«Antes de las elecciones, los socialistas aspiraban a minimizar la imagen de derrota y para ello pretendían concentrar sus esfuerzos para obtener la victoria en municipios y autonomías a los que concedían una poderosa carga simbólica. Ni siquiera este consuelo les fue concedido por los votantes. Al final de la noche, el PP sumó unos 400.000 votos, mientras el PSOE sufrió una sangría de casi millón y medio.»
Las elecciones celebradas ayer tenían como objetivo renovar los ayuntamientos y los arlamentos de 13 autonomías, no decidir sobre el final precipitado de la legislatura. La contundencia de los resultados, sin embargo, coloca una especial responsabilidad sobre el Gobierno y el Partido Socialista. Si Zapatero y su Ejecutivo no demuestran que están en condiciones de emprender iniciativas políticas que doten de sentido la espera hasta marzo, el Partido Popular se sentirá suficientemente reforzado para reclamar la disolución de las Cámaras. (EL PAÍS) LA VANGUARDIA.- Efectivamente, algo se estaba gestando bajo los temblores de la campaña electoral: el desplome del Partido Socialista en toda España. Con menos del 28% de los votos en las elecciones municipales y una radical pérdida de posiciones en casi todas las autonomías, grandes áreas metropolitanas, capitales de provincia y municipios de más de 50.000 habitantes, el Partido Socialista Obrero Español –en Catalunya, el PSC– obtiene el peor de sus resultados en unas elecciones locales y regionales. La derrota socialdemócrata es de tal magnitud que abre un gran interrogante sobre la continuidad de la legislatura. ABC.- Rodríguez Zapatero y el PSOE recibieron ayer la más clara y definitiva moción de censura por su gestión de la crisis. Aunque los comicios eran locales, los socialistas se jugaban el voto de castigo por los cinco millones de parados y una pésima dirección del país en los últimos años. El propio Zapatero descartó limitar el resultado electoral a los ámbitos municipal y autonómico desde el momento en que planteó la votación de ayer como un pulso al PP. Pues bien, Zapatero ya sabe que ha perdido rotundamente su apuesta, porque los ciudadanos no creen ya el espantajo de la derecha antisocial y extrema. Por el contrario, Zapatero tiene que pechar con una derrota socialista histórica, no mitigada por su renuncia anticipada, que hace imposible, con rigor y lealtad democráticos, el agotamiento de la legislatura en 2012. EL CORREO.- Las elecciones municipales y autonómicas certificaron la victoria sin paliativos del PP que auguraban las encuestas frente a un PSOE que se mostró incapaz de mantener la confianza de su electorado y activarlo para minimizar la envergadura del cambio político. Con una participación dos puntos superior a la que tuvo lugar en 2007, los diez puntos de ventaja obtenidos por los populares respecto a los socialistas obedecen fundamentalmente al cansancio frente al Gobierno socialista, pero también responden a un voto de confianza al cambio que encarna Rajoy. Editorial. El País El castigo El Partido Popular concentra desde ayer el mayor poder autonómico y municipal del que ha dispuesto ninguna fuerza política desde la recuperación de la democracia en España. Podrá discutirse si es más el resultado de aciertos propios que de errores ajenos, pero lo que está fuera de duda es que el partido de Mariano Rajoy asume una trascendental responsabilidad no solo ante quienes le han votado, sino también ante los ciudadanos que se han inclinado por otras opciones. En democracia, la mayoría no puede confundirse con la totalidad. La campaña que precedió a las elecciones de ayer ha sido ensimismada y poco clarificadora. Ensimismada, porque los principales partidos se han limitado a prolongar el cruce de descalificaciones en el que llevan enzarzados en las dos últimas legislaturas. Poco clarificadora, porque el planteamiento de la campaña del que partían populares y socialistas impedía cualquier confrontación entre programas. Mientras que el PP