«Asuntos cruciales para EE UU y el mundo, desde el valor de los bonos del Tesoro hasta la fortaleza del dólar -sin mencionar lo más esencial: la credibilidad de la mayor potencia económica-, penden actualmente de una negociación política que está en manos de un grupo de radicales republicanos dispuestos a hacer de esta batalla la razón misma de su existencia.»
Los reublicanos pretenden que toda la reducción del déficit provenga del recorte de gastos. Para Obama, a su vez, aceptar un acuerdo en el que todo el sacrificio corra a cargo de los beneficiarios de los programas sociales supondría un suicidio político. Así pues, o los dos bandos hacen renuncias significativas o estamos condenados a un verano dramático en el que los pensionistas pueden quedarse sin sus cheques, China sin el cobro de sus bonos y el mundo entero en estado de alarma por el impacto de un conflicto de esta naturaleza. Puede ser, sencillamente, el golpe final a una economía ya amenazada por múltiples riesgos en otras regiones. (EL PAÍS) EL MUNDO.- La cocina de la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés) ha trabajado de lo lindo para elaborar los resultados de las pruebas de estrés que se conocerán esta tarde. La discrecionalidad ha sido total, basada en modelos y cálculos que no han sido publicados. Las entidades han recibido diversos documentos, de carácter confidencial, en el que se establecen sin ir más lejos qué provisiones se exigen a los poseedores de títulos de deuda pública en función del país emisor. La sorpresa en el sector financiero nacional ha sido mayúscula al comprobar que tener deuda española a largo plazo se penaliza más que poseer bonos irlandeses. Economía. El País El bloqueo de la negociación conduce a EE UU a la quiebra Antonio Caño A medida que se acerca la fecha fatídica en la que el Gobierno de Estados Unidos puede declararse en suspensión de pagos, crece extraordinariamente la tensión política, aparecen las divisiones dentro de los partidos y aumenta el pesimismo sobre la solución de una crisis que puede marcar el rumbo de este país por varios años y mantiene en vilo a la economía internacional. Todos los esfuerzos por evitar un escenario catastrófico han resultado hasta hoy infructuosos. Asuntos cruciales para EE UU y el mundo, desde el valor de los bonos del Tesoro hasta la fortaleza del dólar -sin mencionar lo más esencial: la credibilidad de la mayor potencia económica-, penden actualmente de una negociación política que está en manos de un grupo de radicales republicanos dispuestos a hacer de esta batalla la razón misma de su existencia. En esas condiciones, las múltiples llamadas a la cordura desde los círculos financieros, empresariales y políticos, incluso las amenazas de las agencias calificadoras de rebajar la nota de solvencia de este país, se estrellan con la intransigencia ideológica de quienes, indiferentes a todas las consecuencias, entienden que reducir el déficit sin subir impuestos es un dogma de fe. Así pues, el peligro de que el Gobierno norteamericano no pueda hacer frente a sus pagos a partir del dos de agosto es en estos momentos absolutamente cierto. Obama busca una salida El presidente Barack Obama, que desde la semana pasada reúne a diario en la Casa Blanca a los líderes del Congreso en busca de un acuerdo, pretende juntarlos a todos en un retiro de fin de semana en su residencia de Camp David para forzar un arreglo. Pero el líder republicano en la Cámara de Representantes, John Boehner, no cree necesario ni oportuno un esfuerzo semejante. Detrás de esa negativa está el intento de la oposición de evitar que Obama tenga demasiado protagonismo en la negociación y pueda, por tanto, rentabilizar políticamente una hipotética solución. En ese cálculo de corto plazo, en esos movimientos tácticos por hacer parecer al otro como el culpable del daño que se está causando a la nación, se consume el tiempo mientras EE UU se aproxima al precipicio. Lo que se negocia es un acuerdo para reducir el déficit federal en unos cuatro billones de dólares en una década a cambio de que el Congreso dé luz verde al Ejecutivo para asumir nueva deuda con la que pagar sus facturas, sus créditos y los beneficios de los bonos del Estado. Sin ese permiso, el Gobierno no puede endeudarse más. Sin esa nueva deuda, la Administración se queda sin dinero a partir del dos de agosto. Los republicanos, en contra de las subidas de impuestos La negociación está estancada porque Obama propone que esos cuatro billones salgan tanto de la reducción de servicios públicos, incluidas las ayudas sanitarias, como del aumento de los impuestos a las empresas petroleras y a los ingresos superiores a los 250.000 dólares anuales. Los republicanos pretenden que toda la reducción del déficit provenga del recorte de gastos y han advertido que la Cámara de Representantes, en la que tienen mayoría, no va a pasar ninguna iniciativa que contenga un solo céntimo de aumento de impuestos. Para Obama, a su vez, aceptar un acuerdo en el que todo el sacrificio corra a cargo de los beneficiarios de los programas sociales supondría un suicidio político. Es más, eso tampoco pasaría en el Congreso porque lo rechazarían los demócratas. El peligro inminente de la quiebra Así pues, o los dos bandos hacen renuncias significativas o estamos condenados a un verano dramático en el que los pensionistas pueden quedarse sin sus cheques, China sin el cobro de sus bonos y el mundo entero en estado de alarma por el impacto de un conflicto de esta naturaleza. Puede ser, sencillamente, el golpe final a una economía ya amenazada por múltiples riesgos en otras regiones. Obviamente, la política nacional es soberana y cualquier congresista elegido por su pequeña circunscripción