Elecciones 20 D

El extraño caso de los malos lectores de Kant

Los lí­deres de Podemos y Ciudadanos, Pablo Iglesias y Albert Rivera, en un reciente debate preelectoral en la Universidad Carlos III de Madrid, con el periodista Carlos Alsina como moderador, recomendaron al uní­sono leer la obra de Kant, pero al hacerlo el primero citó erróneamente su obra más popular, la Crí­tica de la razón pura, nombrándola como «í‰tica de la razón pura», mientras que el segundo, cuando el moderador le pidió concreción, acabó reconociendo no haber leí­do ninguna de sus obras.

Ambos respondían a la pregunta de un alumno que les inquirió sobre si apoyaban la decisión del Gobierno actual de dejar en un segundo plano la asignatura de Filosofía en la enseñanza secundaria, tal y como propone la Lomce; de paso, les pidió que recomendaran una obra de esta materia, y fue cuando ambos quedaron en evidencia.

Iglesias mencionó la «Ética de la razón pura», en lugar de Crítica de la razón pura de Kant, y defendió la importancia de la Filosofía porque «enseña a pensar».

Por su parte, el presidente de Ciudadanos, que también criticó la decisión del Gobierno y apostó por recuperar esa asignatura, junto con Música, describió al filósofo alemán como un «referente», pero no pudo concretar ninguna obra suya tras insistirle el moderador.»No sé, yo vengo del mundo del Derecho y Kant es un referente, no sólo un gran filósofo, sino un gran jurista. Por tanto, cualquiera de las obras de Kant me parece un referente para juristas y también un referente para filósofos. ¿Concreto? La verdad es que no he leído a Kant un título concreto, pero lo he estudiado en Filosofía política», argumentó Rivera.

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«La filosofía de Kant fue revolucionaria mientras sirvió a la causa del derrocamiento del orden feudal y el triunfo de la ilustración»

Este curioso incidente sirvió para que, en días siguientes, la prensa de uno y otro signo, hiciera una cierta rechifla de ambos políticos, subrayando la «mala memoria» de uno y la «ignorancia» del otro,  y dando a entender la escasa formación de ambos políticos.

Nadie, sin embargo, reparó en otro hecho más esencial. Y es, ¿por qué ambos eligieron como «referente» a leer en este momento a Kant?  ¿Y por qué a Kant y no a otro?

Por supuesto, no vamos a caer en la estupidez de decir que no hay que leer a Kant, un filósofo esencial en la historia del pensamiento ilustrado europeo, pero sí resulta interesante indagar en el hecho de qué hay detrás de esta recomendación. En qué quiere decir que estos dos líderes políticos, aparentemente destinados a jugar un papel político esencial en el nuevo diseño político español, elijan a Kant como referente filósofico en este momento.

El pensamiento político y filosófico de Kant corresponde al de la burguesía ilustrada de finales del siglo XVIII, entroncado con los principios de «libertad, igualdad y fraternidad» que iba a popularizar la revolución francesa. Kant elevó a nivel filosófico los ideales de una clase que acababa de protagonizar una revolución que había mandado al baúl de la historia el orden feudal y la indiscutible hegemonía de la religión sobre el pensamiento. La filosofía de Kant era en ese sentido y en esa época una filosofía de emancipación, que entronizaba la razón frente a la fe y la libertad frente al vasallaje.

Esa filosofía fue revolucionaria mientras sirvió a la causa del derrocamiento del orden feudal y el triunfo de la ilustración.

Pero en los dos siglos siguientes, los siglos de la dominación burguesa y del triunfo del capitalismo, las cosas tomaron unos derroteros muy alejados de las prescripciones kantianas. Una vez implantado su dominio político y asentado su poder económico, el capitalismo, la burguesía iba a alejarse muy rápidamente del programa emancipador que le sirvió para tomar el poder. La libertad se  transformaría en un nuevo orden político, donde la burguesía ejercería su poder de un modo omnímodo. La igualdad dio paso a un nuevo y riguroso orden clasista, con explotadores y explotados. Y a la fraternidad la sustituyó un nuevo orden moral, dominado por el frío cálculo del dinero. En este nuevo sistema burgués, los principios de la filosofía kantiana quedaron totalmente vacíos de contenido. Sus conceptos definían realidades que ahora eran muy diferentes a las que el filósofo imaginó.

Cuando a comienzos del siglo XX, las burguesías europeas desencaderon la gran carnicería de la primera guerra mundial, sus ideales revolucionarios habían sido anegados y bañados en sangre. «Explotación, opresión y guerra», eran ya su nueva triada.

En ese contexto (padre del actual) la filosofía de la emancipación no correspondía ya a la caduca filosofía kantiana, sino a otros pensamientos, como el de Marx, que definían con absoluta precisión la naturaleza del orden burgués y del capitalismo. Marx ofrecía una nueva lectura de la historia, analizaba las causas y la inevitabilidad de las crisis capitalista s y apuntaba a la necesidad de una nueva revolución.

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«El viejo liberalismo político es totalmente inviable en las sociedades capitalistas actuales. La burguesía occidental ya tiene otros principios y otro programa. «

Cuando nuestras rutilantes estrellas del nuevo escenario político recomiendan al unísono a Kant, ¿qué están diciendo? En el caso de Rivera, que se autodefine como liberal, haya leído o no a Kant, su idea es la proponer la mejor versión de una concepción del mundo, la burguesa, que no se corresponde en absoluto a la realidad actual. ¡Ya no estamos en los tiempos de la revolución burguesa, señor Rivera! Llevamos cientos de años viviendo bajo los efectos de esa revolución. La burguesía ya tiene todo el poder. El viejo liberalismo político es totalmente inviable en las sociedades capitalistas actuales. La burguesía occidental ya tiene otros principios y otro programa. Y resucitar a Kant es imposible. Los principios kantianos ya no pueden lavarle a la cara a un sistema que rezuma por todas partes opresión, explotación y guerra.

Pero si la propuesta del señor Rivera puede calificarse de anacronismo, la de Pablo Iglesias es verdaderamente chocante. Supuestamente la alternativa que encarna Podemos no trata de reforzar el sistema actual (como ilusoriamente pretende Rivera, revitalizando los ideales originarios), sino cambiarlo por otro más justo. En este caso, la invitación a la lectura de Kant resulta más paradójica e incomprensible. ¿Qué objeto tiene hoy reivindicar los ideales «revolucionarios» de la burguesía, cuando la burguesía ha dejado de ser una clase revolucionaria? ¿Va la gente a encontrar en Kant los fundamentos filosóficos o políticos para un proyecto emancipador en nuestros días?

El problema principal una vez más no es si la clase política que viene es más o menos iletrada o tiene más o menos acierto al citar: el problema es qué proyecto político y de clase representan. Al elegir a Kant como mentor filosófico, Rivera e Iglesias se retratan plenamente.