se propuso convertir una consulta municipal y autonómica en una primera vuelta de las generales, el Partido Socialista intentó infructuosamente mantenerse en aquel terreno. Eso no le ha evitado obtener sus peores resultados en unas elecciones municipales, además de perder algunos de los gobiernos autonómicos que continuaban en sus manos. Antes de las elecciones, los socialistas aspiraban a minimizar la imagen de derrota y para ello pretendían concentrar sus esfuerzos para obtener la victoria en municipios y autonomías a los que concedían una poderosa carga simbólica. Ni siquiera este consuelo les fue concedido por los votantes. El Partido Socialista perdió ayer Castilla-La Mancha y la mayoría absoluta en Extremadura, dos comunidades que no han conocido un gobierno de otro signo. También perdió los Ayuntamientos de Barcelona y de Sevilla, dos ciudades que, por distintas razones, han estado estrechamente vinculadas al socialismo en España durante las tres últimas décadas. Por primera vez CiU se convierte en la primera fuerza municipal en Cataluña. Al final de la noche, el PP sumó unos 400.000 votos, mientras el PSOE sufrió una sangría de casi millón y medio. El primer beneficiado de este retroceso general de los socialistas ha sido el Partido Popular, que confirma con los resultados obtenidos sus expectativas de un triunfo fácil y, según confía, igualmente rotundo, en las próximas elecciones generales. Pero, junto a él, han conseguido incrementar su representación autonómica y, sobre todo, municipal, fuerzas de distinto signo, situadas tanto a la izquierda como a la derecha. En este caso se encuentra UPyD en Madrid capital y, en Cataluña, una formación izquierdista como CUP y la xenófoba Plataforma por Cataluña. También la entrada de Bildu en los ayuntamientos del País Vasco, sobre todo en Guipúzcoa, es uno de los datos más significativos de la jornada. A la vista de los resultados, queda claro que los populares han logrado imponer su agenda en estas elecciones, proyectando sobre las candidaturas socialistas el severo desgaste que padece el Gobierno central y su presidente. La renuncia de Zapatero a repetir como cabeza de cartel no ha tenido los efectos esperados, y el conjunto del PSOE ha debido cargar con la factura. A partir de este momento, los avatares de la sucesión son una moneda al aire, no solo por el hecho de desconocer quién será el candidato, sino también por los efectos que el proceso puede provocar en los desencantados votantes socialistas. La presión de los populares en favor de un adelanto electoral no facilitará las cosas. Las elecciones celebradas ayer tenían como objetivo renovar los ayuntamientos y los parlamentos de 13 autonomías, no decidir sobre el final precipitado de la legislatura. La contundencia de los resultados, sin embargo, coloca una especial responsabilidad sobre el Gobierno y el Partido Socialista. Si Zapatero y su Ejecutivo no demuestran que están en condiciones de emprender iniciativas políticas que doten de sentido la espera hasta marzo, el Partido Popular se sentirá suficientemente reforzado para reclamar la disolución de las Cámaras. Las trascendentales consecuencias sobre la política nacional de las elecciones celebradas ayer no pueden, con todo, ocultar las tareas pendientes en los ámbitos municipal y autonómico. La victoria del PP significa que él será el encargado de dar respuesta a los principales problemas a los que se enfrentan los ayuntamientos y las comunidades autónomas, y de los que no se ha hecho apenas mención durante la campaña. El mayor de todos, la grave situación presupuestaria de municipios y comunidades, un asunto que, no solo no ha sido objeto de atención durante la campaña, sino que ni siquiera ha llegado a ser reconocido públicamente por los partidos. En la acumulación de este déficit no hay fuerza política que salga mejor parada que otra, por lo que carecería de sentido que los populares cedieran a la tentación de hacer recaer todas las culpas