«En este año, el Gobierno va a transferir a las economías familiares las consecuencias del desempleo y de los planes de «estímulo», que apenas han conseguido mitigar la caída del empleo, pero que no han producido ningún efecto de reactivación autónoma de la economía productiva. La economía española ha apuntado levísimas mejoras únicamente allí donde el Gobierno ha inyectado dinero público».
El Gobierno de Rodríguez Zaatero ha apostado por gravar el ahorro -salvo para las grandes fortunas que se manejan en los SICAV-, aumentando el impuesto sobre las rentas del capital; y el consumo, incrementando el IVA, que pagan todos los ciudadanos, sin distinción. Mientras tanto, el agujero negro del desempleo sigue sin taponarse, y por él se van, en necesarias prestaciones o en discutibles planes de obras locales, miles de millones de euros. (ABC) EL PAÍS.- No habrá tregua para el consumidor en 2010. Ni la crisis, ni el paro, ni siquiera el previsible estancamiento de los precios impedirán una subida general de los servicios y suministros más básicos. El afán recaudatorio de las distintas administraciones (Estado, comunidades autónomas y ayuntamientos) para paliar los agujeros de las cuentas públicas han desatado una oleada de aumentos de impuestos, tasas y tarifas de servicios públicos en el año que comienza. PÚBLICO.- Estamos viendo una situación semejante en España, donde la masa salarial como porcentaje del PIB ha ido disminuyendo desde 1993. El salario medio también ha ido descendiendo tal como confirma la Encuesta de Estructura Salarial (bajó de 19.802 euros en 2002 a 19.680 en 2006). Mientras tanto, las rentas del capital aumentaron muy significativamente. Pero tal tipo de crecimiento (basada en el favoritismo a las rentas del capital) creaba menos crecimiento económico y menos producción de empleo que el que se hubiera dado si tal crecimiento hubiera estado basado en una mayor redistribución de la riqueza. Lo que se necesita ahora es “redistribuir para poder crecer y crear empleo”. Editorial. ABC El año de los impuestos LA política de gasto público y aumento del déficit va a pasar factura a los bolsillos de los españoles en 2010 con una subida de impuestos contraindicada para la pretendida recuperación económica. Además, ese incremento fiscal se hará más gravoso para los consumos de bienes cuyos precios estén intervenidos administrativamente, como el de la luz, que el Gobierno acordó subir el 2,64 por ciento, sin que esta subida descarte otras nuevas a lo largo del año. Lo cierto es que en este año, el Gobierno va a transferir a las economías familiares las consecuencias del desempleo y de los planes de «estímulo», que apenas han conseguido mitigar la caída del empleo, pero que no han producido ningún efecto de reactivación autónoma de la economía productiva. La economía española ha apuntado levísimas mejoras únicamente allí donde el Gobierno ha inyectado dinero público. Mejoras, por tanto, efímeras y no consolidadas. El resultado es que el déficit público -el Gobierno gasta mucho más de lo que ingresa- se ha disparado y hay que financiarlo con un aumento de impuestos, o suprimiendo de forma casi general la deducción de 400 euros. Pero el problema es que en absoluto está garantizado que el alza de los tributos garantice un aumento suficiente de la recaudación. Todo lo contrario. Por otro lado, por mucho que aumenten los impuestos, si las Administraciones Públicas -la estatal y las autonómicas- no hacen un esfuerzo de ahorro generalizado, cualquier incremento de recaudación será baldío. El ahorro y el consumo son los objetivos del alza de impuestos aprobada por el Gobierno. Ninguna de las grandes potencias que están saliendo de la crisis ha subido los impuestos. Al revés, o los han bajado o han anunciado que los bajarán, porque la reactivación económica depende de que los protagonistas de la economía -ciudadanos y empresas- recuperen la dinámica natural de los mercados. Para eso hace falta confianza en el futuro y consumo. Sin embargo, el Gobierno de Rodríguez Zapatero ha apostado por gravar el ahorro -salvo para las grandes fortunas que se manejan en los SICAV-, aumentando el impuesto sobre las rentas del capital; y el consumo, incrementando el IVA, que pagan todos los ciudadanos, sin distinción. Mientras tanto, el agujero negro del desempleo sigue sin taponarse, y por él se van, en necesarias prestaciones o en discutibles planes de obras locales, miles de millones de euros. Esta subida de impuestos no es solidaria. Es la factura de los platos rotos. ABC. 2-1-2010 Opinión. El País El afán recaudatorio castiga a los consumidores en plena crisis R. M. No habrá tregua para el consumidor en 2010. Ni la