¿Por qué está desaparecido EEUU de la mayoría de análisis sobre el 23F?
Cuando hacemos memoria del 23F vamos siempre de un modo muy tópico al tricornio, al “todos al suelo” y al “tejerazo”, y además con gran pereza, con gran rutina, y no se investiga más. A lo largo de los años se fue sacralizando un icono que era el rey, marcado por el mensaje en televisión. Y eso es lo que sale, el tricornio y el rey. Los personajes importantes, banqueros, empresarios, políticos… la crème política que estaba allí sentada, y de rodillas luego, no aparece.
EEUU no esuvo propiciando el golpe, sino todo lo contrario. Estuvo vigilando para que no ocurriera una involución, que volviera España a un estado predemocrático y, por tanto, fuera de la OTAN. Lo que le interesaba a EEUU era lo que dijo Calvo Sotelo el día 18 de febrero, en su discurso de investidura. “Me comprometo a traer al Parlamento un proyecto de ley orgánica para entrar en la OTAN”. Dicho eso, Terence Todman, el embajador norteamericano, Frank Carlucci, director de la CIA, y el secretario de estado, Alexander Haig, ya estaban tranquilos. Ronald Reagan ya podía dormir, como durmió en la noche del 23F. «Le venía bien a EEUU porque quitaba al hombre que se oponía a la OTAN»
EEUU había estado controlando desde la estación CIA Madrid, que aquí no hubiese una involución, de ahí que Terence Todman estuviese al tanto de las comidas, cenas y encuentros entre tenientes generales, las paellas en Valencia y otras reuniones en Madrid, las idas y venidas de Armada, para que no hubiese una involución.
Pero lo que aquí se estaba preparando no era un golpe de estado, sino un golpe de gobierno que a EEUU le venía muy bien, porque quitaba a un obstáculo, al hombre que se oponía a la entrada de España en la OTAN, Adolfo Suárez. No el gobierno de Suárez, sino él, Gutiérrez Mellado, y algunos de los miembros de la Junta de Jefes de Estado Mayor (JUJEM), que eran partidarios todo ellos de la independencia de España, de no ser la cola del león, sino ser cabeza de ratón, de tener nuestra propia fuerza disuasoria atómica y estar no alineados, ser neutrales y no neutralistas, sin estar enajenados a la OTAN.
Alguien que podría estar oyendo esto ahora, por ejemplo, José Pedro Pérez Llorca, que fue ministro de exteriores de la UCD, podría decir que ya con Suárez, en los últimos días, se había pensado que para “chutar” la democracia, el mejor modo era entrar en la OTAN, en la CCE y en el Partido Demócrata Cristiano Europeo. Pero eso era algo que Adolfo decía de boquilla, tan de boquilla que estaba más bien engañando a sus propios ministros.
EEUU estuvo detrás del 23F pero para que no hubiera una involución. La Operación Armada sí que podía agradare a EEUU.
Pero el 23F es una consecuencia de la Operación Armada…
El 23F es la secuela de un golpe interrumpido. Vayamos un año atrás, al 5 de julio de 1980. En “La Gran Desmemoria” reproduzco una nota de Jaime Carvajal de Urquijo, banquero, aristócrata y amigo del rey, que ha ido a verle y cuenta que lo ha visto más distanciado de Adolfo Suárez y pensando en “un independiente”. Es decir, el rey está pensando en cambiar al presidente del gobierno que los españoles han elegido en las urnas. Por esas mismas fechas el CESID ya ha llevado su proyecto a Zarzuela, que se llamaba “Corrector del sistema desde dentro del sistema”. Es decir, cambiar al gobierno sin cambiar al Estado.
Se trataba de una moción de censura a Suárez, que era un estorbo para una serie de operaciones, también de los empresarios y de la Iglesia, pero sobretodo de la política internacional, en concreto de la OTAN. En el libro anterior a este, “El precio del trono”, explico que la hipoteca que tenía Juan Carlos, el precio que paga por el trono, fue enajenarse al dictado y al guión que le marca EEUU, que le llega a decir hasta con qué pareja debe bailar. Hablan de dos partidos de centro, uno de centro-derecha y otro de centro-izquierda… el socialismo puede esperar y el comunismo debe esperar. “Adagio ma non troppo”, dan hasta el ritmo al que hay que bailar. Desde 1968, siendo príncipe, Juan Carlos obedece un guión que le están marcando desde el Departamento de Estado de EEUU.
