El embajador de EEUU tiende puentes con el PP

«En pleno mes de julio, poco antes de las vacaciones de agosto, el lí­der del Partido Popular y el embajador de los Estados Unidos en España, Alan D. Solomont, mantuvieron en Madrid una tan discreta como cordial reunión, «en la que se habló de todo y quedaron claras las lí­neas maestras que en polí­tica exterior marcarí­an la acción de un Gobierno Rajoy», en opinión de una fuente cercana al encuentro.»

Obama, que ha edido al Gobierno de Rodríguez Zapatero el envío de un nuevo contingente de Guardias Civiles, está preocupado ante la respuesta que el Ejecutivo español pueda dar a esa petición. En realidad, la preocupación norteamericana es de un calibre muy superior. Conscientes de las dificultades de todo orden que acorralan al Gobierno socialista en la actualidad, en Washington hay gente que piensa que, colocado entre la espada y la pared, Zapatero podría protagonizar otra espantada parecida a la Irak, cuando recién elegido presidente procedió a retirar de forma unilateral a las tropas españolas allí destacadas. ¿Por qué habría de repetir aquel episodio? Para recuperar la confianza de la izquierda más radical, de cara a los compromisos electorales que se avecinan (EL CONFIDENCIAL) LA VANGUARDIA.- ¿Medio llena o medio vacía? Nunca el debate sobre el contenido de la botella, sobre la calidad del vigor exportador alemán, base del crecimiento de la mayor economía de la eurozona, había tenido mayor sentido. Frente a una estrategia basada en el desequilibrio, que se aprovecha y agrava la enfermedad, un nuevo concepto resume la encrucijada europea, el "ajuste simétrico". Un concepto comunitario, no nacional sino internacional, para una estrategia que sea adecuada a una Unión en crisis. Eso exige largueza de miras, lo que es complicado. Asediada por lobbystas y colonizada por intereses empresariales ajenos a todo sentido de Estado y a los intereses generales europeos, la clase política de Berlín y de Bruselas, no parece a la altura de las circunstancias. La reciente "revolución energética" anunciada por la Canciller Angela Merkel, verdadero taparrabos semántico del descarado regalo millonario a las compañías eléctricas, que estas han impuesto al gobierno de Berlín, hace pensar lo peor. Opinión. El Confidencial El embajador de EEUU se reúne con Rajoy para tender puentes con el PP Redacción En Washington se olfatea el cambio político que empieza a perfilarse en España y la Administración del presidente Obama está ya obrando en consecuencia, tendiendo puentes de diálogo con un eventual Gobierno presidido por Mariano Rajoy. En pleno mes de julio, poco antes de las vacaciones de agosto, el líder del Partido Popular y el embajador de los Estados Unidos en España, Alan D. Solomont, mantuvieron en Madrid una tan discreta como cordial reunión, “en la que se habló de todo y quedaron claras las líneas maestras que en política exterior marcarían la acción de un Gobierno Rajoy”, en opinión de una fuente cercana al encuentro. Como trasfondo de la entrevista, el conflicto armado que está teniendo lugar en Afganistán y el horizonte de futuro de la misión militar española destacada en ese país, que precisamente en agosto sufrió las bajas mortales de dos agentes de la Guardia Civil y un traductor español. La Administración Obama, que ha pedido al Gobierno de Rodríguez Zapatero el envío de un nuevo contingente de Guardias Civiles cuya misión consistiría en entrenar a las futuras fuerzas de orden público afganas, está preocupada ante la respuesta que el Ejecutivo español pueda dar a esa petición. En realidad, la preocupación norteamericana es de un calibre muy superior. Conscientes de las dificultades de todo orden que acorralan al Gobierno socialista en la actualidad, en Washington hay gente que piensa que, colocado entre la espada y la pared, Zapatero podría protagonizar otra espantada parecida a la Irak, cuando recién elegido presidente procedió a retirar de forma unilateral a las tropas españolas allí destacadas. ¿Por qué habría de repetir aquel episodio? Para recuperar la confianza de la izquierda más radical, de cara a los compromisos electorales que se avecinan. El PP será “un aliado fiable” de los USA El embajador Solomont cree que el presidente español no tendrá más remedio que atender la nueva petición de su “amigo” Obama, aunque es muy consciente del desgaste personal que para el de León supondrá ese nuevo envío de tropas entre su clientela de izquierdas. ¿Qué haría en una situación parecida un Gobierno presidido por Mariano Rajoy? “Lo único que puede decir en este momento el Partido Popular es que será un aliado fiable de los Estados Unidos”, desde luego mucho más que el errático Gobierno de Rodríguez Zapatero, vocacionalmente empeñado en política exterior en ir de la mano de regímenes populistas cuando no abiertamente antidemocráticos. Hoy tendrá lugar en el Parlamento una nueva prueba de fuego para el Gobierno Zapatero en relación con la guerra de