Victoria de los pro-occidentales en Lí­bano

El delicado equilibrio del Cedro

El jefe de la mayorí­a parlamentaria libanesa, Saad Hariri da un discurso en el palacio Quarytem en Beirut. EFE

Para nadie era un secreto ayer en Lí­bano que lo que estaba en juego en los comicios de ayer no era sólo el signo del Gobierno de Beirut, sino el alineamiento internacional del multiétnico paí­s del cedro. Por eso ambos bloques -de un lado la coalición del 14 de Marzo, que agrupa a sunní­es, drusos y parte de la dividida comunidad cristiana, respaldada por Estados Unidos y las burguesí­as árabes del golfo; de otro lado los chií­es de Hezbolá y la otra rama cristiana, los maronitas del Frente Patriótico Libre, seguidores de Siria e Irán- movilizaron a fondo a su electorado. La victoria de los prooccidentales mantiene la correlación de fuerzas ligeramente a favor de Washington, si bien lo previsible es que se mantenga un gobierno de concentración nacional con presencia -y derecho a veto- de los prosimios.

En el uzzle más complejo de Oriente Medio las elecciones nunca son un proceso sencillo. La compra de votos es la norma y esta vez no ha sido la excepción, sobre todo en los distritos decisivos, donde las encuestas predecían la disputa más apretada de votos. Especialmente apretada estaba la contienda en los barrios cristianos, ya que una parte participa de la coalición cercana a occidente, y la otra, seguidora del general maronita Michel Aoun en lo que se llama Coalición del 8 de Marzo, respalda a Hezbolá y su vinculación a Damasco y Teherán. En un ambiente tenso y rodeados de gran cantidad de soldados, militantes de todas las facciones montaron guardia en los colegios electorales para prevenir tretas de sus contrincantes.La victoria recayó sobre la coalición del 14 de Marzo y su dirigente Saad Hariri, que obtiene 70 de los 128 escaños. Los resultados fueron reconocidos por parte del partido-milicia Hezbolá, rebajando algunos grados la temperatura: "Líbano está gobernado por una coalición y cualquiera que sea al resultado, no podemos cambiar el delicado equilibrio y repetir experiencias del pasado que condujeron a Líbano a la catástrofe. Quien desee estabilidad política, preservar la unidad nacional y la resurrección del país no tendrá otra opción que aceptar el principio del consenso", declaró Hassan Fadlala, dirigente del partido chií.Aunque el bloque pro-sirio esperaba poder ganar los comicios, la respuesta ha sido comedida porque esperan que los ganadores no rompan el actual pacto político, que otorga a la oposición un tercio de los asientos en el Gobierno y derecho de veto. "Si la coalición del 14 de Marzo excluye a Hezbolá y sus aliados del Gobierno, sólo inflamará la tensión. No es realista", decía Elias Hanna, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Damasco, aunque no se espera que tal cosa ocurra. Las consecuencias serían demasiado desestabilizadoras para EEUU, intensado ahora en tranquilizar la incendiaria región.La victoria del 14 de Marzo da a Washington una baza más para negociar con Teherán, pero mantiene un país muy inestable, sometido a un delicadísimo equilibrio. Aunque los chiíes acepten el resultado, siguen manteniendo una milicia paralela al ejército, que no cesa de armarse y de protagonizar periódicamente escaramuzas en la frontera con Israel. Hace mucho que Líbano –apodado hasta finales de los 70 “la Suiza de Oriente Medio- dejo de ser una nación estable y relativamente ajena a los conflictos de la región.