcionamiento del sistema”, explica la experta. Además, las voluminosas sumas para rescatar a los bancos, provistas por los gobiernos, han incrementado la presión existente. Se debe impedir a cualquier precio su quiebra, ya que ésta podría tener consecuencias dramáticas. Por esta razón, dichas instituciones se vuelven demasiado grandes como para caer. “Si la idea era disminuir la cantidad de mega bancos relevantes para el sistema, Alemania, al menos, no ha podido lograrlo”, explica Mechthild Schrooten en su investigación. Según ella, aún no se sabe exactamente qué es lo que ocultan los balances bancarios. Sin embargo, esos bancos podrían externalizar partes importantes de sus riesgos en los llamados ‘bad banks’. “Por eso”, señala Schrooten, “se puede partir de que los balances actuales están en mejores condiciones que dos años atrás”. Nuevas pruebas de resistencia Es posible que el nuevo test de resistencia al que serán sometidos los bancos por el nuevo organismo de vigilancia europeo EBA demuestre si sus finanzas verdaderamente están saneadas. Hay 88 bancos, entre ellos, 13 bancos alemanes, que tendrán que ensayar un caso hipotético de recesión que se extiende hasta fines de 2012 y probar que no pierden demasiado capital propio. A fines de junio se podrá contar con los resultados. La primera prueba de resistencia, de acuerdo con expertos, no merece llevar ese nombre, ya que, hace un año, 91 instituciones bancarias no la aprobaron, pero sí lo hicieron los cuatro bancos que, poco tiempo después, llevaron a Irlanda al borde de la bancarrota. DEUTSCHE WELLE. 24-3-2011