Guillermo del Toro se alzó con el Oscar a la mejor película por La forma del agua, una historia de amor anfibia. El triunfo de la película corona una nueva edad de oro del cine mexicano.
Con cuatro estatuillas, La Forma del Agua se coronó en los Oscar frente a otra gran película; Tres anuncios en las afueras. Inspirada en la historia de horror clásico La criatura del lago negro (1954) de Jack Arnold, cuenta la historia de amor entre Elisa Expósito, una empleada de la limpieza muda, protagonizada por Sally Hawkings, y una extraña criatura marina de Sudamérica que el gobierno esconde en unos laboratorios secretos. La hermosa escena de Julia Adams nadando y la criatura debajo de ella inspiró esta historia de amor anfibio entre el dios del agua y la mujer “incompleta”. Pero Guillermo del Toro subvierte la historia clásica de la bella y la bestia. La película comienza con Elisa, una princesa que no es princesa, preparándose el desayuno, limpiándose los zapatos y masturbándose. Y la bestia, una criatura marina capturada en el Amazonas, tampoco se convierte en príncipe, más bien es la bella quien se convierte en un poco bestia. Y no es el monstruo como ocurre en los grandes clásicos del género quien rapta a la mujer, sino que es ella quien decide quedárselo.«Guillermo del Toro subvierte la historia clásica de la bella y la bestia.»
La forma del agua es una historia de amor sin palabras que nos enmudece. Una historia de amor físico y carnal entre la criatura primigenia y la mujer, y según ha declarado Del Toro, es también una declaración de amor al cine. Por eso los protagonistas viven, literalmente, sobre una sala de cine donde todos los días se proyecta la misma sesión doble formada por la épica bíblica La historia de Ruth (Henry Koster, 1960) y el musical Martes de carnaval (Edmund Goulding, 1958).
Contada desde el punto de vista de la criatura marina, del Toro habla de la gente invisible, de la mujer incompleta, del dibujante homosexual pasado de moda, de Zelda la poderosa limpiadora afroamericana y su marido anónimo, del espía ruso sin nombre. Ambientada en el 1962 justo antes de que América despertase del sueño de abundancia y progreso los protagonistas son aquellas minorías que nunca aparecían en la reluciente publicidad. Del Toro retrata todas las tensiones sexuales, políticas y raciales de la América idealizada que hoy se reivindica al grito “Make America Great again”, a través de personajes que están solos y que se encuentran en esta fábula, donde lo extraordinario y lo cotidiano son el sello inconfundible de la imaginería del cine latinoamericano.
Una alianza entre tres perdedores que consiguen burlar la seguridad del complejo militar y del sádico policía Strickland (Michael Shannon) para rescatar a la milagrosa criatura marina. Del Toro deconstruye a Strickland, el atractivo agente gubernamental de mentón cuadrado, que en los años 50 sería el héroe pero que en “La forma del agua” es el verdadero monstruo.
Al contrario que El espinazo del diablo o El laberinto del fauno, que hablaban de la pérdida, La forma del agua es una película que propone vivir. La película se llama la forma del agua porque el agua, como el amor, no tiene forma y cuando aparece puede aparecer de mil formas, en personas del mismo sexo, de diferente edad…
«Incapaz de percibir tu forma… te encuentro a mi alrededor. Tu presencia llena mis ojos con tu amor, pone humilde a mi corazón, porque estás por todas partes».