El 29-S empieza todo

Nadie debe confundirse ni dejar que le confundan. La acumulación de acontecimientos ocurridos esta semana no son más que maniobras de distracción que tratan de lanzar una cortina de humo para ocultar lo más importante. El 29-S tiene que concentrar todas nuestras energí­as, sin dejar que nada ni nadie desví­e nuestra atención.

Cada barrio, cada calle, cada individuo estamos imlicados en esta batalla. De cómo lleguemos las fuerzas populares a la jornada de huelga y, más importante todavía, de cómo salgamos de ella va a depender todo. El 29-S no es el fin de nada, sino el comienzo de todo. Nuestro objetivo principal no es “hacer rectificar” a un gobierno que ha demostrado sobradamente de qué lado está. Sino cuánta gente vamos a conseguir que salga del 29-S con la conciencia y la claridad de que es necesario acumular fuerza política y organizativa para seguir dando la batalla. Acumular fuerza política y organizativa para volver a golpear, cada vez con más fuerza, a nuestros enemigos e ir haciéndoles retroceder. Acumular fuerzas en torno a una línea y una política que nos permita conquistar otro modelo de desarrollo económico y social, que abra el camino a una sociedad distinta, con mayor progreso y bienestar, con una distribución más equitativa de la riqueza y una mayor justicia social. Un ataque del exterior Pero para ello es imprescindible que previamente nos aclaremos sobre lo que nos está pasando a 90% de la población. Y frente a la intoxicación a la que nos están sometiendo esta gente, levantar tres ideas que hoy van a contracorriente de las ideas dominantes, pero que sin embargo son las únicas que nos permiten comprender dónde estamos y qué debemos hacer, quiénes son nuestros auténticos amigos y quién nuestros verdaderos enemigos. Sin tener claridad sobre esto, toda nuestros esfuerzos serán estériles y nuestra lucha baldía. En primer lugar, como venimos insistiendo desde estas páginas, en necesario entender que nos enfrentamos a un ataque que viene del exterior. Han sido el FMI (controlado por EEUU) y la UE (controlada por Alemania) los que han impuesto que España deba abordar el mayor y más duro plan de ajuste en 60 años. Y no porque los españoles, como engañosamente nos dicen, hayamos vivido por encima de nuestras posibilidades. En realidad, la inmensa mayoría de la población hemos vivido todo este tiempo muy por debajo (en salarios y en prestaciones sociales) de lo que permitía la riqueza que con nuestro trabajo hemos creado. El PIB per cápita de España ha alcanzado el 94% del de los 15 países mas ricos de la UE. Y sin embargo los salarios y los gastos en sanidad, educación o pensiones son entre un 25 y un 30% inferiores a la media de esos 15 países. Tampoco porque nuestra deuda pública sea inasumible. Países como Francia, Alemania, Inglaterra, Japón, y no digamos ya EEUU, tienen una deuda pública tan superior que en algunos casos triplica la española. Pero es sin embargo a nosotros, junto al resto de países llamados PIGS, a los que se nos está imponiendo el recorte más brutal en nuestras condiciones de vida. Lo que está ocurriendo, en realidad, es que al capital financiero de las grandes potencias capitalistas se les está reduciendo progresiva y aceleradamente el espacio al que tienen acceso en el mercado mundial para seguir obteniendo ingentes beneficios, debido a la emergencia económica de países como China, la India y Brasil. Y su voracidad les lleva a aumentar la explotación y el saqueo sobre las economías de los países más débiles y dependientes que, como el nuestro, están bajo su control. En un ejercicio de dependencia insultante, la llamada de Obama a Zapatero para ponerle firmes y ordenarle empezar ya con el ajuste (exigencia que Zapatero obedeció sin rechistar, presentando sólo horas después el mayor recorte de la democracia), las continuas presiones de Merkel y el Bundesbank, las exigencias del FMI, los ataques a la bolsa española o los rumores desatados en los mercados de deuda por los grandes inversores internacionales o las agencias de calificación sobre la insolvencia de España son otros tantos instrumentos de presión, exigencia y chantaje que han utilizado para poner en marcha el mecanismo de trasvase de riqueza desde nuestros salarios y rentas hacia sus cuentas de beneficios. Un ataque masivo En segundo lugar, a lo que nos enfrentamos es a un ataque masivo dirigido contra el 90% de la población. No es algo que afecte sólo ni principalmente a los “más débiles” como cínicamente se llama a los trabajadores super explotados con subcontratos, parados o pensiones más bajas. El objetivo de su ataque es reducir como media el 25% del poder adquisitivo al 90% de los españoles a través de diferentes mecanismos que van desde la reforma laboral, al alargamiento de la edad de jubilación y la rebaja de las pensiones, hasta el copago sanitario. Forzando de este modo que en el futuro inmediato la gente tengamos que gastarnos una parte de nuestros salarios, rentas y ahorros en pagarnos un fondo privado de pensiones para complementar la insuficiente pensión o un seguro médico privado. Unas medidas que afectan ya, o van a hacerlo en lo inmediato, al 90% de la gente. De ahí que sea completamente errónea la idea de que son los empresarios en general los que se están beneficiando de esto. No es cierto. Es la gran banca y los mayores monopolios nacionales y extranjeros los que imponen el ajuste y se benefician de él. Son los grandes grupos monopolistas los que están devorando a la pequeña y mediana empresa, con la complicidad necesaria de la banca que ha cerrado el grifo del