El desfiladero se estrecha y coloca a Pedro Sánchez al borde de lo imposible.
El desfiladero se estrecha y coloca a Pedro Sánchez al borde de lo imposible. La imagen no es de cosecha propia, puesto que no se trata de competir con Toni Batllori, fenomenal dibujante de la coyuntura: Sánchez, el intrépido aviador que no consigue despegar. La metáfora del desfiladero la empleó anoche el portavoz socialista Antonio Hernando, con cara de circunstancias, después de la reunión tripartita. “El desfiladero se estrecha, pero creemos que el acuerdo aún es posible. Los socialistas seguiremos haciendo todo lo que esté en nuestras manos para acercar posiciones”.
Hernando no quiso dar por muerta la “vía del 199”. La actual fase de interinidad política está generando su propio argot y se conoce por vía 199 la hipotética conjunción de PSOE, Ciudadanos y Podemos (incluyendo en la suma a los cuatro diputados valencianos de Compromís).
Dijo Hernando: “Está claro que la vía del 161 (suma de escaños del PSOE, Podemos, Compromís e Izquierda Unida) no es posible. Y está claro que la vía del 130 (suma de escaños PSOE-Ciudadanos) tampoco lo es. Sólo nos queda la vía 199, la de un gran acuerdo transversal, que a los socialistas nos sigue pareciendo posible, por muy difícil que parezca”. El portavoz socialista empleó un tono prudente y comedido, que contrastaba con el ímpetu de comparecencias anteriores. Fogueado en tiempos de Zapatero, el diputado Hernando es hoy uno de los más firmes puntales del secretario general Sánchez. Ademanes seguros, oratoria cortante y dureza frecuente. La profesionalidad del PSOE.
La reunión de ayer, la primera entre los tres partidos que podrían formar una mayoría parlamentaria contundente si existiese la posibilidad real de conjugar sus programas, no fue un éxito. Eso era lo previsible después de los vistosos, ruidosos y voluntarios enfrentamientos dialécticos entre Albert Rivera y Pablo Iglesias en los últimos días. Ciudadanos no quiere una alianza parlamentaria estable con Podemos. Y el partido del círculo morado no quiere –por ahora– facilitar con su abstención la formación de un Gobierno de Gran Centro alrededor del acuerdo programático entre PSOE y Ciudadanos.
(Además de la abstención de Podemos, para que el Gran Centro pudiese gobernar sería necesario que otros grupos, especialmente los soberanistas catalanes, adoptasen la misma actitud, o se ausentasen de la sesión de investidura para no votar en negativo junto con el Partido Popular).
Efectivamente, el sendero se está estrechando y sólo quedan veintitrés días para que expire el plazo. La política española comienza a oler a diciembre catalán. Hay intensos aromas electorales. Los días serán cada vez más espesos y no hemos de descartar cambios súbitos o movimientos vertiginosos de última hora. Mariano Rajoy, mineralizado, sigue quieto esperando que a los socialistas sientan el vértigo de la repetición electoral.
La dirección de Podemos rehusó anoche comparecer en “caliente” para valorar el desarrollo de la reunión, después de haber presentado un documento de viente puntos en el que lima sus propuestas iniciales, intenta acercarlas al programa electoral socialista –no al posterior programa del Gran Centro– y medio aparca la reclamación del referéndum en Catalunya, asunto que es delegado a En Comú Podemo para que lo discuta con el PSC. Podemos explicará hoy su posición. Pablo Iglesias siempre se las ingenia para acaparar la atención de los focos.
El portavoz de Ciudadanos, José Manuel Villegas, ofreció una versión pesimista y educada de la reunión. Constató que las distancias programáticas entre los dos partidos nuevos son casi insalvables, dejó en puntos suspensivos la posibilidad de una nueva reunión a tres bandas y prometió una respuesta formal de Ciudadanos a los veinte puntos de Podemos, a quienes llegó a tratar de “compañeros”. Ciertamente, la interinidad está creando su propio lenguaje.