«A finales del año pasado, Irlanda se parecía mucho a Grecia. La crisis financiera coincidió con el estallido de una burbuja inmobiliaria que dejó en muy mal estado a los bancos irlandeses. Tras un rescate del gobierno, el déficit fiscal de Irlanda subió a casi 12% del Producto Interno Bruto, muy cerca del déficit griego de 12,7%.»
Pero a diferencia de Grecia, Irlanda adotó rápidas medidas para extinguir la preocupación de una cesación de pagos. El gobierno irlandés redujo hasta en 15% el salario bruto de los profesores y policías, además de imponer un alza generalizada de impuestos. Dublín también redujo los beneficios de bienestar social, lo que transformó al otrora Tigre Celta en el líder de la austeridad en Europa. Ahora, la Unión Europea está presionando a Grecia para que haga lo mismo, y Portugal, España e Italia podrían seguirle los pasos. (THE WALL STREET JOURNAL) BREAKING VIEWS.- Por fin alguien dice en voz alta lo que otros muchos están pensando: hay un problema alemán en Europa. Christine Lagarde dice que el superávit comercial de Alemania, y la persistente desgana a impulsar significativamente la demanda interna, son una carga para el resto de la Unión Europea. La ministra de Finanzas francesa puede ser criticada por su lenguaje contundente y su falta de habilidades diplomáticas. Pero tiene razón. EEUU. The Wall Street Journal El amargo remedio que ha ayudado a Irlanda a sobrevivir en la crisis Neil Shah Irlanda, un país plagado de deudas, está ganando el aplauso de los mercados financieros por tomar el tipo de dolorosas medidas económicas que muchos otros países están posponiendo. Pero el ambiente de austeridad es poco celebrado por personas como Robert Peelo. Este policía de 35 años esperaba que el gobierno le subiera el sueldo 6% el año pasado y construyera una nueva estación en su jurisdicción, en Dundalk, cerca de la frontera con Irlanda del Norte. En su lugar, Dublín le redujo su salario en 18% y archivó la construcción de las nuevas instalaciones. Peelo y otro compañero de la policía irlandesa, la Gardai, despachan desde oficinas temporales que él llama "cabinas portátiles". Peelo dice que ha logrado pagar su hipoteca a 30 años después de eliminar sus vacaciones, dejar de llevar a sus dos hijos pequeños a la guardería y de hacer turnos los domingos. Un código profesional vigente desde 1923 que impide a los agentes de policía hacer trabajos externos le complica las cosas. "Sabemos que hay una crisis internacional y que nuestro salario se verá afectado", afirma Peelo. "Pero tendría que haber cierto sentido en todo esto". Los gobiernos de todo el mundo se están viendo obligados ahora a enfrentar las difíciles decisiones que ha tenido que adoptar Irlanda. Estados Unidos y Gran Bretaña tienen enormes déficits presupuestarios que se han convertido en espinosos temas políticos. Los gobiernos estatales y municipales estadounidenses están reduciendo servicios. Esta presión es especialmente aguda en los países más pequeños de los 16 que integran la zona euro, estremecida por los temores a una cesación de pagos de Grecia. A finales del año pasado, Irlanda se parecía mucho a Grecia. La crisis financiera coincidió con el estallido de una burbuja inmobiliaria que dejó en muy mal estado a los bancos irlandeses. Tras un rescate del gobierno, el déficit fiscal de Irlanda subió a casi 12% del Producto Interno Bruto, muy cerca del déficit griego de 12,7%. Pero a diferencia de Grecia —donde las protestas y huelgas se intensificaron la semana pasada tras el anuncio del gobierno de fuertes recortes de gastos y alzas de impuestos tras varios meses de vacilaciones— Irlanda adoptó rápidas medidas para extinguir la preocupación de una cesación de pagos. El gobierno irlandés redujo hasta en 15% el salario bruto de los profesores y policías, además de imponer un alza generalizada de impuestos. Dublín también redujo los beneficios de bienestar social, lo que transformó al otrora Tigre Celta en el líder de la austeridad en Europa. Ahora, la Unión Europea está presionando a Grecia para que haga lo mismo, y Portugal, España e Italia podrían seguirle los pasos. Los esfuerzos de Irlanda están rindiendo frutos en al menos un aspecto: el panorama financiero del país ha mejorado si se compara con el de otros países de la zona euro. En noviembre, el costo de asegurarse contra una cesación de pagos en Grecia e Irlanda era el mismo. Desde entonces, el costo de este seguro ha caído 20%, mientras que el de Grecia casi se ha duplicado. La diferencia es también evidente en los costos de financiamiento de la deuda: la primera semana de marzo, Atenas se vio obligada a ofrecer a los inversionistas un rendimiento de 6,3% en su nuevo bono a 10 años, más de 1,5 puntos porcentuales por encima del costo el mes pasado de títulos similares de Irlanda. "Creo que Irlanda repuntará más rápido de lo que la gente piensa", afirma Scott MacDonald, director de análisis del fondo de inversión Aladdin Capital Management LLC de Connecticut, que administra unos US$12.000 millones. "Están haciendo lo correcto". Descontento social Pero hacer las cosas adecuadas les ha hecho la vida más difícil a los 4,5 millones de irlandeses. Los recortes salariales ya han enardecido los ánimos de los