Steven Spielberg y Tom Hanks estuvieron presentes, en un lugar destacado, en la ceremonia oficial que conmemoraba el 80º aniversario del desembarco de Normandía. No era una invitación gratuita. Todos recordamos “Salvar al soldado Ryan”. Hollywood ha sido el gran muñidor que nos ha impuesto en la memoria un recuerdo falso: el de que EEUU liberó a Europa de la barbarie nazi.
Y el acontecimiento clave que supuestamente “cambió la historia” y abrió paso a la derrota de las hordas hitlerianas sería el desembarco de Normandía… gracias a la intervención norteamericana.
Muchos historiadores han demostrado que no es verdad. La fuerza principal en la derrota de la Alemania hitleriana fue la URSS, el Ejército Rojo y el pueblo soviético, junto a los movimientos de partisanos y la resistencia, encabezadas en la mayoría de los casos por partidos comunistas.
Si la mentira se mantiene es porque resulta muy rentable. Mantener el mito de unos EEUU que nos salvaron de los nazis contribuye a imponer hoy en la conciencia de los europeos que no hay otro camino “civilizado” posible que la sumisión a la superpotencia.
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¿Qué dicen los historiadores?
El 5 de junio de 1944 hasta 7.000 barcos, respaldados por 12.000 aviones, partieron de Inglaterra rumbo a las playas de Normandía. Transportaron 155.000 soldados norteamericanos, británicos y canadienses que penetraron en el continente, en el mayor desembarco de tropas de la historia.
Tras superar las barreras defensivas levantadas por los nazis, el llamado “Muro atlántico”, y después de semanas de arduos combates, París fue liberado entre el 19 y el 25 de agosto.
Nadie duda de la importancia que este hecho tuvo en el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. ¿Pero realmente fue el “momento decisivo”, la clave que hizo retroceder a los nazis y provocó su derrota?
Los hechos nos dicen lo contrario. Cuando los norteamericanos desembarcan en Normandía, la Alemania hitleriana ya está a la defensiva. Había sufrido sus primeras derrotas en el frente oriental, y la URSS había pasado a la ofensiva contra las tropas hitlerianas.
Si se trata de conocer la historia, hay que acudir no a la propaganda sino a lo que dicen los historiadores.
Josep Fontana, prestigioso historiador catalán y maestro de toda una generación de investigadores, es tajante: “fueron los avances soviéticos en el este los que decidieron la suerte de la guerra”. Reiterando que “dejando a un lado sus 25 millones de muertos y las terribles destrucciones sufridas, está claro que la guerra la ganaron los soldados que desde Stalingrado y Kursk avanzaron hasta Berlín”.
Eric Hobsbawn, uno de los historiadores que más han influido en el pensamiento de la izquierda, es igual de rotundo en su emblemática “Historia del siglo XX”: “Al no haberse decidido la batalla de Rusia tres meses después de haber comenzado, como Hitler esperaba, Alemania estaba perdida (..:) Los ejércitos alemanes fueron contenidos, acosados y rodeados y se vieron obligados a rendirse en Stalingrado. A continuación los rusos iniciaron el avance que les llevaría a Berlín, Praga y Viena al final de la guerra. Desde la batalla de Stalingrado, todo el mundo sabía que la derrota de Alemania era cuestión de tiempo”.
Fue el avance del Ejército Rojo, y no el desembarco de Normandía, el motor principal que derrotó a los nazis
Y un historiador español, Ricardo Artola, es todavía más claro: “Minusvalorar la participación soviética y ensalzar la estadounidense tiene que ver con la propaganda de la Guerra Fría. Cuando los angloamericanos desembarcaron los soviéticos ya habían debilitado mucho a los alemanes. Dicho de otro modo, si no hubiera habido Día D los soviéticos también habrían tomado Berlín. Sin embargo, sin la URSS los estadounidenses no habrían llegado a Berlín. La única pieza que es insustituible y decisiva en la derrota nazi es la URSS”.
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Tres momentos clave
En 1941, cuando invade la URSS, la Alemania hitleriana está en el cénit de su poder. Había conquistado buena parte de Europa, incluyendo la ocupación de Francia. Y si hubiera triunfado la “guerra relámpago” contra la URSS el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial hubiera sido otro muy diferente del que conocemos.
Pero a 80 kilómetros de Moscú, las tropas nazis son frenadas por la resistencia soviética. Alemania no puede ocupar Moscú, y la invasión rápida se transforma en una guerra prolongada.
Este es el primer momento decisivo.
El segundo sucede en Stalingrado, la mayor y más cruenta batalla de la historia. Los nazis la atacaron el 19 de agosto de 1942, y se vieron obligados a rendirse en febrero de 1943. Era la primera derrota que sufría la Alemania hitleriana. Fue un heroico ejercicio de resistencia por parte del pueblo soviético y el Ejército Rojo, con más de dos millones de soldados y civiles muertos.
En el libro “Stalingrado. La ciudad que derrotó al Tercer Reich” el historiador alemán Jochen Hellbeck reafirma que esta victoria soviética “marcó un punto de inflexión en la Segunda Guerra Mundial”. Señalando que fue posible por “la voluntad de todos los hombres del frente de no someterse a la violencia, a la tenebrosa fuerza de los esclavizadores e invasores alemanes”.
Y el tercer momento decisivo hay que buscarlo en Kursk, en julio de 1943. En la mayor batalla de tanques de la historia el Ejército Rojo infringió una sonora derrota, que muy pocos esperaban. Las tropas de la Alemania nazi quedaron desfondadas, y la URSS pudo no solo liberar su territorio sino emprender una ofensiva que le llevó hasta Berlín.
La mentira de que le debemos la liberación del terror nazi alienta la sumisión europea respecto a EEUU
El historiador británico Richard Overy, en un libro titulado significativamente “Por qué ganaron los aliados”, sostiene que la de Kursk es la batalla más decisiva de toda la Segunda Guerra Mundial. Argumentando que “el Ejército soviético tomó la iniciativa y ya no volvió a abandonarla; Kursk desequilibró de manera irreversible el frente alemán”.
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Las fake-news del pasado
Estos son los hechos. Y son contundentes.
La URSS entregó 25 de muertos, soldados y civiles, para derrotar al nazismo. Las bajas norteamericanas fueron 1,5 millones, muchas pero a años luz del esfuerzo de la URSS. El Ejército Rojo soviético acabó con 607 divisiones alemanas… cuatro veces más que la suma del resto de potencias aliadas.
Y la URSS desarrolló esa descomunal resistencia antinazi muchas veces en contra de quienes se decían sus aliados. Durante tres años, de 1941 a 1944, EEUU e Inglaterra se negaron a abrir un segundo frente en Europa, que la URSS reclamaba insistentemente.
Washington y Londres solo intervienen masivamente en el continente, con el desembarco de Normandía, en 1944, cuando tras Stalingrado y Kursk la URSS está en disposición de lanzar una ofensiva. El verdadero objetivo del llamado “Día D” por parte de EEUU era evitar que el avance soviético llegara hasta los Pirineos, alentando en su avance revoluciones impulsadas por los movimientos de resistencia, hegemonizados por partidos comunistas.
Si ahora subvierten la historia, ocultando el papel decisivo de la URSS en la derrota del nazismo, no es porque la Rusia actual esté invadiendo Ucrania. Putin está más al lado de Hitler que de la URSS que se enfrentó a la Alemania nazi.
Lo que está en juego es el dominio norteamericano sobre Europa, basado en el poder militar y la intervención política, pero también anclado en un “mito fundacional”, el de que EEUU nos liberó de los nazis.