sobre los socialistas, con el agravante de no ahorrarle al país pasar por unas previsibles turbulencias financieras. Comparece Zapatero La dimensión de la derrota sufrida por el Partido Socialista hizo que, de manera inesperada, fuese el propio Rodríguez Zapatero quien compareciera al final de la jornada para asumir implícitamente las responsabilidades. Era una forma de manifestar que, aunque en retirada, sigue siendo el líder del partido, al mismo tiempo que un gesto para proteger a su eventual sucesor. El presidente apuntó hacia la crisis económica como causa principal del castigo infligido a los socialistas y quiso defender de nuevo la gestión del Gobierno, insistiendo en la necesidad de proseguir con las reformas para impulsar la recuperación económica y la creación de empleo. Esa es seguramente su voluntad; falta que sea viable. El factor más sorprendente de esta campaña han sido las concentraciones del Movimiento 15-M, que han coreado repetidamente el grito "no nos representan". Fuera cual fuese ayer la opción de cada ciudadano en las urnas, lo cierto es que, hoy, los consistorios y parlamentos autónomos elegidos sí nos representan, y es a ellos a los que habrá que pedir cuentas de su gestión en cuanto se constituyan. EL PAÍS. 23-5-2011 Opinión. La Vanguardia Revuelta a la derecha Enric Juliana Efectivamente, algo se estaba gestando bajo los temblores de la campaña electoral: el desplome del Partido Socialista en toda España. Con menos del 28% de los votos en las elecciones municipales y una radical pérdida de posiciones en casi todas las autonomías, grandes áreas metropolitanas, capitales de provincia y municipios de más de 50.000 habitantes, el Partido Socialista Obrero Español –en Catalunya, el PSC– obtiene el peor de sus resultados en unas elecciones locales y regionales. La derrota socialdemócrata es de tal magnitud que abre un gran interrogante sobre la continuidad de la legislatura. El presidente expresó anoche su deseó de llegar a marzo de 2012. El poder territorial en España es hoy del Partido Popular, con un registro hegemónico nunca visto desde la gran marea socialista de 1982. El mapa es azulado con la única excepción de las nacionalidades catalana y vasca. CiU conquista Barcelona y se reasienta en toda Catalunya. Y el éxito de la coalición abertzale Bildu –la sorpresa más aguda de la jornada– da una enorme sacudida a la complejidad vasca. Y por ende, a uno de los flancos más sensibles de la política española. Las protestas en las plazas no han sido un vendaval para Izquierda Unida. Bajo el liderazgo de Mariano Rajoy, el PP consigue casi todos sus objetivos electorales. En primer lugar, avanza con mucha fuerza en la España meridional. Gana con claridad en Castilla-La Mancha y en la ciudad de Sevilla, dos de los tres grandes retos que tenía en el sur. El PSOE, diezmado, conservará posiblemente Extremadura, gracias al apoyo de Izquierda Unida. En el gran bastión socialista de Andalucía –donde ayer no se celebraban elecciones autonómicas–, el Partido Popular consigue las alcaldías de todas las capitales de provincia y obtiene el mayor número de votos en toda la región. El PP atraviesa con buena fortuna la barrera de fuego de los escándalos y la corrupción. Recupera la mayoría absoluta en Baleares cuatro años después del hundimiento de Jaume Matas y mantiene una holgada mayoría en la Comunidad Valenciana, pese al descenso de Francisco Camps en número de votos populares. El PSOE se hunde aún más en Valencia y comienza a ser cierta la profecía de que no volverá a levantar cabeza hasta la reencarnación de Jaume I, dentro de unos doscientos o trescientos años. La hegemonía popular en Levante se completa con una contundente mayoría en Murcia. El PP también pone en jaque a los socialistas en Aragón, donde todo queda al albur de los pactos con los regionalistas del Partido Aragonés. Los populares mantienen la corona de Castilla y León, la autonomía más extensa de las Españas; revalidan