El gobierno Trump planeó un golpe de Estado en Venezuela

Durante 2017, el gobierno estadounidense de Donald Trump mantuvo reuniones secretas con oficiales militares rebeldes que querían derrocar a Maduro. Estas informaciones – publicadas por el New York Times, y confirmadas luego por la CNN- se suman a las que en los meses anteriores revelaron cómo el presidente Trump insistió sobre la idea de una intervención militar directa para derrocar al gobierno bolivarian

No son rumores en la web, ni «conspiranoias», sino revelaciones de algunos de los más importantes medios de comunicación estadounidenses, el rotativo New York Times y la cadena CNN. Confirman una vez más que por más que Maduro sea responsable de sus propios errores en el gobierno de Venezuela, es la superpotencia norteamericana quien está detrás -de forma directa y permanente- de la desestabilización del país caribeño.

El diario neoyorquino ha publicado cómo a finales de 2017, altos representantes diplomáticos de la administración Trump se reunieron en secreto con militares venezolanos que planeaban un golpe de Estado en el país. El ‘Times’ cita como fuentes a «funcionarios estadounidenses» (unos 11 en total) «y a un excomandante militar venezolano que participaron en las conversaciones». La información ha sido confirmada de forma independiente por la CNN con dos altos funcionarios de Washington, uno en activo y otro retirado, que aseguran que lo publicado por el rotativo neoyorquino es completamente verídico.

Los golpistas solicitaron que la inteligencia norteamericana les proporcionase equipos de comunicaciones cifrados que les permitiesen estar en contacto de forma segura mientras ultimaban sus planes. Sin embargo, el insuficiente apoyo norteamericano -provocado por la falta de preparación de los golpistas, que no contaban con un plan suficientemente detallado a ojos de Washington- y los golpes de los servicios secretos bolivarianos, que desmontaron varias tramas durante esos meses, dieron al traste con los esfuerzos de los sediciosos.

Esa trama sigue existiendo. Lo principal de la información procede de un militar venezolano de alto rango -cuyo nombre no ha sido revelado- que se encontraba en la propia «lista negra» de Washington por presuntas violaciones de derechos humanos y delitos como el narcotráfico.

Estos mismos militares sediciosos ya buscaron tener acceso directo al gobierno estadounidense durante la presidencia de Obama, pero no fueron atendidos en ese momento. Sin embargo, la subida al poder de Donald Trump -que declaró que EEUU tenía una “opción militar” para Venezuela- animó a los golpistas a volver a intentar comunicarse con Washington.

“Ahora era el presidente quien lo decía. No iba a dudar de la información si provenía de ese mensajero”, dice el portavoz de los golpistas, quien ha hablado con el NY Times con la condición de conservar su anonimato por temor a represalias y que ha revelado la existencia de al menos tres grupos distintos dentro de las fuerzas armadas venezolanas que habrían conspirado contra el gobierno de Maduro.

Así -relata el rotativo neoyorquino- se produjeron varias «reuniones secretas en el extranjero —que comenzaron el otoño pasado y continuaron este año— los militares le dijeron al gobierno estadounidense que representaban a varios cientos de miembros de las fuerzas armadas que no estaban de acuerdo con el autoritarismo de Maduro. Le pidieron a Estados Unidos que les proporcionara radios cifradas, pues aseguraron que necesitaban comunicarse de manera segura, mientras desarrollaban un plan para instalar un gobierno de transición liderado por el Ejército con el fin de gestionar el país hasta que pudieran convocar elecciones».

Para estas reuniones la administración Trump descartó enviar a un agente de la CIA -Juan Cruz, un agente veterano de la inteligencia norteamericana experto en América Latina- sino que envió a un diplomático de carrera. El mismo que según el ‘Times’ afirma que «los venezolanos no parecían tener un plan detallado, [sino que] se habían presentado con la esperanza de que los estadounidenses llegaran con ideas o directrices de apoyo”.

Fue esta falta de concrección en los planes conspiradores, junto con la reacción del propio gobierno bolivariano, las que impidieron que el complot avanzara y recibiera la luz verde -y los medios técnicos de comunicación- requeridos de Washington.

Los militares sediciosos planificaron actuar durante las pasadas elecciones del 20 de mayo, pero una vez más sus planes fueron detectados por los servicios de inteligencia bolivarianos y tuvieron que abortar la operación. Meses antes se había producido una purga en las fuerzas armadas, precisamente para evitar una asonada de este tipo: 14 militares habían sido detenidos en abril y recluidos en la prisión de Ramo Verde bajo sospecha de traición y rebelión.

Trump detrás del ruido de sables en Venezuela.

Hace pocas semanas, durante un desfile militar, el presidente venezolano Nicolás Maduro ha sufrido un intento de magnicidio mediante tres drones explosivos. También en junio de 2017 un comando de golpistas robó un helicóptero y lanzó varias granadas contra la sede del Tribunal Supremo de Venezuela. Los intentos norteamericanos de hacer caer al gobierno bolivariano ya no se circuscriben solo a la táctica del “golpe blando” -el uso de la oposición, de las movilizaciones violentas (guarimbas), la artillería mediática o el boicot económico- (que por supuesto siguen actuando) y han pasado a intentar derribar por la fuerza al ejectivo de Maduro.

La administración Trump está detrás del “ruido de sables” en los cuarteles. Y ha colocado la opcíon de una intervención militar encima de la mesa.

Meses antes de las reuniones secretas entre enviados del gobierno norteamericano y golpistas venezolanos que relata el New York Times, se había producido en la Casa Blanca un cena de trabajo entre el Donald Trump y varios presidentes latinoamericanos, entre ellos el colombiano Juan Manuel Santos. Durante la velada, el anfitrión habló abiertamente a sus invitados -y vasallos- de la posibilidad de ordenar una intervención militar directa en Venezuela

Por aquellas mismas fechas de 2017 -tal y como reveló en julio la agencia Associated Press- el presidente norteamericano ya había planteado insistentemente a su equipo la necesidad de preparar una intervención militar en Venezuela, al estilo de la invasión de Panamá de 1989. Los entonces Secretario de Estado -Rex Tillerson- y en especial el todavía asesor de Seguridad Nacional -el general H.R. McMaster- se tuvieron que emplear a fondo durante horas para convencerle de las adversas consecuencias para el dominio norteamericano sobre América Latina que tendría aquella decisión.

Pero -tal y como han dicho una y otra vez los portavoces de la Casa Blanca- la «opción militar» sigue estando encima de la mesa del Despacho Oval. Ante las revelaciones del NY Times y de la CNN, la portavoz gubernamental no las ha tachado de «fake news» como en otras ocasiones… sino que las ha justificado por la necesidad de “restablecer la democracia” y “aportar un cambio positivo a un país que ha sufrido mucho bajo el gobierno de Maduro”.