trabajadores gubernamentales y podrían provocar más huelgas. Hasta ahora, el partido gobernante Fianna Fial ha seguido adelante con sus enérgicos cambios. No se espera que las medidas de austeridad se aflojen a corto plazo. Los salarios más bajos hacen que los irlandeses tengan menos dinero en el bolsillo, lo que a su vez perjudica el gasto del consumidor, que contribuye aproximadamente a 50% de la economía. El Banco Central de Irlanda pronostica que el PIB se contraerá 1% este año a pesar de haber pasado a territorio positivo en el tercer trimestre del año pasado. Los votantes se muestran cada vez más desencantados. El apoyo a Fianna Fáil, liderado por el primer ministro, Brian Cowen, se encuentra entre 25% y 29%, la cifra más baja para el mayor partido político del país desde la década de 1920, según el Instituto de Investigación Económica y Social, de Dublín. El opositor Fine Gael recibe un apoyo ligeramente superior. Hasta ahora, Cowen y el ministro de Finanzas, Brian Lenihan, han resistido la presión para subir los impuestos corporativos, que a 12,5% se encuentran entre los más bajos en Europa. Ambos funcionarios creen que el crecimiento del país, especialmente en los sectores de alta tecnología y farmacéutico, depende de mantener un clima favorable para los negocios. Irlanda también es partidaria de mantener el euro como moneda, lo que en opinión de muchos irlandeses contribuyó a su notable crecimiento de la última década. Tras adoptar el euro en 1999, Irlanda pudo endeudarse a tasas de interés más bajas. Este crédito barato —junto con los esfuerzos de Dublín por desarrollar su mercado de bienes raíces— permitió que su economía creciera a una tasa anualizada promedio de 5,3% entre 2000 y 2005. Pero la membresía en el euro también dificulta la recuperación económica. Irlanda no puede devaluar su divisa —una medida que abarataría el país para los turistas y aumentaría el atractivo de sus exportaciones— ya que es el Banco Central Europeo (BCE) quien la controla. Tampoco puede recortar las tasas de interés por la misma razón. Por lo tanto, Irlanda, como muchas otras economías más débiles de la eurozona, tendrá que potenciar su competitividad con medidas impopulares, reduciendo los salarios en un momento en el que sus trabajadores apenas pueden pagar sus cuentas. Los problemas de Irlanda no son tan profundos como los de Grecia. Su población joven—un promedio de 35,7 años frente a los 42 años del país heleno— hace que haya menos jubilados que necesitan ayuda pública. Los inmigrantes de Polonia y otros países están abandonando Irlanda, lo que podría reducir el desempleo, que en la actualidad se ubica en 12,6%, superior al promedio de 9,9% de la zona euro. El gobierno irlandés dice que las medidas han sido justas tanto para el sector público como para el privado. Y debido a que Irlanda enfrenta la posibilidad de una deflación prolongada, se cree que las reducciones de salarios son más fáciles de absorber. THE WALL STREET JOURNAL. 16-3-2010 Reino Unido. Breaking Views Alemania, la carga del líder Pierre Briançon Por fin alguien dice en voz alta lo que otros muchos están pensando: hay un problema alemán en Europa. Christine Lagarde dice que el superávit comercial de Alemania, y la persistente desgana a impulsar significativamente la demanda interna, son una carga para el resto de la Unión Europea. La ministra de Finanzas francesa puede ser criticada por su lenguaje contundente y su falta de habilidades diplomáticas. Pero tiene una razón. Es hora de que Alemania acepte que su liderazgo en la eurozona supone también una responsabilidad. Desde el principio, Alemania ha ejercido una fuerte influencia en el sistema monetario europeo. El BCE se inspira en el Bundesbank. Su misión oficial es combatir la inflación y mantener la estabilidad monetaria. La Reserva Federal de EE UU, por ejemplo, debe preocuparse por el crecimiento económico. El euro le ha proporcionado a Alemania una moneda que sin duda es más débil de lo que el marco podría haber sido, lo que impulsa sus exportaciones a todo el mundo. También ha permitido a los productos alemanes ganar cuota de mercado en la zona euro, especialmente en los países que no tienen la misma disciplina de costes y fiscal y donde de pronto han sido privados de la herramienta de la devaluación de la moneda. La ironía es que Alemania predica por que se aplique su modelo de disciplina fiscal en toda la UE y, al mismo tiempo, es el principal beneficiario de los paquetes de estímulo que sus socios han aplicado para evitar la recesión mundial. En ninguna parte es más visible que con la crisis de Grecia, donde Berlín insiste que no quiere ayudar a Atenas, a pesar de que tiene un interés creado en mantener el euro saludable. Es cierto que el éxito de las exportaciones alemanas se debe a la fuerte disciplina de los costes laborales a la que se ha sometido a sí misma en los últimos diez años. Otros países deberían emular eso, al menos en parte. Pero el éxito del euro en el largo plazo -o, para el caso, de toda la UE- no puede descansar en que todo el mundo se vuelva más como Alemania. En algún momento, Alemania debe darse cuenta de que tiene que empezar a gastar, y convertirse un poco más como los demás. BREAKING VIEWS. 16-3-2010