gobierno en La Rioja, y expulsan al vivaz regionalista Miguel Ángel Revilla de la presidencia de Cantabria. El Gran Madrid sigue siendo la principal fortaleza de la derecha, con una novedad que tener en cuenta: la significativa entrada en escena de Unión para el Progreso y la Democracia (UPyD), tanto en la Asamblea regional como en el Ayuntamiento. Esta formación de marcado corte españolista, liderada por la ex dirigente socialista Rosa Díez, deviene así un fenómeno particularmente madrileño. Éxito sin paliativos de Esperanza Aguirre en un mar de banderas azules, aunque sin margen para volver a cuestionar a Rajoy, cosa que habría ocurrido con otros resultados. El mapa hegemónico del PP se completa en Galicia, donde consigue un amplísimo respaldo electoral y la mayoría absoluta en las ciudades de A Coruña y Santiago, desde 1979 gobernadas por los socialistas. El único pinchazo del PP se produce en Asturias. Al cierre de esta edición, el ganador en la tierra de Don Pelayo y Jovellanos era el ingeniero Francisco Álvarez-Cascos, ex número dos de José María Aznar. Al frente de una nueva candidatura regionalista, superaba por un puñado de votos a los socialistas y humillaba al PP. Cascos podría ser el nuevo presidente asturiano con los votos de sus ex correligionarios del PP. La fortaleza de Rajoy, hoy fuera de toda duda, ofrece margen para la reconciliación. País Vasco y Navarra, confederales y distintos. En Navarra ganan los foralistas de la UPN, que necesitarán pactar, posiblemente con los socialistas. En Euskadi, la gran sorpresa es la coalición abertzale Bildu, que alcanza la cifra récord de 276.000 votos para los abertzales, una cifra jamás conseguida por Batasuna. Bildu gana en San Sebastián, consigue el mayor número de concejales, desafía al PNV y coloca el final de ETA en un nuevo estadio. Las urnas han hablado y la revuelta es de la derecha. LA VANGUARDIA. 23-5-2011 Editorial. ABC Elecciones anticipadas RODRÍGUEZ Zapatero y el PSOE recibieron ayer la más clara y definitiva moción de censura por su gestión de la crisis. Aunque los comicios eran locales, los socialistas se jugaban el voto de castigo por los cinco millones de parados y una pésima dirección del país en los últimos años. El propio Zapatero descartó limitar el resultado electoral a los ámbitos municipal y autonómico desde el momento en que planteó la votación de ayer como un pulso al PP. Pues bien, Zapatero ya sabe que ha perdido rotundamente su apuesta, porque los ciudadanos no creen ya el espantajo de la derecha antisocial y extrema. Por el contrario, Zapatero tiene que pechar con una derrota socialista histórica, no mitigada por su renuncia anticipada, que hace imposible, con rigor y lealtad democráticos, el agotamiento de la legislatura en 2012. Esta prolongación de mandato hasta 2012 sólo se producirá si el presidente del Gobierno malversa la facultad constitucional de disolver el Parlamento para seguir apalancado en La Moncloa y esperar que escampe la crisis en la confianza de que el PSOE mejore sus expectativas. Si este es el planteamiento de Zapatero, volverá a cometer un grave error, uno más y el último de su vida política, porque la derrota del PSOE es tan abrumadora que no da pie a interpretaciones. No ha habido «dulce derrota», sino una debacle en toda regla. Los electores han cambiado alcaldes y presidentes autonómicos, pero también han puesto punto y final al zapaterismo. El poder autonómico y municipal está en manos del PP de manera tan general que, en las condiciones actuales, significa que los ciudadanos quieren un cambio nacional. Desde hoy, Zapatero ya no se opone a las críticas del PP, ni a las peticiones de elecciones anticipadas de Rajoy. Zapatero se enfrenta directa y personalmente a los españoles. El resultado de ayer es, igualmente, un refrendo a Rajoy y a su estrategia de moderación frente a la crispación socialista. A Rajoy se le ha exigido que superara cada elección como si de un examen personal se tratara. Desde