La suspensión del revocatorio se produce en el contexto de una ofensiva continental made in USA -llamada el ‘nuevo Plan Cóndor- basada en los golpes blandos.
El proceso de referéndum revocatorio contra el presidente Nicolás Maduro ha quedado en suspenso por orden del Consejo Nacional Electoral (CNE). El mecanismo constitucional, creado por la propia revolución bolivariana como una forma de control democrático para poder destituir a los gobernantes a mitad de mandato si incumplen su programa, ha sido tomado por la derecha opositora a las órdenes de Washington para intentar derribar el gobierno de Maduro. La inestabilidad de Venezuela se produce en el marco de una ofensiva continental del hegemonismo norteamericano -llamada el ‘nuevo Plan Cóndor- basada en los golpes blandos.
El referéndum revocatorio impulsado por la derecha venezolana se encontraba en su segunda fase. En la primera, la oposición consiguió recoger el 1% del censo para iniciar el revocatorio, un instrumento constitucional creado por Chávez como un mecanismo de control democrático, que ahora la oligarquía venezolana y la embajada norteamericana tratan de usar para desalojar a Maduro del poder. En este segundo paso, como condición a la celebración del revocatorio en sí mismo, la derechista Mesa de Unidad Democrática (MUD) debía recoger las firmas del 20% del censo de cada Estado del país.
Pero las 8.300 denuncias contra las irregularidades en la primera parte del proceso han salido ganadoras en los Tribunales de 5 Estados del país. Según las denuncias, de los 1,9 millones de firmas recogidas en la primera etapa del proceso para activar el revocatorio, 605.727 (casi el 31%) fueron fraudulentas. Entre otras, se hallaron 1.333 números de cédulas de identidad inexistentes, 3.000 de menores de edad, 1.335 condenados por la Justicia y casi 11.000 firmas de personas fallecidas. Esto es lo que ha esgrimido el CNE para postponer el proceso hasta una nueva instrucción judicial.
La suspensión, que ha causado la ira de la oposición y la unánime condena de los medios de comunicación occidentales, puede estar o no sólidamente fundada. Es evidente que Venezuela es un país enormemente polarizado. Por una parte es innegable que en los últimos años, el chavismo ha perdido el apoyo de una parte sustancial su tradicional base electoral, las clases populares. Esto es fruto en lo principal del intenso malestar creado ex profeso por las tramas desestabilizadoras de Washington y la MUD, de su intenso boicot económico e institucional, de su bombardeo mediático y de la acción violenta de las guarimbas (disturbios) en la calle. Pero por otra parte, es también fruto de los propios errores de Maduro en el tratamiento de las contradicciones con las masas.
Pero la necesidad de aprender -y corregir- los errores en el campo de los antihegemonistas no debe hacer perder la perspectiva de lo que ocurre en el continente. Impeachment en Brasil, Macri en Argentina… America Latina vive hoy bajo el signo de una contraofensiva ‘made in USA’, bautizada ahora como ‘el nuevo Plan Cóndor’ y que se basa en los ‘golpes blandos’ para desestabilizar y derribar gobiernos hostiles a Washington. Las autoridades venezolanas han desarticulado estos días una parte de la trama del Cóndor en Venezuela, con la detención de un alijo de armas en poder de de varios miembros de los partidos de extrema derecha Voluntad Popular y Vente Venezuela. Al parecer, de forma inminente -finales de octubre y principios de noviembre- se pretendían llevar a cabo acciones golpistas para elevar a ebullición la temperatura del país y derrocar al gobierno de Caracas.