«El campo se arruina, exigimos soluciones», bajo este lema y con gritos de dimisión de Zapatero y la ministra Elena Espinosa, más de 200.000 trabajadores del campo se manifestaban en Madrid convocados por las principales organizaciones agrarias del país, COAG, ASAJA y UPA, con el apoyo de las cooperativas y las federaciones de regantes.
¿Qué ha llevado a más del 90% de nuestros agricultores y ganadores a rebelarse y sacar a las carreteras y lazas de los pueblos de toda España los tractores? Según las organizaciones agrarias, la mayor crisis de las últimas décadas. La constante caída de la renta agraria (más del 26% en los últimos cinco años), el aumento imparable de los costes de producción (más del 34%), los precios de monopolio impuestos por las grandes multinacionales de la comercialización y venta en grandes superficies, el endeudamiento (según el secretario de COAG el campo debe a las financieras mucho más de 35.000 millones), las cuotas impuestas por Bruselas…, han provocado la ruina de cientos de miles de trabajadores del campo y el cierre masivo de pequeñas y medianas explotaciones. Tres problemas, como tres grandes plagas, han llevado a esta situación límite, agravada con la llegada de la crisis.En primer lugar, las limitaciones y cuotas impuestas por la Política Agraria Común desde Bruselas al campo español. El sector se siente castigado por una PAC que no sólo ha impuesto cuotas (como la de la leche, por la que España está obligada a producir 2 millones de litros de leche menos de la que consume) y subvencionado la destrucción de la producción en función de los intereses de las grandes potencias europeas, de Francia sobre todo, sino que ahora desmantela el sistema de ayudas dejando en el aire al campo español, a merced de las grandes multinacionales y monopolios que controlan la cadena agroalimentaria, desde las compras en origen a las importaciones y la comercialización.Segundo, los precios y condiciones de monopolio que estos grandes grupos han impuesto: precios de ruina para los productores porque no cubren ni los costes de producción, precios inflados para los consumidores que pagamos en las grandes superficies hasta más del 1.000% de lo que han pagado en origen. ¿Qué haría cualquier trabajador si le impusieran un salario que es la tercera parte de lo que cobraba hace diez o quince años? Eso ocurre en el campo a diario, como decía un manifestante: “Hace 18 años vendía el kilo de trigo a 32,5 pesetas, ahora a 22 pts.”.Y en tercer lugar la política de un gobierno que llegó prometiendo atacar los abusos en los precios y la distribución y defender el campo frente a las imposiciones de Bruselas y que, como denuncian las organizaciones agrarias, COAG, UPA Y ASAJA, no sólo no ha hecho nada sino que, con la llegada de la crisis, se ha concentrado en salvar la banca o las multinacionales del automóvil con el dinero público, “el dinero de todos”, mientras al campo lo ha vuelto a convertir en el gran olvidado de siempre. Más aún, doblemente castigado por la falta de créditos y saqueado por la subida de impuestos (IVA) que encarece aún más los costes de producción. La situación del campo español es no es un problema “sectorial” sino uno de los problemas generales de nuestro país que, de una u otra manera nos afecta a todos. Es un sector estratégico de nuestra economía productiva, con gran potencial de desarrollo y mucha capacidad de creación de puestos de trabajo .Aunque sólo representa un 5% de la población activa, supone la estabilidad de miles de familias y pueblos distribuidos por toda la geografía española. Y es la base de uno de los sectores industriales más importantes de nuestro país, el sector industrial agroalimentario, que supone un 12% del PIB y del que dependen más de un millón y medio de puestos de trabajo. Es, en definitiva un sector imprescindible para un cambio de modelo productivo.Menos dinero público para los bancos y, ¿por qué no, un plan de rescate para el campo español como exigen las organizaciones agrarias? Un plan de rescate que vaya desde las exigencias mínimas (precios mínimos y más justos; acabar con la especulación monopolista en los precios; rebaja de impuestos en IVA y módulos; gasóleo agrícola más barato…) a exigencias fundamentales tales como: acabar con las imposiciones y cuotas de Bruselas, multiplicar la inversión y ayudas en I+D+i que permita un nuevo salto en la modernización del campo y el aumento de la calidad y la productividad, o apoyar el desarrollo de las energías renovables que tengan como base el campo. El campo español ha sido el primero en desplegar una gran movilización, de hecho una auténtica Huelga General del campo, en la que ha participado durante dos días más del 90% del sector. Han dado el primer paso y se convierten en la estela a seguir por el resto de sectores y trabajadores: movilizarnos para acabar con los planes de rescate para los bancos e imponer planes de rescate para el campo, las pymes, las familias y los trabajadores en general.