el Congreso de Valencia los ha aprobado todos, lo que debería servir para que la derecha se centre en propiciar el cambio político en las próximas elecciones generales, y a hacerlo en torno al liderazgo —sin estridencias, pero eficaz— de Mariano Rajoy. ABC. 23-5-2011 Editorial. El Correo Cambio de ciclo Las elecciones municipales y autonómicas certificaron la victoria sin paliativos del PP que auguraban las encuestas frente a un PSOE que se mostró incapaz de mantener la confianza de su electorado y activarlo para minimizar la envergadura del cambio político. Con una participación dos puntos superior a la que tuvo lugar en 2007, los diez puntos de ventaja obtenidos por los populares respecto a los socialistas obedecen fundamentalmente al cansancio frente al Gobierno socialista, pero también responden a un voto de confianza al cambio que encarna Rajoy. Por otra parte, es posible que la atención suscitada por el Movimiento 15M contribuyese a animar la afluencia a las urnas. El panorama institucional resultante concede al PP la mayor parte del poder territorial y local en España, y obliga a Zapatero a replantearse su anuncio de que, pasase lo que pasase el 22 de mayo, iba a agotar la legislatura. Con el veredicto de ayer le será difícil demostrar que la continuidad de su mandato es mejor para los ciudadanos y para las reformas que precisa nuestra economía que el adelanto de los comicios generales para despejar cuanto antes el horizonte político de los próximos años y favorecer de este modo la recuperación. El panorama resultante en Euskadi ofrece un cambio propiciado por la exitosa irrupción de Bildu por un lado y por los efectos que el decaimiento del ánimo socialista ha tenido entre los seguidores del PSE-EE. Esto último ha impedido que la alianza establecida entre socialistas y populares para el Gobierno de Euskadi se mostrase capaz de mantener su particular pulso con el PNV y de contener la recuperación institucional del nacionalismo en su conjunto gracias a la incorporación de Bildu al escenario público. El sistema de partidos se ve simplificado en torno a esas cuatro fuerzas. Pero la consecuencia inmediata es un mapa político territorialmente heterogéneo que dificulta tanto la conformación de alianzas que pudieran gobernar un gran número de instituciones como la consecución de acuerdos estables en muchas de ellas. Los electores han dejado claro quién deberá dirigir los ayuntamientos de Bilbao y de Vitoria o la Diputación de Vizcaya, pero han transferido a los partidos la responsabilidad de ponerse de acuerdo para gobernar Guipúzcoa, Álava o el Ayuntamiento de San Sebastián. Una tarea que las principales formaciones deberán acometer con la responsabilidad que acarrea el saber que la gobernación exigirá aplicar políticas de ajuste y redistribución presupuestaria. Bildu fue ayer capaz de movilizar el voto tradicional de la izquierda abertzale sumándolo a las fidelidades que EA preservaba en distintos municipios para añadir el favor de nuevas adhesiones. El resultado convierte a la coalición en la segunda fuerza de Euskadi y en referente institucional ineludible. Pero ello le enfrenta a dos retos, demostrar que se trata de una plataforma suficientemente cohesionada como para cubrir de inmediato las lagunas programáticas que ha evidenciado tras la proclamación de sus candidaturas y, sobre todo, la de dar satisfacción a la exigencia ciudadana y legal no solo para que ninguno de sus electos favorezca la persistencia de la amenaza etarra sino para que contribuyan a ponerle fin cuanto antes. Si Bildu logró el plácet del Tribunal Constitucional después de realizar un esfuerzo de mínimos a ese respecto, parece obligado que las otras tres formaciones principales del nuevo panorama vasco le exijan un mayor compromiso frente a ETA antes de compartir eventuales acuerdos. Y obligan a rehacer las políticas de pactos en vigor, para no dejar en una situación de extrema debilidad a Patxi López. EL CORREO. 23-5-2011