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El confuso camino europeo

A juzgar por el fuerte repunte en los mercados financieros globales, los líderes europeos reunidos esta semana en Bruselas, parecen una vez más dispuestos a decir y hacer lo suficiente para acabar con la crisis de la deuda de la zona euro. Al menos durante un día.Con España en peligro de colapso e Italia tambaleándose detrás de ella, la reunión no fue tanto una muestra de solidaridad como un foro para un consenso de emergencia. Los acuerdos más importantes giraron en torno a las formas de utilizar los fondos de rescate financiero de Europa con mayor flexibilidad. En particular, los líderes acordaron proporcionar el dinero del rescate directamente a los bancos españoles, en lugar de prestar el dinero al gobierno español, una medida sensata que está destinada a estabilizar los bancos sin tener que hundir al gobierno más profundamente en la deuda. Asimismo, convinieron en facilitar las condiciones bajo las cuales podría utiizarse el dinero del rescate para comprar bonos de los países vulnerables, como España e Italia, que han visto subir os intereses de su deuda a medida que sus economías se han debilitado.Los líderes también acordaron gastar 130.000 millones de euros, aproximadamente 160.000 millones de dólares, en proyectos de infraestructura y otros esfuerzos para impulsar el crecimiento y el empleo.Pero lo que no abordaron plenamente –lo que es crucial– es como abandonar la austeridad aplastante, defendida por Alemania, que se ha impuesto a las economías más débiles a cambio de ayuda de rescate. Los usos más liberales de los fondos de rescate a los bancos, por ejemplo, se dirigen a los países que ya están llevando a cabo duros recortes presupuestarios. El crecimiento del gasto para puestos de trabajo se espera que utilice los fondos ya existentes de la Unión Europea, por lo que no va a proporcionar un estímulo adicional sustancial a las economías en crisis.También hay razones para dudar de que los nuevos mecanismos de rescate financiero funcionen como está previsto. El nuevo enfoque supone una concesión por parte de Alemania, que previamente había insistido en que la ayuda de los planes de rescate se canalizaran sólo a través de los gobiernos que se comprometan con medidas de austeridad.Como condición del acuerdo, los líderes acordaron establecer un nuevo supervisor bancario de la zona euro. Este es un paso positivo en la dirección de una unión bancaria que podría fortalecer la moneda común. Pero hará falta hasta final del año, como muy pronto, para establecer el nuevo organismo, lo que significa que habrá algunos retrasos en la recapitalización directa de los bancos.La zona euro necesita una profunda reforma, incluyendo un plan para impulsar el crecimiento económico equilibrado, la emisión de deuda respaldada en forma conjunta y una mayor integración institucional. El último acuerdo, al igual que los anteriores, puede ganar algo de tiempo. La cuestión es si Europa va a usarlo para llevar a cabo los cambios necesarios.