Cuatro años después, el Frente Amplio de Uruguay -una extensa coalición progtesista donde conviven diferentes partidos, desde el centro izquierda a la izquierda revolucionaria, desde la socialdemocracia al comunismo, de la democracia cristiana a los antiguos guerrilleros tupamaros- vuelve al gobierno de Uruguay.
Su candidato, Yamandú Orsi, sucesor de Pepe Mújica, ya obtuvo el 46,12% de los votos en la primera vuelta. Pero la segunda se presentaba mucho más complicada, al sumarse los votos de la derecha -el Partido Nacional y el Partido Colorado- bajo el paraguas de la Coalición Republicana.
Sin embargo, el triunfo frenteamplista ha sido rotundo. Con el 52,08 % de los votos (1.196.798 sufragios) -cuatro más que su oponente, el delfín oficialista Álvaro Delgado, y ocho más que los obtenidos en la primera ronda- la izquierda retorna al gobierno de Uruguay para volver a aplicar las políticas soberanistas y redistributivas de la riqueza que les caracterizaron en sus anteriores quince años de mandato.
La alegría desbordante brotó de las gargantas de miles de seguidores frenteamplistas, como si de un gol en una final de la Copa América se tratara, al mostrarse los primeros resultados preliminares, que daban una clara ventaja a la coalición de izquierdas, que luego se fue confirmando conforme se completó el escrutinio.
Ambiente de concordia democrática en las elecciones de Uruguay, tan distinto al que se vive en sus países vecinos -Argentina y Brasil- que parece que hablamos de otro continente. Una altísima participación en las dos vueltas, por encima del 89%, y un tono cordial entre representantes de proyectos políticos absolutamente opuestos.
El actual presidente, el neoliberal Luis Lacalle Pou, mentor del perdedor Álvaro Delgado, ni siquiera esperó a que el escrutinio se completara para felicitar a sus rivales. “Llamé a Yamandú Orsi para felicitarlo como presidente electo de nuestro país y para ponerme a las órdenes y empezar la transición, apenas lo entienda pertinente”, escribió en sus redes sociales.
Un tono elegante emulado por el ganador frenteamplista. “Voy a ser el presidente que convoque una y otra vez al diálogo nacional”, dijo Orsi sobre el escenario en un discurso de no más de 10 minutos. “El mensaje no puede ser otro que abrazar el debate de ideas. Así se construye una república democrática. Larga vida a los partidos políticos de Uruguay. Triunfa una vez más el país de la libertad, de la igualdad, también de la fraternidad, que no es nada más ni nada menos que la tolerancia y el respeto por los demás. Sigamos por ese camino”, agregó. Delgado respondió desde el palco de la derrota: “Esta coalición está dispuesta a que si se necesita una mano en pos del país, les damos las dos”.
Pero que nadie se llame a engaño. La victoria del Frente Amplio se ha ganado a pulso, desde la oposición a un gobierno pronorteamericano y neoliberal, con el duro trabajo de los militantes de todas las fuerzas que lo componen. Ha sido una campaña a la vieja usanza, con muchas horas de propaganda en la calle, con mitines grandes y pequeños, con folletos y carteles. Y en la que el Frente Amplio se ha enfrentado al oficialismo que cuenta con la ventaja del gobierno, y de unos partidos tradicionales que cuentan con la financiación y el altavoz mediático de los grupos oligárquicos y los centros de poder extranjeros.
“Es la victoria de un pueblo, un pueblo que se pone rebelde. Se pensaba que era muy difícil, pero el FA es la fuerza más votada. Esto es el mérito de miles de hombres y mujeres que trabajaron en el territorio, en cada localidad, en cada ciudad, que nos dieron alojamiento en las giras, toda la gente que nos ayudó a hacer este milagro que se llama Frente Amplio”, asegura en declaraciones a El País Fernando Pereira, presidente del Frente Amplio.
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Retos para el Frente Amplio
La izquierda uruguaya tiene ante sí el reto de deshacer cuatro años de políticas lacallistas, que aunque han arrojado buenas cifras macroeconómicas -con un crecimiento promedio del 1% anual- han agudizado la desigualdad.
