Mientras el consejero ejecutivo del BBVA, José Manuel González-Páramo, ex miembro del consejo de gobierno del BCE, apuesta por una actuación decisiva del BCE en su reunión del próximo día 22, el diario financiero holandés, Het Financieele Dagblad, recogía tres posibles escenarios de actuación. No todos favorecen a España. El gobierno español no se ha pronunciado pero el líder de la izquierda antiausteridad griega, Alexis Tsipras, da por hecho que el Europa no puede dejar fuera a Grecia.
Según las palabras de González Páramo al diario Cinco Días, el mercado espera unánimemente que el BCE haga algo importante en enero, asentando las expectativas de los tipos bajos durante más tiempo. Esta posibilidad de mantener bajos los tipos de interés durante un largo período de tiempo la ha confirmado el presidente del BCE, Mario Draghi, en su reciente entrevista al diario financiero Handesblatt.
Para el consejero del BBVA, “las expectativas de inflación se están desanclando a la baja y esto es el peor escenario para un banco central, cuando la gente espera unas tasas de inflación distintas a aquellas que quiere conseguir el banco central. Para asentar su credibilidad, el BCE debe actuar y no solo hablar. El banco central debe mover pieza, actuar con rotundidad. Tiene que sacar a la reina. Y eso significa la compra en volúmenes importantes de papel, incluyendo papel público. Con eso creo que reactivará su posición porque supone un compromiso con su objetivo y aumenta el tamaño de su balance de una forma clara”.
Estas son las últimas medidas que guarda el BCE para estimular el bajo crecimiento económico de la zona euro y atajar los riesgos que conlleva una inflación tan baja.
Pero entre las tres medidas que baraja el Banco Central Europeo, según Het Financieele Dagblad, dos no son especialmente favorables a los países periféricos, aquellos a los que el porcentaje del conjunto de su deuda es mayor y les abruma más.
La primera posibilidad sería que el BCE compre deuda soberana de forma proporcional a la participación que cada Estado miembro tiene en el capital del Banco Central Europeo. No sería la peor de las soluciones para España, pero no parece que tenga mucho sentido que el país más beneficiado fuera Alemania que en este caso no tiene un problema mayor de deuda.
La segunda alternativa que maneja el BCE es comprar deuda solo de los países que cuenten con triple AAA. De nuevo los más beneficiados directamente serían los países con menor problema de deuda. Aunque la explicación de esta actuación sería que al comprar la deuda el BCE los tipos bajarían prácticamente a 0, dejaría sin interés estas emisiones para los inversores que tratarían de dirigir sus opciones ante deuda soberana de mayor riesgo o hacia las emisiones de empresas.
La tercera alternativa sería obligar a los bancos centrales nacionales a comprar la deuda emitida por sus propios países. Así sería cada país el que asumiera los riesgos respectivos.
Cuesta ver las ventajas en especial de esta última medida para países como Grecia o España. Los mercados se mostrarían muy cautelosos de una deuda que compran los propios Estados emisores. Pero cuesta sobre todo entender como podría salirse así del marasmo del crédito.
Los medios franceses hablan en las últimas horas del complot que habría urdido el superpoderoso ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, para forzar la salida de Grecia del euro. Pero cuesta creer que el resto de países vaya a admitir una decisión en el Banco Central Europeo que sólo satisficiera a los países del Norte de Europa. La filtración por un periódico holandés, país alineado con Alemania en materia monetaria en la eurozona, no debe haber sido una casualidad.