Afganistán, prueba que será seguida con toda atención por la embajada USA en Madrid. En efecto, el presidente comparecerá a partir de las 9 de la mañana para un debate monográfico sobre la situación de la misión militar española en aquel país. Atenderá así la petición de comparecencia registrada el pasado 27 de agosto por Gaspar Llamazares a través del Grupo Parlamentario de ERC-IU-ICV, para que el presidente “informe sobre la situación en Afganistán y la posición del Gobierno respecto a la definición de un calendario de retirada total de las tropas españolas”. La izquierda radical, pues, quiere darle a ZP donde más le duele. Y en el mismo punto golpea el PP, aunque por motivos distintos. El propio Rajoy exigió al presidente del Gobierno a primeros de este mes que “diera la cara" acudiendo al Congreso para explicar la situación de las tropas en Afganistán, sobre todo después de los asesinatos ocurridos en la base de Qala-i-Now. Rajoy quiere que "diga la verdad. No estamos en una misión humanitaria, sino en un conflicto bélico y Zapatero tiene la obligación de decírselo a los españoles". Prisionero de aquella decisión populista que supuso la retirada de Irak, a pesar de estar respaldada por el Consejo de Seguridad de la ONU, Zapatero es ahora víctima de la contradicción que, para su electorado más radical, supone mantener tropas en un conflicto como el de Afganistán. EL CONFIDENCIAL. 15-9-2010 Opinión. La Vanguardia Alemania y el ajuste simétrico Rafael Poch de Feliu ¿Medio llena o medio vacía? Nunca el debate sobre el contenido de la botella, sobre la calidad del vigor exportador alemán, base del crecimiento de la mayor economía de la eurozona, había tenido mayor sentido. Frente a una estrategia basada en el desequilibrio, que se aprovecha y agrava la enfermedad, un nuevo concepto resume la encrucijada europea, el "ajuste simétrico". Un concepto comunitario, no nacional sino internacional, para una estrategia que sea adecuada a una Unión en crisis. Eso exige largueza de miras, lo que es complicado. Asediada por lobbystas y colonizada por intereses empresariales ajenos a todo sentido de Estado y a los intereses generales europeos, la clase política de Berlín y de Bruselas, no parece a la altura de las circunstancias. La reciente "revolución energética" anunciada por la Canciller Angela Merkel, verdadero taparrabos semántico del descarado regalo millonario a las compañías eléctricas, que estas han impuesto al gobierno de Berlín, hace pensar lo peor. En Alemania el regreso al cole está dinamizando el debate sobre la calidad y los efectos, en la eurozona, de su crecimiento exportador. Las cifras sobre el segundo trimestre conocidas durante el verano, consolidan el pronóstico de un crecimiento que duplicará el europeo para el año en curso, pero cada vez más observadores alertan sobre la excesiva dependencia alemana de una coyuntura internacional incierta, en Estados Unidos y en China. La bajada del euro explica el vigor de la demanda americana y china de productos alemanes, pero hasta Anton Börner, el Presidente de la Federación de Comercio (BGA) matiza su general optimismo diciendo que, "si América se derrumbara, el crecimiento alemán no podrá continuar". Lo mismo ocurre con la demanda china de productos alemanes, que el año pasado registró un espectacular incremento del 60% y sostiene a sectores enteros de la economía alemana como el del automóvil. Una explosión de la burbuja inmobiliaria china acabaría con esa bendición. Pero el éxito alemán es también frágil porque, como se apunta por doquier, el verdadero factor de la crisis reside en los "desequilibrios globales" y el crecimiento alemán se alimenta precisamente de ellos. "Que Alemania sea uno de los principales beneficiarios de los diferentes balances comerciales (de la eurozona) es un dato difícil de digerir para los alemanes", dice el analista del Financial Times Deutschland, Wolfgang Münchau. Con el paquete de ayuda al euro se ganó tiempo, tres años, pero no se solucionaron los problemas que ocasionaron la crisis, se lee en el documento de trabajo preparado este verano por Werner Schieder, el ponente del SPD para temas económicos europeos del Bundestag. Münchau cree que el no actuar contra los desequilibrios nos condena a un segundo batacazo, aun peor que el primero. En cualquier caso, la clave de la supervivencia del euro a largo plazo está en Alemania. No es el único país de la unión monetaria con superávit exportador – Finlandia, Holanda y Austria están en una situación similar- sin embargo, por su tamaño y por las repercusiones que su demanda interna tienen en el conjunto, es Alemania la que está en el centro de la situación. La cuestión es cómo se realiza el proceso de ajuste en la eurozona. ¿Qué ajuste? El actual "ajuste asimétrico" pone el énfasis en la austeridad de los países deficitarios. Para los afectados significa una fuerte caída del consumo, público y privado, es decir una severa recesión, de la que no pueden