crisis, ni el paro, ni siquiera el previsible estancamiento de los precios impedirán una subida general de los servicios y suministros más básicos. El afán recaudatorio de las distintas administraciones (Estado, comunidades autónomas y ayuntamientos) para paliar los agujeros de las cuentas públicas han desatado una oleada de aumentos de impuestos, tasas y tarifas de servicios públicos en el año que comienza. El Gobierno está a la cabeza de esta política impositiva. A partir de julio, la práctica totalidad de los productos -exceptuando los de primera necesidad, como el pan- costarán más gracias a la subida de dos puntos del tipo general del IVA, del 16% al 18%. Y si alguien pensaba que el aumento de los impuestos indirectos se va a compensar con una relajación de los directos, los que gravan la renta de cada ciudadano, nada más lejos de la realidad. Los 400 euros de desgravación fiscal, una de las medidas estrella con las que José Luis Rodríguez Zapatero concurrió a las elecciones generales de marzo de 2008, se caen este año del impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF). Sólo los contribuyentes que apuesten por tener descendencia salen ganando. Se mantiene el cheque bebé de 2.500 euros por hijo. Tampoco les irá mucho mejor a los que decidan ahorrar. Desde el 1 de enero, el recargo para los intereses de cuentas, depósitos y otros productos bancarios también aumenta. En cuanto a los servicios básicos, la palma se la lleva la luz. En enero, la tarifa doméstica -la que pagan la mayor parte de los usuarios- sube un 2,6%. No tiene por qué ser el único aumento en el año, porque las tarifas se revisan trimestralmente, y las compañías eléctricas piden nuevos incrementos. Desde 2006, las tarifas eléctricas han subido muy por encima de la inflación. Las justificaciones son variadas, como los costes del carbón o de las energías renovables, aunque la principal que esgrimen las compañías es el llamado déficit tarifario, es decir, que les cuesta más producir la electricidad de lo que cobran por ella. Esa escasa rentabilidad que arguyen las compañías contrasta con el interés de los inversores por hacerse con ellas como prueba el hecho de que Endesa y Unión Fenosa, la primera y la tercera eléctrica del país, hayan cambiado de manos. El ansia recaudatoria no entiende de colores políticos. Sobre el transporte público hay consenso casi generalizado: sube y mucho. Renfe, controlada por el Gobierno central, socialista, ha decidido un año más aumentar sus precios muy por encima de la inflación, y castigando más a los viajeros de Cercanías (6% de aumento) que a los del AVE (4%). Del otro lado, la Comunidad de Madrid, en manos del Partido Popular, ha impuesto una subida del 21,6% para el billete de 10 viajes, uno de los más utilizados. No todo es negro en el nuevo año. La crisis también ofrece oportunidades. Por ejemplo, es buen momento para comprarse una vivienda. Los precios, que han caído en torno al 7% en 2009, seguirán bajando. Algunos, como el BBVA, opinan que hasta un 20%. Para los que ya compraron piso, pagar la hipoteca les saldrá también más barato. Noviembre marcó el mínimo del Euríbor, el tipo al que están referenciados casi todos los préstamos hipotecarios. Los más desfavorecidos ganan o, por lo menos, no pierden. La mayor parte de las pensiones suben un 1%, y las mínimas una media del 4%. Los que cobren el salario mínimo ven aumentados sus ingresos un 1,5%. Y los parados a los que se les agote el subsidio cobrarán 420 euros durante seis meses más. EL PAÍS. 2-1-2010 Opinión. Público La lenta recuperación económica Vicenç Navarro Un comentario habitual en la prensa diaria y en la prensa económica es que la recuperación económica ocurrirá mucho antes que la disminución del desempleo. Se acentúa en tales medios que el crecimiento del PIB dejará de ser negativo y comenzará a crecer lentamente este año o el próximo, pero se matiza inmediatamente que tal crecimiento no se traducirá automáticamente en un descenso del desempleo. En realidad, en EEUU, la economía ha comenzado a crecer y en cambio el desempleo en lugar de disminuir ha ido aumentando. ¿Cómo es esto posible? Para responder a esta pregunta tenemos que entender que esta situación (en la que la recuperación económica no va acompañada de un descenso del desempleo) no es nueva, sino que ha estado ocurriendo en cada ciclo económico existente en los últimos 30 años. Durante este periodo ha habido tres ciclos económicos, es decir, situaciones en las que el crecimiento económico ha disminuido de una manera acentuada para luego recuperarse y crecer de nuevo. Pero cada vez el crecimiento es menor. Así, en EEUU, que ha sido uno de los mayores motores de la