Tras doce años del golpe de Estado «made in USA» contra Manuel Zelaya, su propia esposa y candidata de la izquierda, Xiomara Castro, vuelve a la presidencia de Honduras. Por delante, un mandato lleno de desafíos y no pocas dificultades, en uno de los países más golpeados por la pobreza, la violencia y la corrupción de Centroamérica.
Ante 30.000 seguidores reunidos en el Estadio Nacional en Tegucigalpa, Xiomara Castro asumía su cargo como la primera mujer presidenta en la historia de Honduras. “Hoy comienza el gobierno del pueblo”, dijo a la multitud. A la investidura asistieron destacadas figuras de la izquierda latinoamericana, como los expresidentes Dilma Rousseff (Brasil), Evo Morales (Bolivia), Fernando Lugo (Paraguay), así como la vicepresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner. También estuvieron el rey Felipe VI y la vicepresidenta norteamericana, Kamala Harris.
La nueva presidenta prometió encaminar a Honduras por la vía del «socialismo democrático» y prometió derogar todas las leyes, aprobadas en la dictadura y en los gobiernos posteriores, que en estos doce años tras el Golpe de Estado han entregado las riquezas del país a un puñado de grandes capitales foráneos -principalmente norteamericanos-, a grandes oligarcas, y a todo un régimen político corrupto y clientelar. Por eso, ha pedido al Congreso que allane el camino a una consulta popular que abra las puertas a un proceso constituyente.
Xiomara Castro cuenta con una enorme fuerza en las calles, pero los retos que tiene delante no son baladíes.
Ese proyecto ya se ha encontrado con obstáculos. Incluso antes de asumir el cargo, Xiomara Castro ya tuvo que lidiar con la primera crisis interna. Su partido, Libertad y Refundación (LIBRE), que tenía la bancada parlamentaria más grande con 50 de los 128 escaños del Congreso, se dividió a la hora de definir quién sería el presidente del Poder Legislativo. Mientras parlamentarios cercanos a Xiomara seguían la pauta de elegir a Luis Redondo, del Partido Salvador de Honduras (PSH) -aliado en las últimas elecciones-, un grupo de 38 diputados se dividió y votó por Jorge Cálix, del partido LIBRE. El cisma se resolvió con la mediación del expresidente Manuel Zelaya, que reconvino a los díscolos, y allanó el camino a Redondo.
Xiomara Castro cuenta con una enorme fuerza en las calles, pero los retos que tiene delante no son baladíes. Doce años de saqueo y corrupción dejan una deuda externa de 14.600 millones de dólares, el 59% del PIB. El 73% de la población se encuentra en la pobreza y unos 4 millones están sin empleo.
«Recibo un país en quiebra. Honduras quiere saber qué hicieron con el dinero. Hay que sacar de raíz la corrupción de los 12 años de dictadura”, dijo Xiomara, para luego afirmar que una de las prioridades será renegociar la deuda del país y aprobar un nuevo presupuesto público, en el que el eje transversal será la transparencia y el combate a la corrupción.