La defenestración de Pedro Sánchez es un nuevo episodio del golpe ejecutado en el PSOE, una reconducción política detrás de la cual están, no dirigentes como Susana Díaz o Felipe González, sino sobre todo los principales centros de poder internacionales y nacionales. Con el indisimulado objetivo de imponer a toda costa un nuevo gobierno del PP, evitar la formación de un gobierno de progreso. La virulencia y las formas del golpe que ha provocado la dimisión de Sánchez evidencia la magnitud de los objetivos económicos, políticos y militares de Washington, Berlín y la gran banca para nuestro país. Para aplicarlos, están dispuestos a dinamitar al partido que más tiempo ha gobernado desde la transición.
Ante todo los recortes
En España se debe constituir un gobierno que ejecute los mandatos de Wahington y Berlín. Lo exigió con rotundidad Obama en su visita, y es la razón que explica la virulencia del golpe contra la dirección del PSOE encabezada por Pedro Sanchez, empeñada en mantener hasta el final el NO a Rajoy y apostar por un “gobierno transversal” con Unidos Podemos y Ciudadanos.
Los principales medios internacionales, portavoces autorizados de la gran burguesía norteamericana y alemana, así lo reconocen abiertamente.
Desde EEUU, The New York Times -que exigió a Pedro Sánchez una abstención el 1 de septiembre, y anticipó una “rebelión interna en el PSOE”- afirma ahora que “la disputa se debe a la estrategia de Pedro Sánchez de no abstenerse para permitir un gobierno de Rajoy”. Señalando que “la revuelta interna contra Sánchez son los primeros movimientos inesperados que podrían cambiar la política española desde las elecciones no concluyentes en diciembre pasado”. «Se debe constituir un gobierno que ejecute los mandatos de Wahington y Berlín. Esta es la razón del golpe contra Sánchez»
Desde Alemania, el Frankfurter Allgemeine concluye que “a lo largo de nueve meses Pedro Sánchez bloqueó la formación de un gobierno de Mariano Rajoy y desató un debate interno dentro de su partido. Ahora ha dejado el camino libre”.
Es significativo que el FMI haya fijado, tras la dimisión de Pedro Sánchez, la llegada de los “hombres de negro” para el 13 de octubre, cuando la había aplazado hasta que se formara gobierno.
Los nódulos principales de la oligarquía española se han pronunciado en el mismo sentido. Concentrados en el editorial de El País posterior a la dimisión de Sánchez, en el que se afirma que «tras las ilusiones creadas estos días, toca ahora enfentar la dura realidad de que el PSOE que lega Sánchez tiene 52 escaños menos que el PP y ninguna posibilidad de armar un Gobierno alternativo».
Un golpe nada improvisado
El principal obstáculo para imponer un nuevo gobierno de los recortes, necesariamente nucleado en torno al PP, estaba en la dirección del PSOE. Para despejarlo se ha impulsado una operación política que ha ejecutado un plan previamente diseñado.
Lanzado por los cuadros más prohegemonistas, como Felipe González. Con una entrevista, donde acusaba a Pedro Sánchez de faltar a su promesa de abstenerse en segunda votación, grabada tres días antes y emitida en el momento justo para que actuara como la señal del asalto a Ferraz.
Ejecutada por una parte de la estructura dirigente del PSOE, dispuesta a pulverizar el partido para cumplir los mandatos del hegemonismo.
Susana Díaz es la apuesta de la oligarquía al frente del PSOE. Ana Patricia Botín la eligió para hacerse su primera foto institucional, y son conocidas sus habituales reuniones con Cesar Alierta, el presidente de La Caixa, o Francisco González.
Dos días antes de las elecciones vascas y gallegas, Susana Díaz se reunió en Benavente (Zamora) con el presidente de Castilla La Mancha, García Page, de Extremadura, Fernández Vara, con el de Asturias, Javier Fernández, que preside la gestora que ahora dirige al PSOE y con Zapatero. Allí se diseño la etapa final para «derrocar» a Pedro Sánchez.
Una operación jaleada y justificada, de forma unánime, por el conjunto de grandes medios de comunicación. Y complementada con otros movimientos políticos. Desde la agudización de las tensiones en Cataluña, con Puigdemont convocando un referéndum de ruptura para septiembre de 2017. Hasta la posición del PNV, planteando que «los socialistas deberían negociar una abstención digna».
Todo para imponer al precio que sea un nuevo gobierno de los recortes. Un nuevo Comité Federal debe refendar la posición del PSOE ante la formación de gobierno. Con importantes sectores -el PSC, el PSE en Euskadi, los socialistas balerares…- enfrentados a facilitar un gobierno de Rajoy.
Se ha formado una gestora encabezada por el presidente de Asturias, Javier Fernández, que en el mismo parlamento asturiano ha declarado que no existe otro camino que la abstención. Y ya se prepara el terreno para justificar -apelando a que en nuevas elecciones el PP saldría más reforzado- una abstención «técnica».
La posición del PP para formar gobierno ha salido totalmente reforzada. El Mundo anuncia que exigirá al PSOE condiciones que garanticen la gobenabilidad para aceptar su abstención. Bajo la amenaza de unas terceras elecciones que favorecería al PP (ABC publica una encuesta que otorga al PP 159 diputados).
Gracias a la operación contra Sánchez, el PP -que hace un mes perdió la investidura con Rajoy- tiene ahora «la sartén por el mango».
No es la alternativa más probable -el PP tiene ahora más cartas para ganar una investidura- pero la opción de unas terceras elecciones no es descartable.