crédito condenando a casi medio millón de pymes y autónomos a cerrar desde que estalló la crisis. Ahí es donde está el origen de todo, la crisis, el desempleo, la deuda, los recortes,…: en un proceso de bancarización acelerado e insaciable. Todos los recursos están en sus manos y los dedican a ganar más y más beneficios a costa de todos nosotros, incluidos pymes y por supuesto autónomos. Un ataque estructural En tercer lugar, de lo que estamos hablando no es de algo pasajero, y que dentro de dos o tres años volveremos a estar como antes. Lo que nos estamos jugando es el futuro, no ya de nuestros hijos, sino de nuestros biznietos. No estamos ante un ajuste coyuntural, sino como dijo Zapatero sobre la reforma laboral, ante algo para los próximos 20 años. Están degradando a marchas forzadas a todo el país a una 3ª división mundial de forma permanente y para largas décadas. Y eso lo está imponiendo la actual relación de alianzas y dependencias internacionales que tiene España. Nos están obligando a firmar un contrato de deuda, rebaja salarial y recortes sociales que implica a nuestros biznietos. Frente a un ataque de esta envergadura, masividad y persistencia, las fuerzas del pueblo tenemos que levantar otra alternativa. Una alternativa basada en la idea de que sí se puede salir de la crisis y acabar con el paro mejorando el nivel de vida de la mayoría de la población. Extender y difundir esta otra alternativa, acumular fuerzas políticas y organizativas en torno a ella es el objetivo más importante del 29-S. Una alternativa que puede ser apoyada por la mayoría de la gente porque defiende los intereses del 90%. Y este punto es vital, porque precisamente el punto más débil de lo que ellos están haciendo es que va en contra de los intereses del 90% de la gente. Sí se puede salir de la crisis Una alternativa con tres ejes claros que parten de que Si se puede; sí que hay recursos sobrados para salir de la crisis y acabar con el paro si se redistribuyen, se ahorra y se invierte en crear riqueza y empleo. 1º.- Redistribuyendo la riqueza, los salarios y las rentas. Limitar a un sueldo máximo de 10.000 euros mensuales las rentas más altas daría un ahorro suficiente para que nadie cobre menos de 1.000 euros y aún sobraría para crear 250.000 nuevos puestos de trabajo. Un reparto más equitativo de la riqueza nacional aumenta de forma inmediata la capacidad de consumo, impulsando así la reactivación de la economía. Si a su vez esto se aplica a las rentas, obligando a las grandes fortunas que sólo pagan un 1% de impuestos a tener que invertir o pagar un impuesto del 90%, los recursos para invertir en creación de riqueza y empleo se dispararían. Estas, contra lo que algunos creen, no son medidas radicales, ni siquiera socialistas, sino medidas que cualquier socialdemócrata podría apoyar y más en una situación como la actual. Uno de los mayores asesores económicos de Obama, el premio Nóbel de economía Paul Krugman, defiende medidas de este tipo para sacar a EEUU de la crisis. ¿Por que lo que vale para EEUU no ha de valer para España? Este es el primer eje: redistribuir lo que hay, porque sí que existen recursos. Sólo que están en las manos equivocadas y puestos al servicio de una ínfima minoría. 2º.- Recortando drásticamente los gastos del Estado en sus 3 niveles, central, autonómico y municipal. Y persiguiendo con penas máximas los delitos de corrupción. No hablamos sólo, aunque también, de gastos suntuarios, coches, dietas… sino de gastos verdaderamente superfluos. Y que suponen miles de millones de euros cada año. Es, por tanto, recortar gastos y redistribuir la riqueza que ya existe. Medidas drásticas y cirugía de hierro contra las bolsas de nueva delincuencia y mafias en las que se convierte la corrupción política de los aledaños del Estado. Como por ejemplo el caso Gurtel. Que aunque nace como corrupción política, va adquiriendo independencia hasta convertirse en una auténtica trama mafiosa de delincuencia. Las noticias sobre esta forma de nueva delincuencia se han convertido en algo habitual, diario, transformándose en un verdadero enemigo de la economía del país y de los españoles. 3º.- Todo el ahorro y los nuevos ingresos del Estado destinados íntegramente a la creación de puestos de trabajo. Muchos sindicatos y partidos de izquierda afirman que la alternativa a la crisis es que el Estado se siga endeudando para dar más subsidios. Pero esta es una falsa alternativa, ya que no sólo gravaría aún más la deuda que dejaremos a nuestros biznietos, sino que además sólo puede aspirar a dar subsidios de limosna, condenando a millones de personas a vivir de la “sopa boba”. Lo que necesitamos, por contra, es que todo se destine a crear riqueza y empleo. Que incluso los subsidios a los parados (que no deben estar tampoco por debajo de 1.000 euros mensuales) se traduzcan en empleos de utilidad social y necesarios para la comunidad, de forma que todos los recursos que se utilicen sean productivos. Lo que necesitamos no es repartir miseria, sino crear empleos productivos que generen nueva riqueza, para redistribuirla más y mejor. No dejarnos confundir ni intoxicar con sus falsas banderas. Ser activos en la difusión de estas ideas y organizarnos en torno a ellas. Tomar conciencia y tener claridad acerca de qué es lo que está sucediendo y qué alternativa tenemos en nuestras manos para hacerle frente. Esta es la clave de todo. Cuánta gente se va a sumar antes, durante y después de la huelga general a esta línea es lo que va a medir el mayor o menor éxito del 29-S. Y eso depende exclusivamente de todos y cada uno de nosotros.