Rajoy se presentó a las elecciones de 2.004 como cabeza de lista del PP porque Aznar lo eligió entre una terna de candidatos entre las que también se encontraba Rodrigo Rato. Entonces se denunció esas prácticas como un «dedazo», donde el líder elegía a su sustituto de forma antidemocrática. Casi 12 años después hemos prosperado, y ahora el «dedazo» que pretende endosarnos a Rajoy como presidente proviene del mismísimo presidente norteamericano.
Obama ha apoyado en su visita la formación, en el plazo más breve posible, de un gobierno en torno al PP. Escenificando un claro mensaje a Pedro Sánchez para que permita la investidura de Rajoy, y a Ciudadanos y Podemos a que participen en un nuevo modelo político que exige acatar los pilares fundamentales del dominio norteamericano sobre España.
Obama ha declarado, junto a Rajoy, que “nos importa mucho que tengamos un Gobierno español estable y que funcione bien”. Ha alabado la política económica del gobierno del PP. Y ha escenificado el apoyo a Rajoy como principal alternativa de gobierno, con una entrevista de un hora en la Moncola y una posterior comparecencia conjunta. Obama ha apoyado en su visita la formación, en el plazo más breve posible, de un gobierno en torno al PP
Por el contrario, Pedro Sánchez ha debido ir a la base de Torrejón, y Obama solo le ha dedicado entre cinco y diez minutos, los mismos que a Ciudadanos y Podemos. Rebajando al segundo partido, y conminándole, sin necesidad de declaración alguna, a permitir un gobierno del PP.
La ofensiva del hegemonismo y la oligarquía sigue la estela marcada por Obama.
El País publica una encuesta (convenientemente preparada con preguntas que conducían a responder adecuadamente) donde se afirma que el 73% de los votantes del PSOE aceptarían una abstención que entronizara a Rajoy como presidente a cambio de reformas. El mismo mensaje repetido por los cuadros más prohegemonistas del PSOE como Felipe González o Javier Solana.
La alternativa del hegemonismo norteamericano es clara: formación lo más rápida posible de un gobierno del PP que pueda llevar adelante sus proyectos, alejando también la amenaza de que pueda ganar terreno la formación de un gobierno de unidad contra los recortes. Las maniobras para forzarlo van a multiplicarse, así como la presión sobre un Pedro Sánchez que hace pocos días reiteró el No al PP.
Al mismo tiempo, el recibimiento en Torrejón de Pablo Iglesias y Abert Rivera escenifica el carácter del nuevo modelo político. Los cuatro partidos que lo pilotarán han ido a una base norteamericana a expresar públicamente que acatan, por encima de sus diferencias, las “reglas del juego” del dominio norteamericano sobre España.