El catecismo de Wells Stabler…
Efectivamente. El discurso de subida al trono de Juan Carlos está dictado. Intervienen muchas plumas para darle una forma literaria, como ahora lo puede hacer Leticia con los discursos de Felipe VI, pero se dice lo que haya que decir, que en aquel momento lo dictaba Wells Stabler, el embajador norteamericano.
El 23F es una excrecencia, un golpe de guardarropía. Hay una reunión de Armada con Milans en Valencia, el 10 de enero, en la que le comunica que la operación va a hacerse políticamente y hay que parar los golpes militares. Lo que le dice es que se va a hacer con pasos contados y con el rey detrás, por lo que hay que detener las “intentonas”. La más estudiada era de la un autor por convicción, que era Antonio Tejero Molina, que desde los tiempos del comandante Campora ya quería tomar el Congreso o la Moncloa. La Operación Galaxia es un precedente. «El rey obedece a un guión que se le marca desde EEUU»
En una reunión en la calle General Cabrera 15, Armada le dice a Tejero que se pare el golpe. De hecho, el 21F, Tejero improvisa las fuerzas y tiene que buscar a los oficiales en distintos sitios, en El Escorial, en Pinto y en Valdemoro, reclutando a última hora. Esto se vio en la falta de uniformidad. Yo incluso pensé que podía ser ETA porque iban como disfrazados, unos llevaban teresiana, otros gorrilla, otros tricornio… la improvisación en tanta que tengo una carta del general Antonio Pérez Pérez, jefe de la Brigada de “El Goloso”, que cuenta como ese día quienes tenían las llaves del fortín estaban ilocalizables. Es más, la División Acorazada Brunete, que es la que tendría que haber tomado Madrid, tenía todos los acorazados en San Gregorio, en Zaragoza de maniobras.
Es evidente que no era un golpe militar, porque no se contó con los militares, sino que era un golpe político, de civiles, todos ellos con acta parlamentaria. Era una toma del poder político gubernamental, sin cambiar al Rey. No era un golpe de estado.
Entonces, el 23F se para porque en realidad ha conseguido su objetivo…
Quien para el golpe es Suárez dimitiendo. Él es la diana. Le van a hacer una moción de censura en el Parlamento después de un año de proselitismo solo entre diputados, porque los empresarios son benefactores y colaboradores al margen, a los que se les ha prometido, a algunos, que van a entrar en el gobierno de Armada. Una moción de censura en la que el candidato alternativo no va a ser ninguno de los partidos, sino un independiente al frente de un gobierno de salvación nacional o de concentración. El rey le dijo a Urquijo que sería un militar, y Armada dijo que sacrificaba su carrera militar para hacerse civil y presentarse en el Congreso. Que lo hizo, de militar, con la lista del gobierno en el bolsillo, y cuando se la enseñó a Tejero, en el mismo momento del golpe, dijo: “para que socialistas y comunistas gobiernen, yo no me he jugado los bigotes y las carreras de estos hombres”.
Cuando Suárez tiene noticia de que puede haber una moción de censura, le pide al rey disolver. Tiene una discusión fuerte con él porque se le escapa que a lo mejor no puede disolver las Cortes porque hay una moción de censura. Es cuando le dice al rey, “yo disuelvo y tú tienes que firmarlo”, porque no tiene otra opción según la ley.
Dimitido Suárez, se ha acabado la Operación Armada, pero Armada tiene los patines puestos desde hace un año. Se siente el salvador de España, hasta el punto que él es uno de los captadores de apoyos entre el PSOE y el PCE. En el juego está Tamames, Solé i Tura o Felipe González. Menos los vascos, los catalanes y Rojas Marcos del Partido Andalucista, que son requeridos pero dicen que no. Se mueve desde Múgica a Peces Barba o Guerra que llama a Marcos Vizcaya. Además de los mismos de la UCD. Todo para conseguir los 2/3 en la moción de censura.
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