La reciente puesta en marcha del Banco de Inversiones es el intento más serio hasta ahora de traducir su enorme poderío económico (16 billones de dólares de PIB combinado) y su gigantesca posesión de reservas de divisas (4 billones de dólares) en una herramienta efectiva de alternativa al FMI y el Banco Mundial con la que sortear lo que hasta ahora ha sido una de sus principales vulnerabilidades: la hegemonía del dólar en el sistema monetario mundial.
Desde el punto de vista económico, de la distribución del poder económico mundial, los BRICS, aún sin contar con Sudáfrica, están desplazando gradualmente a un G-7 entrampado en su gigantesca montaña de deuda.«El banco de los BRICS es el desafío más serio lanzado nunca contra la hegemonía del dólar» Según las últimas proyecciones del Banco Mundial, el PIB –medido en términos de paridad de poder adquisitivo– de China desalojará del primer lugar a EEUU a finales de este año, mientras India ya ha sustituido a Japón del tercero, Rusia ocupa el séptimo sitio, y Brasil echó el pasado año a Gran Bretaña del octavo. Sin embargo, los BRICS no han podido traducir aún todo este poderío económico en herramientas efectivas con las que sortear la hegemonía del dólar en el sistema monetario y financiero ni en el comercio mundial. Las cuotas de poder impuestas por el Banco Mundial y por el FMI en su funcionamiento, así como la duras condiciones de auténtica extorsión y saqueo asociada a sus préstamos, mantienen asfixiados en gran medida las ingentes necesidades que tienen los países emergentes en materia de infraestructuras de todo tipo -que pasarán de los actuales 800.000 millones de dólares a los dos billones en el futuro inmediato-, sin las cuales no es posible una mayor reducción de la pobreza a largo plazo y un desarrollo armónico de sus economías. Esto provoca un grave vulnerabilidad de los BRICS en el sistema financiero mundial, todavía dominado por el binomio EEUU/Gran Bretaña, en particular, y el G-7, en general.El predominio en este terreno del dólar estadounidense es apabullante: él solo representó el 87% de las transacciones comerciales en 2013, seguido por el euro, pese a sus dificultades, y muy lejanamente por el yen nipón y la libra esterlina.Salvo el yuan chino que ahora recién empieza a fortalecerse mediante acuerdos en las plazas financieras de Hong Kong, Shanghai, Francfort y la City, con el fin de internacionalizarse, las divisas de los BRICS son muy vulnerables.Falta todavía mucho, posiblemente 10 años o más –debido a los objetivos a largo plazo consustanciales a la estrategia de ascenso pacífico y gradual de China–, para que el yuan pueda llegar a ser competitivo con el dólar.Paralizada la opción de un reequilibrio multipolar en el reparto del poder en el seno de los organismos internacionales controlados por EEUU, los BRICS estaban obligados a desprenderse de su yugo mediante la creación de organismos que reflejen su nuevo poder y peso en el mundo: desde la futura hipotética creación de una divisa común de los BRICS hasta el lanzamiento del Banco de Desarrollo que se encontraba todavía en su fase de proyecto, dado que la prudente táctica china lo había pospuesto hasta ahora para no enfrentarse demasiado frontalmente a EEUU.Por eso, la decisión de los BRICS de crear un Banco de Inversiones propio, dotado con 100.000 millones de dólares de capital y otros 100.000 millones más de fondo de reserva está dirigido no sólo a impulsar los proyectos de desarrollo de los países del tercer mundo sino también a blindar las divisas de las potencias emergentes frente a nuevas turbulencias financieras como las desatadas por EEUU tras la crisis de 2007. «Como vieja superpotencia que trata de renacer de sus cenizas, la Rusia de Putin juega simultáneamente a varias bandas» Esta decisión de los BRICS es el desafío más serio lanzado nunca contra la hegemonía del dólar desde la creación del actual sistema monetario mundial, con el dólar como núcleo, en 1944 en Bretton Woods. El ascenso de China, el monstruo ruso y el enigma indioPreviniéndose de la estrategia norteamericana de contención en Asia, China no sólo prosigue su imparable camino de ascenso gradual y pacífico, basado en su desarrollo económico (todo el mundo prevé ahora que en 2020 el PIB chino estará a la par con el de EEUU) y en el fortalecimiento de su independencia política y poder militar, sino que está estableciendo una red de alianzas estratégicas, políticas, diplomáticas y económicas, que se extienden ya por toda Asia, África e Iberoamérica. Las maniobras político-diplomáticas de la Rusia de Putin han dado un salto cualitativo en Ucrania, desafiando esta vez en el terreno militar la ofensiva norteamericana por arrebatarle esferas de influencia. Como vieja superpotencia que trata de renacer de sus cenizas en todo lo que pueda, la Rusia de Putin juega simultáneamente a varias bandas. Por un lado refuerza su participación en los BRICS, profundizando su asociación económica, política y militar, particularmente con China. Pero al mismo tiempo despliega un proyecto imperialista que busca atraer a Alemania a una alianza estratégica, con el objetivo de que un posible eje Moscú-Berlín pueda tener la suficiente fuerza como para exigir un trato de igual a igual con Washington. Obligando así a EEUU a reconocer a Alemania y Rusia como grandes potencias mundiales de primer rango -con las concesiones y privilegios que ello comporta- a cambio de alinearse con Washington para contener el ascenso de China.Sin embargo, uno de los grandes enigmas que enfrenta el desarrollo de los BRICS es el arrollador triunfo de una nueva fuerza política en India, el Bharatiya Janata Party de Narendra Modi que con el 62% de los escaños ha desplazado el histórico liderazgo del Partido del Congreso de los Gandhi. Está todavía por verse que dirección toma el nuevo gobierno indio. Si propicia un acercamiento a China con el objetivo de recuperar la senda de un crecimiento económico seriamente ralentizado los últimos años, o el de el estrechamiento de las relaciones con EEUU iniciado en los últimos años del gobierno Bush.