Hasta finales de este mes no se conocerá el verdadero agujero de Bankia, el último escándalo financiero nacional en el entramado de las Cajas de Ahorros, que ha obligado al Gobierno a entrar a saco en la entidad, cesando a su presidente, el todopoderoso Rodrigo Rato (que el año pasado, por su buena gestión económica de la entidad, recibió 2,3 millones de euros), nacionalizando la matriz, el Banco de Fomento y Ahorros (BFA) , y, provocando una nueva reforma del sistema financiero, la segunda en dos meses, y la cuarta en tres años. Recibidas todas con desconfianza y prevención en Europa.Se desconoce cuánto va a costar al contribuyente la aventura de Bankia (la unión de CajaMadrid y Bancaja a la que se sumaron posteriormente seis pequeñas cajas de ahorros regionales para crear no un gran banco, sino todo un imperio inmobiliario, todo un homenaje al ladrillo), aunque son algunos los analistas que calculan que pueden superar los diez mil millones de euros y llegar incluso a los 30.000 mil, que viene a ser el resultado de gran parte de los ajustes que viene aplicando el Gobierno de Mariano Rajoy, desde su triunfo electoral el pasado mes de noviembre.