¿Triunfan los intereses de Italia y España?

El costoso peaje de la cumbre europea

"No hay prestación sin contraprestación" afirmó Merkel al terminar la cumbre. Y las concesiones hechas a España tienen un alto precio. El FMI y Bruselas ya se las han hecho saber al gobierno, y Rajoy ha tomado buena nota al anunciar que "habrá que tomar medidas difí­ciles en el corto plazo".

Todo el mundo se felicita por los resultados de la ultima cumbre europea, donde los intereses de Italia y España, tras el «órdago» lanzado por Monti y secundado por Rajoy, parecen haber salido triunfantes. Pero quedarse en esto es ver sólo la mitad del asunto. España, en efecto, ha salvado de momento el peligro de una intervención total, pero a cambio, la intervención parcial nos saldrá mucho más cara. Y no sólo en términos económicos, que también, sino polí­ticos.

Espoleados por los resultados de la cumbre del G-20, donde Washington frenó la extrema agresividad germana, la cumbre de la UE ha sido una repetición de alianzas a escala europea.


De un lado Berlín, con sus socios habituales del centro y el norte de Europa, defendiendo unas medidas que llevaban inevitablemente a la intervención total, primero de España y a continuación de Italia. «Todas las fuerzas populares debemos mantener en alto la lucha contra la intervención»


Del otro, el eje Washington-París-Roma-Madrid, una alianza coyuntural capitaneada por EEUU, cuyo objetivo último es evitar a toda costa que el “virus griego” –es decir, la descomposición del modelo político y la irrupción de una fuerza antihegemonista de izquierdas capaz de arrastrar al 27% de los votantes– pueda extenderse y llegar a contagiar a dos países de tanto peso como España e Italia.


Si las líneas de resistencia de Rajoy y Monti han dado sus frutos no es porque Merkel se haya doblegado ante Madrid y Roma, sino porque Washington ha intervenido incrementando sus presiones sobre Berlín. Sin embargo, nadie debe dar por cerrada la batalla. Merkel ha logrado vender muy cara su derrota momentánea.


Se ha evitado lo peor, pero al precio de aceptar mayores recortes contra el 90% de la población. De tragar con más intervención política y menos soberanía nacional.


En realidad, la única ganancia neta con la que ha vuelto Rajoy de Bruselas es que los fondos europeos de la intervención bancaria no tendrán preferencia sobre el resto de acreedores de la deuda española.


De las dos cuestiones claves, la recapitalización directa a los bancos sin pasar por el Estado queda pendiente de la formación de un supervisor bancario único, bajo mandato del BCE, es decir, del Bundesbank, con capacidad de vigilancia y control sobre todos los bancos de la zona euro. Algo que Rajoy ya ha aceptado al solicitar formalmente la intervención sobre el sistema financiero español, pero que de conjunto no estará en vigor antes de 2013, si es que finalmente todos los países aceptan la brutal cesión de soberanía bancaria a Francfort que implica esta medida, cosa que está por verse.


Con respecto a la compra de deuda publica de España e Italia con dinero europeo, se abre la puerta a que sea posible, pero queda en el aire las condiciones que traería consigo. Mientras Rajoy dice que no tendría ninguna condicionalidad añadida, según Merkel el país que solicite esa intervención  tendrá que negociar sus términos en un memorando que fijará los plazos y el calendario. Y las recomendaciones de Bruselas pasarán entonces a ser vinculantes y “vigiladas por la troika”, aunque no ejecutadas directamente por ella como ocurre en Grecia, Portugal o Irlanda. En otras palabras, formalmente Madrid o Roma no se verían sometidos a la humillación de ser gobernados por los funcionarios de la troika, aunque realmente si lo estén.


“No hay prestación sin contraprestación” afirmó Merkel al terminar la cumbre. Y las concesiones hechas a España tienen un alto precio. El FMI y Bruselas ya se las han hecho saber al gobierno, y Rajoy ha tomado buena nota al anunciar que “habrá que tomar medidas difíciles en el corto plazo”.


La subida del IVA, los recortes a las pensiones, la nueva andanada en sanidad o el tijeretazo a los sueldos de los funcionarios forman parte de esa nueva “hoja de ruta” que el gobierno se dispone a aplicar en los próximos meses.


Se ha evitado lo peor, una intervención total, pero eso no significa que tengamos que conformarnos con lo menos malo. La intervención parcial empieza a ejecutarse de forma implacable. Todas las fuerzas populares debemos mantener en alto la lucha contra ella, enfrentando a su programa de recortes e intervención una alternativa de redistribución de la riqueza, ampliación de la democracia y defensa de la soberanía nacional.