Hasta 350.000 uruguayos -el 10% de los 3,38 millones de habitantes, un porcentaje mucho menor que en los países del entorno- viven bajo el umbral de la pobreza, y el 44% de esas personas son niños y adolescentes. La mayoría viven en los departamentos del norte y en los extrarradios de Montevideo. En Uruguay hay unos 607 asentamientos irregulares -lo que aquí llamamos «chabolas»- en los que viven alrededor de 165.000 personas, según los datos oficiales disponibles.
En los quince años de políticas redistributivas de la riqueza, entre 2004 y 2019, los gobiernos frenteamplistas de Tabaré Vázquez y Pepe Mújica lograron reducir los índices de pobreza en Uruguay del 40% al 9%. Ahora el reto para Yamandú Orsi es rescatar a este «núcleo duro» de la pobreza.
Orsi deberá reparar cuatro años de políticas de duros ajustes presupuestarios en los servicios públicos, como sanidad y educación, llevados a cabo por Lacalle Pou, contra los que se han levantado periódicamente grandes olas de protesta.
Estamos ante una victoria más de los pueblos, que consolida aún más la hegemonía actual de los gobiernos progresistas en América Latina
Pero el nuevo gobierno del Frente Amplio lo deberá hacer negociando, porque por apenas dos diputados no tiene la mayoría de escaños en el Parlamento. Esto explica en buena medida la cordialidad republicana antes exhibida.
«En la próxima legislatura se va a imponer la necesidad de negociar”, dice el mismo Pepe Mújica, respetadísima figura de la izquierda uruguaya, latinoamericana y mundial, y cuyo estado de salud es delicado. “Para negociar hay que crear un clima”, advirtió. En ese sentido, el FA parte con ventaja en aras de la gobernabilidad porque logró la mayoría en el Senado con 16 asientos. Otra es la situación en el Congreso de los Diputados, donde deberá buscar acuerdos para sacar adelante, entre otros proyectos, la ley de presupuesto», dice.
Pero sea como sea, estamos ante una victoria más de los pueblos, que consolida aún más la hegemonía actual de los gobiernos progresistas en América Latina -junto a Uruguay, tenemos a Brasil, Chile, Bolivia, Colombia, Venezuela, Honduras, Guatemala, México, Cuba, Nicaragua- que apuestan por la integración latinoamericana y la soberanía frente a los dictados de EEUU y otras potencias imperialistas, y por la redistribución de la riqueza para avanzar por la senda del bienestar y del desarrollo económico propio, en beneficio de las clases populares.
Una vez más, los pueblos avanzan y el gigante del Norte retrocede.
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Selección de Prensa
¿Quién es Yamandú Orsi?
Mercedes López San Miguel – Página 12
Dicen en Uruguay que el partido que gana en Canelones, gana la presidencia. Este departamento de 500 mil habitantes es un bastión frenteamplista: la coalición de izquierda triunfa desde hace 20 años excepto en las elecciones de 2019. Para las de 2023, el departamento volvía a ser del Frente Amplio.
En la primera vuelta del 27 de octubre, el Frente Amplio se impuso en 12 de los 19 departamentos del país, incluyendo Canelones, de donde es oriundo Orsi. El político de 57 años, profesor de Historia, lleva el nombre que en la etnia charrúa significa «el que da la vida» o «el protector».
Sus primeros años los pasó con su familia en un paraje rural. Se mudaron a la capital del departamento porque su padre ya no podía trabajar haciendo fuerza en la viña. Los padres de Yamandú pusieron un almacén de barrio. Desde chico, Orsi y su hermana ayudaron en las tareas del almacén. Estudió en escuela pública, fue abanderado y también monaguillo.
La militancia de Orsi se despertó de la mano del folclore, en una casa donde no se hablaba del tema, según publicó La diaria. A mediados de los 80 iba al secundario y bailaba música popular. Militó en el centro estudiantil de su colegio y, por intermedio de sus compañeros, se acercó a los comités de base del Frente Amplio. Primero formó parte de la Vertiente Artiguista y luego en el Movimiento de Participación Popular (MPP), partido que lidera José «Pepe» Mujica, quien se convertiría en su mentor.