Cualquiera que haya vivido las ilusionantes jornadas de mayo de 2011 en la Acampada Sol, y que se asome estos días por la Plaza de la República o por otros lugares de Francia, tendrá un agradable deja vu. Toldos y lonas para protegerse del mal tiempo; tiendas de campaña, carteles y consignas. Asambleas con turnos de palabra, proclamas, debates, propuestas y denuncias, aplausos sonoros y sordos. Muchas comisiones: logística, comunicación, acción, economía, cultura, social, medio ambiente, sanidad… Una cantina para comer «por la voluntad», puntos de reciclaje y de toma de luz. Y sobretodo ideas, esperanza, ilusión y ganas de lucha. El espíritu del 15M está en Paris y en esos jóvenes
La Nuit Debout no ha caído del cielo -tampoco el 15M lo hizo- y aunque pensado y premeditado, el éxito de masas que ha tenido dice mucho de unas clases populares francesas que están hambrientas de rebelión contra una clase política que -a las órdenes de las oligarquías de Paris, de Berlín o de Washington- degrada contínuamente sus condiciones de vida y de trabajo y amenaza sus libertades y derechos sociales.
El mes de marzo en Francia ha conocido dos movilizaciones extraordinarias -y casi totalmente inesperadas- contra la Reforma Laboral de Hollande y Manuel Valls, la conocida como Ley Khomri, por su denostada ministra de Trabajo, Myriam El Khomri. Los estudiantes, adelantándose a las centrales sindicales y a la izquierda oficial, iniciaron el 9 de marzo las protestas, dando una primera bofetada exitosa al Eliseo.
La gran Huelga General del 31 de marzo sacó en orden de batalla a más de un millón y medio de franceses a las calles: a trabajadores, estudiantes, sindicatos, y centenares de organizaciones sociales y políticas, poniendo contra las cuerdas los proyectos draconianos del gobierno Hollande. En vísperas de la Huelga General, un colectivo llamado ‘Convergencia de Luchas’ llamó a la ocupación pacífica de la simbólica Plaza de la República, hasta que Hollande y Valls no retiraran la Loi du Travaill. “No volveremos a casa después del 31 mientras sigan empecinados en construir un mundo para nosotros, pero contra nosotros”, dijeron. Y esa noche -por primera vez- cientos de jóvenes estuvieron en pie y acamparon alrededor de la estatua de Marianne (personificación la República Francesa), comenzando a colgar toldos, montar estructuras y organizarse en asambleas A las 6 de la mañana, la policía los desalojó. Efecto rebote: a la noche siguiente, los jóvenes en pie eran muchos más.
Desalojo y otra noche, y así varios días, hasta que las autoridades comprendieron que habían perdido ese pulso. La Nuit Debout no se ha quedado en el centro de París: ha viajado a Marsella, Burdeos, Lyon… y a los barrios del extrarradio, a los ‘banlieues’ empobrecidos y marginados. La rama del movimiento Banlieue Debout (Suburbios en Pie), que busca la implantación y la participación de las clases populares de los barrios -en gran medida de origen inmigrante- ha conseguido montar exitosas asambleas en los principales suburbios de París, incluidos Montreuil y Saint-Denis. “Nos tratan como ciudadanos de segunda. El carburante de este movimiento es el hartazgo, la injusticia contra la población”, dice Saïd, vecino de Mantes y uno de los promotores de la primera Nuit Debout en un suburbio donde el desempleo supera el 40%, cuatro veces más que en el resto del país.
La ‘Debout’ triunfa también en Créteil, banlieue al sureste de París que fué escenario de las revueltas violentas que en 2005 se extendieron en las periferias de todo el país. “La clave es que ahora la gente se reúne no por cólera, sino por entusiasmo, para construir un mundo distinto. Nuestra situación es más precaria y tenemos más razones para movilizarnos”, dice David a eldiario.es. Aunque -al igual que el 15M- el movimiento se esfuerza por autodefinirse como “asambleario, horizontal y no partidista”, la izquierda lo mira con simpatía, el gobierno Hollande trata de desactivarlo mientras mira con terror a las encuestas, y la derecha lo contempla con franca hostilidad.
No sólo la derecha de Sarkozy, sino el propio Frente Nacional de Marie Le Pen, que hasta ahora había canalizado buena parte del descontento popular contra las élites políticas francesas o las imposiciones de Bruselas, y que ve ahora como un movimiento competidor -claramente progresista y anti-sistema- se implanta con éxito en sus feudos tradicionales. La estatua de Marianne recibe con calor otras referencias de lucha europeas y mundiales. Desde el ex-ministro de economía griego Yanis Varufakis o eurodiputados de Podemos, a la Marea Granate parisina -el colectivo que aglutina a los emigrantes españoles indignados en Francia- que celebra sus asambleas en la Plaza de la República como una comisión más, rodeados de sus compañeros franceses. La Nuit Debout sabe que el mundo la está mirando, y proclama su intención de contagiarse a otros países. Los de la comisión de comunicación y redes sociales convocan por las redes una “gran acción internacional el fin de semana del 15 de mayo” para “ocupar masivamente las plazas en todo el mundo”.
“El poder quería nuestra lucha local, sectorial, dispersada y reivindicativa. Le anunciamos que será global, universal, conjunta y afirmativa. Esta ley laboral generaliza la violencia neoliberal, que golpeará de aquí en adelante de manera indistinta a todas las categorías salariales y les empujará a descubrir lo que tienen profundamente en común, la condición salarial, precisamente”, dice el sociólogo Frédéric London ante el efusivo aplauso de la asamblea. Y así pasan otra noche en pie.