El Fondo Monetario Internacional ha anunciado que el “pico” de las movilizaciones contra el FMI se dará en el segundo trimestre del año 2022. Vaya precisión de arquero.
Parece una nueva modalidad de cálculo económico para responder a la pregunta de: ¿Cuándo se darán cuenta y estallarán aquellos a los que les estamos amargando la vida en todo el planeta?
Esta conclusión viene en el informe que acaba de publicar el FMI Las repercusiones sociales de las pandemias, en el que dibuja un escenario de enfrentamientos sociales y conflictos callejeros tras una pandemia, y cuyo “máximo riesgo” es dos años después de su pico más alto.
Hacen el diagnóstico, establecen quiénes son los que padecen la situación económica, fijan con precisión cuándo se van a dar los estallidos sociales… Y tendrán previsto cómo y cuándo se debe superar esta crisis.
Pero no parece un juego, sino que están advirtiendo a los gobiernos e intentando acostumbrar a la población a que “esto es lo que hay, nos ha tocado ser pobres, hemos nacido en la parte del mundo equivocada o en la parte de las ciudades que no nos correspondía”…, y sabemos lo que nos espera.
Cuando éramos pequeños y nuestra madre nos llevaba a que nos pusieran una inyección no sabíamos que el ATS te daba primero unos golpecitos y cuando estabas desprevenido te pinchaba. Ahora no nos dan ni golpecitos.
Hay otra realidad más allá de la que nos dibujan los gurús del FMI. Y no la representan las manifestaciones que terminan en asalto a las tiendas o en incendios callejeros
En España, desde el minuto uno de la pandemia se reunieron en la Asamblea de junio convocada por la CEOE los grandes grupos financieros, banqueros, altos ejecutivos del Ibex-35 y del capital extranjero que opera en España. Allí fijaron con claridad quién iba a pagar esta crisis, qué coste social iba a tener y el coste económico de la movida, que en forma de deuda pública pagaría el Estado, es decir los ciudadanos de siempre.
Lo sabían desde el principio y por eso en los medios se habla una y otra vez de los ERTE o del Pacto de Toledo y que todo es culpa de la pandemia… A los jóvenes en paro se les llama “generación perdida”, a las mujeres que cobran menos “parte de la brecha salarial” y a las miles de pymes arruinadas por el cierre de sus negocios y confinamientos “empresas zombis”… Y otros sinónimos por estilo.
Nos están preparando. Todo este movimiento es para preparar a la población, para acostumbrarla antes del golpe. Se hacen comparaciones constantes a que esta crisis se está resolviendo mejor que la anterior…, aunque haya aspectos que sean ciertos (como los ERTE o algunas ayudas sociales) el mar de fondo, los problemas estructurales son los que persisten.
Pero hay otra realidad más allá de la que nos dibujan los gurús del FMI. Y no la representan las manifestaciones que terminan en asalto a las tiendas o en incendios callejeros.
Esa realidad está en los trabajadores de las empresas que están luchando por que no se cierren las industrias como los de Alcoa, Gamesa, Nissan o la Ford… En las contundentes pero pacíficas manifestaciones sociales ajustadas a las condiciones de pandemia de la hostelería o de Jaén por las inversiones prometidas… En las movilizaciones de los pensionistas contra el recorte y privatización de las pensiones futuras… En las movilizaciones convocadas por los sindicatos, las organizaciones sociales de los barrios y pueblos, las mujeres, feministas y jóvenes…
No lucen con los incendios de los contenedores y “quemacoches”, pero que están poniendo en pie un movimiento aún mudo, aún con pocas consignas y pocos portavoces en los medios de comunicación…, pero con una consistencia de décadas.
Y estos movimientos también hacen previsiones. También piensan, También fijan etapas y cómo ganar batallas sociales, económicas y políticas…