Boris Johnson y el Partido Conservador han ganado las elecciones en el Reino Unido, con un resultado que da mayoría absoluta al inquilino de Downing Street para llevar adelante su eslogan electoral: Get Brexit Done (Cumplamos ya con el Brexit). Pero ¿se corresponde esta nueva correlación de fuerzas en la Cámara de los Comunes con el sentir mayoritario de los ciudadanos británicos?. Lo cierto es que los partidarios de evitar un Brexit sin acuerdo o incluso de celebrar un segundo referéndum superan en casi dos millones a los que quieren un Brexit duro.
“La amenaza de un (segundo) referéndum se aleja”, ha declarado un exultante Johnson que ve el camino despejado para culminar la salida de Reino Unido de la UE. Con sus 364 escaños ha superado holgadamente el umbral de los 326 que le dan mayoría absoluta, y aunque en su propia bancada hay muchos matices en torno al Brexit, el nuevo capital político que gana el Primer Ministro le va a permitir muy probablemente alcanzar un acuerdo con las autoridaes comunitarias antes del 31 de enero, fecha límite fijada por Bruselas. No parece que una Europa hastiada del laberinto Brexit vaya a poner problemas: el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha felicitado a Johnson y ha reclamado un acuerdo de salida rápido del Reino Unido de la UE.
Su victoria es mayor si la comparamos con el mal resultado cosechado por su principal opositor, Jeremy Corbyn. Los laboristas han perdido dos millones y medio de votos, han cosechado el peor resultado desde 1935 y pierden feudos tradicionales al norte de Inglaterra.
Los escaños no son los votos
¿Ha habido, pues, un respaldo mayoritario de las urnas a los planes de Boris Johnson de largarse cuanto antes de la UE -aunque sea un divorcio a las bravas- y negociar rápidamente con EEUU un acuerdo de Libre Comercio que, como ha sucedido con los tratados firmados por Washington con México, Canadá y otros, signifique que los capitales norteamericanos tengan vía libre para adueñarse de las arterias económicas de la isla? ¿Es eso lo que han votado los ciudadanos británicos?
Como siempre ocurre cuando hablamos de elecciones, es importante no contar los escaños, producto de las siempre distorsionadoras leyes electorales y sistema de repartos. Es preciso ir directamente a los votos. Lo que nos cuenta el número de papeletas es bien distinto.
¿Que partidos apoyan el Brexit duro?. En primer lugar un Boris Johnson que ha hecho de esta opción su lema y bandera. Es posible que no todos los votantes conservadores respalden sin matices esta opción, pero una campaña electoral que ha sido en buena parte un plebiscito hacia un Johnson vestido de «Get Brexit Done», no dejaba lugar a confusión. Votar tories (13,9 millones de votos) era apostar al Brexit duro.
Tenemos además a la ultraderecha eurófoba. El demagógico Nigel Farage (642.000 votos) ya anunció que no se presentaría allí donde pudiera restar escaños a Johnson. Y su antiguo partido, la fuerza primigenia del Brexit, el xenófobo UKIP, ha sacado otros 22.000 votos.
De conjunto, las fuerzas partidarias del divorcio rápido con Bruselas y de firmar apresuradamente un acuerdo con Washington suman 14,6 millones de votos.
¿Quienes se oponen al Brexit «duro»? En primer lugar es preciso aclarar que estar en contra de la salida a las bravas de la UE no significa necesariamente estar en contra del Brexit. En esta opción hay un abanico de posiciones que van desde el «Bremain», permanecer en la UE; un segundo referéndum para que la ciudadanía decida, a llegar a un acuerdo con la UE que signifique la salida parcial de Reino Unido de la UE: Londres no formaría parte de la Unión, pero mantendría acuerdos económicos y comerciales que seguirían vinculándole a la eurozona.
El Partido Laborista de Corbyn (10,29 millones de votos) no está de acuerdo con el ‘brexit duro’ de Johnson, aunque durante la campaña al líder laborista no se le ha visto hacer campaña a favor de la permanencia de Reino Unido en la UE. Hacia el final de la campaña, los laboristas han apostado por un segundo referéndum, pero con una ambiguedad calculada entre el Brexit y el Bremain.
Quien sí ha apostado siempre por la permanencia en la UE son los nacionalistas de Escocia (1,24 millones de votos), donde ganó el «No» en el referéndum de 2014. Su líder, Nicola Sturgeon, rechaza el acuerdo de Johnson y quiere un segundo referéndum del Bréxit. Si Johnson gana la mayoría en el parlamento y prosigue su plan para abandonar la UE, Sturgeon ya ha anunciado que celebrará un segundo referéndum sobre la independencia escocesa en 2021. Una posición similar ha adoptado los independentistas irlandeses del Sinn Féin (181.000 votos) o los galeses del Plaid Cymru (153.000)
Los Liberal-Demócratas (3,67 millones de sufragios) siempre han deseado frenar el Brexit, y sobre todo el Brexit sin acuerdo. Lo mismo que el Partido Verde de Inglaterra y Gales (864.000 votos)
En una posición intermedia está el artido Unionista, liderado por Arlene Foster, está basado en el conservadurismo y el euroescepticismo. Apoyan el Brexit, pero rechazan el acuerdo negociado por Johnson con Bruselas y se oponen a un Brexit sin acuerdo que crearía graves problemas en Irlanda del Norte.
Así pues, al Brexit duro se oponen 16,4 millones de británicos. Casi dos millones más de los que quieren la salida a las bravas de la UE.
¿Y ahora, que?
El resultado electoral le da fuerza a Boris Johnson -y a la administración Trump que le impulsa- para lograr en poco tiempo una salida de Reino Unido de la UE, y luego una firma con Washington.
Pero Johnson tiene Westminster, no las calles. Hay una mayoría del pueblo británico dispuesta a movilizarse contra los planes de Downing Street.
Durante la campaña electoral, el candidato laborista Jeremy Corbyn hizo público un documento en el que se revelaban los planes de Johnson para -tras el Brexit y la firma del acuerdo comercial con EEUU- dar vía libre a los grandes capitales norteamericanos y a la progresiva privatización del NHS (Sistema Nacional de Salud pública, por sus siglas en inglés).
Es un ejemplo, especialmente significativo, de en qué consiste realmente el proyecto de Johnson y de un Trump que siempre ha estado detrás del Brexit. Un proyecto apadrinado por las fracciones más aventureras del establishment de Washington, y por los sectores más proyanquis de la oligarquía financiera londinense… pero que va a generar intensos antagonismos entre amplios sectores de las clases populares británicas.