salirse sin un contexto económico expansivo, señala la tesis de Schieder. En una unión monetaria, la persecución a ultranza de un superávit que en los otros países necesariamente genera déficits, no puede funcionar. Una caída de la demanda en esos países no puede no tener consecuencias en las exportaciones alemanas, que en un 60% se venden en la eurozona. Así, "el actual ajuste asimétrico presenta costes de crecimiento para el conjunto de la eurozona, y, todavía peor, contiene el peligro de una carrera deflacionista hacia la devaluación". La alternativa es el "ajuste simétrico": "los países con déficit deben ahorrar, mientras que los que tienen superávit tienen que estimular su demanda interna". Para ello deberían establecerse topes del 2% al 3% del PIB en materia de superávit. "Los grandes superávits, continuos y recurrentes, deberían evitarse, al igual que los grandes déficits continuos", señala Schieder, para quien la coordinación macroeconómica consiste precisamente en eso. "Su objetivo es alcanzar el correspondiente consenso político europeo y amarrar institucionalmente la regulación: eso es lo que se entiende por gobierno económico europeo", dice. Si la Unión Europea cree, de verdad, en su proyecto debería trabajar por ese tipo de regulación, y no continuar con la unilateral y corta de miras estrategia alemana neoliberal de la austeridad. Lo que se critica de Alemania no es que exporte, ni su nivel tecnológico, o que "lo haga bien", como dicen algunos simples, sino su sobre-exportación y su estancada demanda interna, provocada por una década de decrecimientos salariales que limitan las perspectivas de exportación de sus socios comunitarios. En definitiva, Alemania debería poner menos énfasis en crecer y más en desarrollar la demanda para sanear la situación de conjunto, lo que incluye la suya propia. Hacer lo contrario es peligroso, también políticamente, porque la actual estrategia contiene serias consecuencias para el prestigio y la imagen de Alemania en Europa, y en última instancia es disolvente para la Unión.— "La manía del gobierno alemán de imponer el estancamiento salarial alemán a los otros socios, aislará cada vez más internacionalmente a Alemania", dice Schieder. El entusiasmo europeísta se enfriará en muchos países en cuanto se perciba a esa Europa como una mera y fría autoridad recortadora del nivel de vida", pronostica. "Puede que los altos superávit vayan en interés de los consorcios exportadores alemanes y del sector financiero, pero no son "intereses de Alemania", concluye. Las eléctricas como síntoma La decisión del gobierno alemán de prolongar una media de doce años la vida de las 17 centrales nucleares del país, ejemplifica la situación porque ilustra cuales son las fuerzas y factores que determinan las decisiones. Ha sido calificada de "revolución" por la Canciller Merkel. Se trata, dice, de un "recurso puente" que apunta hacia una hegemonía de las renovables en la generación de electricidad a largo plazo. Las compañías eléctricas pagarán para contribuir a esa "revolución" unos 30.000 millones ha dicho el Ministro de Economía, Rainer Brüderle. Pero con la prolongación de la vida de las centrales, las compañías podrían ingresar hasta 100.000 millones en beneficios, un buen negocio, señalan las estimaciones de distintos institutos. Muchos observadores constatan que el haber dado marcha atrás a la ley del año 2000 que regulaba el cierre de las últimas centrales en 2020, lo que denota es el éxito de una política más agresiva del lobby eléctrico ante la clase política. Todas las compañías tienen a sus lobbystas en los pasillos políticos de Berlín (y de Bruselas), pero en este caso, los propios jefes de los cuatro principales consorcios (Johannes Teyssen, de Eon, Jürgen Grossmann de RWE, Hans-Peter Villis, de EnbW, y Tuomo Hatakka de Vattenfall) se han dejado de diplomacia y han intervenido personalmente, saltando al ruedo y criticando la política energética del gobierno hasta lograr un cambio. El acuerdo es doblemente favorable a las eléctricas porque está blindado: en caso de cambios en el calendario pactado, por ejemplo por victoria de un gobierno adverso a la ampliación de la vida de las centrales, las eléctricas pagarán menos. Wolfgang Mayrhuber, el Presidente de Lufthansa, interesado en la supresión de un impuesto al transporte aéreo, se ha quejado de la comprensión que las eléctricas han sabido encontrar en el gobierno. "A nosotros no nos hacen tanto caso", ha dicho. "Los tiempos de la diplomacia han pasado a la historia", señala el Handelsblatt. "La codicia de las empresas nucleares por conseguir más beneficios determina la política energética del gobierno", dice Hubert Weiger, presidente de la Federación para el Medio ambiente y la protección de naturaleza. En cualquier caso, la situación ha irritado a la sociedad, y, junto con las exigencias sindicales de aumento salarial, contribuirá a caldear el "otoño caliente" que se anuncia. LA VANGUARDIA. 12-9-2010