La mayoria social contra los recortes también jugamos
Si ha sido necesario ejecutar un golpe tan virulento es porque, como afirma Luis García Montero, firmanante de los manifiestos «Por un gobierno de progreso» y poeta, «están dispuestos incluso a dinamitar al PSOE para evitar una posible alternativa».
El avance de la mayoría social contra los recortes, y la debilidad del PP -pilar imprescindible de un nuevo gobierno de los recortes- ha impedido imponer las alternativas de gobierno del hegemonismo y la oligarquía.
Abriendo la posibilidad de formar un gobierno de progreso, que supondría un contratiempo para los proyectos del hegemonismo. La triple publicación del manifiesto «Por un gobierno de progreso. Por un acuerdo PSOE, Unidos Podemos, Ciudadanos, ha jugado un papel clave». Permitiendo que se expresara políticamente la mayoría social que reclama un gobierno alternativo al del PP, y fortaleciendo la posición de sectores como el nucleado en torno a Pedro Sánchez.
El golpe no ha sido «limpio», como en otras ocasiones. Pedro Sánchez ha resistido hasta el final, situando el terreno en facilitar un gobierno de Rajoy o impulsar un gobierno alternativo. Fueron necesarias 11 horas de Comité Federal, y multiplicar las presiones, para conseguir la dimisión de Sánchez.
La resistencia del equipo nucleado en torno a Pedro Sánchez, y su progresiva radicalización, no se pueden separar de que el avance del viento popular sea la corriente principal.
Además de forzar un nuevo gobierno de los recortes, uno de los objetivos principales del hegemonismo es desalentar, desmovilizar, debilitar, el avance del viento popular contra los recortes y por la unidad que se ha convertido en la corriente política principal. Su avance ha impedido que el hegemonismo y la oligarquía hayan podido imponer, durante los ocho meses transcurridos desde el 20-D, su alternativa de gobierno. «Desinflarlo», para disminuir su influencia, es clave para garantizar la estabilidad del nuevo modelo político al servicio de Washington, Berlín y la gran banca española.
Aviso para navegantes
El golpe que ha provocado el cese de Pedro Sánchez es también un «aviso para navegantes», un recordatorio de que en el nuevo sistema de partidos que sustituya al bipartidismo, no es posible que existan posiciones autónomas que puedan disentir de los mandatos principales del hegemonismo y la oligarquía. «Con el cese de Pedro Sánchez se pretende sellar que en el nuevo sistema de partidos que sustituya al bipartidismo, no es posible que existan posiciones autónomas que puedan disentir de los mandatos principales de Wahington o Berlin»
Pedro Sánchez, al que consideraban un títere maleable ha adquirido una peligrosa autonomía. No principalmente frente a los barones del PSOE, sino ante algunos de los principales mandatos del hegemonismo. Desde Washington -con la visita de Obama y los pronunciamientos de los grandes medios- han dejado claro que el PSOE debía abstenerse para facilitar un gobierno de Rajoy. Pedro Sánchez ha hecho todo lo contrario.
El avance del viento popular, y las contradicciones y dificultades del hegemonismo, han permitido que la línea que representa Pedro Sánchez adquiera una peligrosa autonomía. Eso es lo que le ha reportado el apoyo, no solo de los militantes, también de los votantes. Frente a la propaganda que culpa a Sánchez de la devacle electoral del PSOE la realidad es la contraria. Con Pedro Sánchez el PSOE ha duplicado sus alcaldías en capitales de provincia, y ha conseguido presidir 7 comunidades autónomas. Eludiendo en las generales un «sorpasso» por parte de Podemos que todas las encuestas daban por hecho.
En el nuevo sistema de partidos sigue prohibido que una linea o grupo de dirección pueda alcanzar cierta autonomía, y se dote de una base de masas. Solo desde aquí se entiende la virulencia de los ataques contra Pedro Sánchez.
Nuevas soluciones, viejos problemas
Con la exhibición pública del golpe en el PSOE, los principales centros de poder internacionales y nacionales pueden conseguir reconducir la situación, pero a costa de generarse mayores problemas y agudizar la crisis política.Se ha «televisado» el golpe. Y gracias a la resistencia de Pedro Sánchez ha quedado claro que su objetivo era torcer la posición del PSOE para facilitar un gobierno de Rajoy.
La indignación de la mayoria social progresista ha ido pareja con la magnitud de esta operación.
Con ello Washington Berlín y la banca española se crean peores condiciones para los nuevos pasos que deben dar inevitablemente.
La abstención del PSOE va a tener que seguir siendo forzada, y se conseguirá a un precio mucho más alto que si se hubiera dado un «golpe límpio».
El nuevo sistema de partidos, que debía regenerar el dominio hegemonista y oligárquico, nace y marcado por el estigma de la reconducción, desprestigiado antes de comenzar su andadura.
Con la que debía seguir siendo la principal «pata izquierda» absolutamente triturada. Javier Solana, ex secretario general de la OTAN, ha publicado un amenazante tuit: «Cuando se tome conciencia del destrozo, todos preferirán 85 diputados».
Sigue existiendo una mayoria social contra los recortes y por la regeneración democrática, que rechaza un nuevo gobierno del PP. Por eso se ven obligados a reconducir de forma antidemocrática la vida política nacional.
Y, por mucho que se empeñen en debilitarla y encuadrarla, esa mayoría contra los recortes va a seguir jugando un papel político decisivo.