economía mundial, el crecimiento económico en cada periodo de recuperación económica ha sido menor que en el ciclo anterior. Mientras que el crecimiento económico anual fue de un 5% del PIB (como promedio anual en las recuperaciones económicas) durante el periodo 1950-1975, este fue sólo de un 2,5% en la última recuperación durante el periodo 2001-2007. Lo mismo ocurrió con la tasa de creación de empleo, que fue de un 2,5% por año durante la época 1950-1975 y sólo de un 0,9% en el periodo 2001-2007. Lo que es también importante señalar es que mientras los salarios aumentaron un 3,8% cada año durante el periodo 1950-1975, aumentaron sólo un 1,8% durante el periodo 2001-2007. Y, a la inversa, los beneficios empresariales, que habían subido un 7,4% al año durante el periodo 1950-1975, se incrementaron sustancialmente, alcanzando un 10,8% durante el periodo 2001-2007. Es en estos últimos datos donde está el meollo de la cuestión. El crecimiento de la productividad, y de la riqueza que ello conlleva, no se ha estado distribuyendo equitativamente durante estos últimos 30 años, como consecuencia de la aplicación de las políticas liberales. Esta riqueza se ha concentrado más y más en las esferas del capital (es decir, del mundo empresarial) a costa del mundo del trabajo (…) Ello ha determinado, por un lado, un descenso muy marcado de las rentas del trabajo con el consiguiente descenso de la capacidad adquisitiva de la población y disminución de la demanda, lo cual explica la ralentización del crecimiento económico, que ha forzado en esta crisis un aumento provisional del gasto público para cubrir este déficit de demanda y así poder estimular el crecimiento económico. Por otra parte, la ralentización de la demanda ha contribuido a la baja producción de empleo y al decrecimiento de la economía llamada productiva (es decir la economía donde se producen y distribuyen bienes de consumo), siendo esta sustituida por la economía especulativa basada en el capital financiero (es decir, en los bancos). Es la crisis financiera, basada en la especulación, la que ha consumido mayor atención de los medios y de la vida política. De ahí que se hayan hecho propuestas para dificultar los comportamientos especulativos del capital financiero y para forzar a la banca para que ejerza su función proveedora de crédito. Pero aún cuando se están tomando medidas en este sentido (y las aprobadas hasta ahora son muy moderadas e insuficientes), la crisis continuará, con una recuperación económica muy débil y con unas tasas de creación de empleo muy bajas, tal como confirma lo que está ocurriendo en EEUU y en la UE. En realidad, la recuperación en la UE es incluso menor que en EEUU como consecuencia de que el estímulo económico público ha sido menor en la UE (2,5% del PIB como promedio) que en EEUU (5,6%). Pero lo que no se está resolviendo es la enorme escasez de demanda y gran endeudamiento, consecuencia de la enorme polarización de las rentas (tanto en EEUU como en Europa) y causa de la pérdida adquisitiva de las clases populares. En EEUU, la crisis actual dura ya 17 meses, siete más que el promedio de las recesiones anteriores desde la II Guerra Mundial, con una destrucción de empleo (-4,1%) mucho mayor que en las recesiones anteriores (-2,1%). De ahí la gran importancia, no sólo del estímulo económico público, sino también de la creación de la demanda a base de aumentar la capacidad adquisitiva de la población, a costa de reducir la exuberante concentración de las rentas y de la riqueza en las rentas superiores, a partir de políticas públicas redistributivas que no se están haciendo. Sin que ello ocurra, la recuperación continuará muy floja y limitada. Estamos viendo una situación semejante en España, donde la masa salarial como porcentaje del PIB ha ido disminuyendo desde 1993. El salario medio también ha ido descendiendo tal como confirma la Encuesta de Estructura Salarial (bajó de 19.802 euros en 2002 a 19.680 en 2006). Mientras tanto, las rentas del capital aumentaron muy significativamente. La defensa de las políticas que favorecían las rentas del capital se basaba en el argumento de que facilitarían el crecimiento económico. El argumento que “antes que redistribuir hay que crecer” se convirtió en el eslogan liberal, ampliamente utilizado en las culturas mediáticas y políticas del país. Pero tal tipo de crecimiento (basada en el favoritismo a las rentas del capital) creaba menos crecimiento económico y menos producción de empleo que el que se hubiera dado si tal crecimiento hubiera estado basado en una mayor redistribución de la riqueza. Lo que se necesita ahora es “redistribuir para poder crecer y crear empleo”. PÚBLICO. 2-1-2010