La noticia saltaba a los titulares de prensa la pasada semana. A las pocas horas de aplicarse el nuevo copago, el Colegio de Farmacéuticos de Madrid había lanzado ya una primera señal de alarma. Numerosos jubilados desistían de llevarse sus medicamentos porque no pueden adelantar el dinero que se les pide por ellos, y esperar seis meses a que el gobierno les devuelva una parte.
Y sus efectos, que nadie lo dude, serán acumulativos e irán a más. En grado máximo cuando se apliquen las nuevas medidas de subida del IVA y congelación de las pensiones. Un asalto en toda regla al bienestar de los jubilados. Un ataque directo contra sus vidas.Decía García Lorca que “Debajo de las multiplicaciones / hay una gota de sangre de pato. Debajo de las divisiones / hay una gota de sangre de marinero. Debajo de las sumas, un río de sangre tierna”. Debajo de las sumas, las multiplicaciones y las divisiones que ha hecho Ana Mato, la ministra de Sanidad, para “cuadrar las cuentas” ante Washington y Berlín y exigir a los pensionistas el pago de un 10% de sus medicinas, no hay una, sino muchas gotas de sangre. Un hachazo que desangra. Un tren interminable de padecimiento y muerte para muchos de nuestros mayores.Hay quien piensa que las medidas de la ministra de sanidad le están haciendo ganar puntos para situarse en el panteón de los más encendidos jerarcas nazis, siempre dispuestos a eliminar a la parte de la población que no entraba en sus cálculos: ancianos, enfermos crónicos, dependientes,… Pero esto es, seguramente, una exageración. Lo de Ana Mato pertenece a otra categoría. Lo suyo no es fanatismo, sino aséptica frialdad racional. No es furor asesino, sino simple desprecio de las necesidades de la gente más débil y necesitada. No hay un gramo de locura en sus medidas, sino cálculo exacto de la cuenta que le han mandado cuadrar desde algún despacho de Wall Street o Francfort. Tanto tienes, tanto vives. Ella no está presa de ensoñaciones racistas ni delirios totalitarios. Ella es, simplemente, el Ángel Exterminador del que habla el Apocalipsis. La encargada de vaciar la copa de la ira de sus dioses hegemonistas para matar “a la tercera parte de la gente, pues habían sido preparados precisamente para esa hora, día, mes y año”.