tiene derecho a defender lo que cree que son los intereses de sus electores sin preocuparse por las relaciones con China o las presiones sobre el dólar. Pero, en este caso, a estas alturas, ese derecho soberano está siendo administrado con una alarmante irresponsabilidad. No debería de ser una sorpresa. Cuando los republicanos ganaron la mayoría en noviembre pasado aupados por la vitalidad del Tea Party, ya se advirtió que ésta no era una fuerza amiga de las componendas. Ese grupo está haciendo ahora buenas sus palabras. Después de que el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, propuso esta semana darle a Obama el permiso que quería para endeudarse -no para ayudarle, sino para culparle después exclusivamente por la deuda-, fue inmediatamente comparado con Poncio Pilatos en las páginas webs del Tea Party. Un republicano mucho más duro que McConnell, el número dos en la Cámara, Eric Cantor, este sí un halcón anti impuestos, asumió entonces la voz cantante de la negociación en la verdadera línea intransigente que exigen sus bases. Tan áspero está el clima político, que Obama se marchó abruptamente de las conversaciones el miércoles después de un choque dialéctico con el portavoz de la oposición. "Si Cantor sigue al frente, habrá quiebra", pronosticó ayer el senador demócrata Charles Schumer. El conservadurismo tradicional trata de apartar al ‘Tea Party’ Discretamente, otros republicanos tratan de apartar a Cantor y al Tea Party de esta jugada. El conservadurismo tradicional entiende que esto está yendo demasiado lejos y que los ciudadanos van a castigar al Partido Republicano si se llega a la suspensión de pagos. Ante esa eventualidad, en las filas de la oposición, desde el mismo McConnell hasta Karl Rove, han empezado ya a apuntar a Obama como único responsable de una quiebra pública. Nadie va a salir bien parado si se llega a eso, pero Obama está haciendo todos los esfuerzos por mostrarse centrista, moderado y conciliador. "Está demostrando más paciencia que el santo Job", declaró ayer la líder de los demócratas en la Cámara, Nancy Pelosi. Las próximas horas son críticas. La agencia Moody’s ha advertido que puede rebajar la calificación máxima de la deuda norteamericana en pocos días. Standard’s & Poors considera que existe un 50% de posibilidades de rebajarla. Ambas creen que, sin esperar al dos de agosto, la imagen de solvencia de EE UU, imprescindible para mantener su posición como faro de la economía mundial, ya está en peligro. EL PAÍS. 15-7-2011 Economía. El Mundo Europa penaliza la posesión de deuda española Juan E. Maíllo La cocina de la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés) ha trabajado de lo lindo para elaborar los resultados de las pruebas de estrés que se conocerán esta tarde. La discrecionalidad ha sido total, basada en modelos y cálculos que no han sido publicados. Las entidades han recibido diversos documentos, de carácter confidencial, en el que se establecen sin ir más lejos qué provisiones se exigen a los poseedores de títulos de deuda pública en función del país emisor. La sorpresa en el sector financiero nacional ha sido mayúscula al comprobar que tener deuda española a largo plazo se penaliza más que poseer bonos irlandeses. El castigo afecta, según el documento confidencial de la EBA al que ha tenido acceso EL MUNDO, a los bonos a 10 y 15 años que las entidades tienen en su cartera de trading, es decir, sometida al riesgo de mercado. Pues bien, la EBA obliga a quien tenga un bono español a 10 años a hacer una provisión del 14,6%. Si la deuda es a 15 años, el impacto alcanza el 23,2%. Pero si lo que se posee es un bono irlandés -país con una calificación crediticia varios escalones por debajo de la española-, la provisión exigida es del 12,7% en el bono a 10 años y del 22,7% en el de 15. La deuda de nuestro país a esos plazos sólo recibe mejor tratamiento que la de Portugal y Grecia. En los plazos inferiores, sin embargo, el bono español sí recibe un mejor tratamiento que el irlandés. Sin embargo, la EBA ve más peligroso tener títulos emitidos por el Estado español que los de países como Bulgaria, la República Checa, Hungría, Lituania, Letonia o Rumanía. En el mejor de los casos, la penalización por tener deuda de estos países es menos de la mitad que poseer bonos españoles. Esta cocina de la EBA solivianta, y mucho, a las entidades españolas, que se ven penalizadas respecto a sus competidores europeos. La autoridad bancaria radicada en Londres ya anunció en abril que sus previsiones de caída de la riqueza y del empleo eran para España particularmente duras. Pronosticaba sendas caídas del PIB del 1,1% cada año, deflación en 2012 y que el paro llegase al 22,4%. Para la zona euro, su previsión de descenso del PIB era del -0,5% en 2011 y del -0,2% en 2012, con un paro que sube la mitad que en España. Esas fueron sus cifras públicas, pero ha ocultado cómo traduce este deterioro económico en pérdidas para las entidades. Según fuentes financieras, para una misma cartera de préstamos (no ya de deuda), las provisiones exigidas a España suponen el doble que las que se piden a Alemania. En todo caso, la EBA no está contenta con los bancos. Es más, justifica el haber tenido que hacer el citado documento aclaratorio, fechado el 9 de junio, para evitar que algunos bancos -a los que no cita-, fueran demasiado laxos con las provisiones a hacer ante la situación de estrés. «La EBA ha hecho comparaciones entre bancos y ha encontrado que algunos han hecho prudentes provisiones» ante los deterioros de sus carteras, mientras «otros cifran en cero su pérdida esperada y consecuentemente no hacen provisiones», lamenta la autoridad en su documento. Para clarificar un poco su criterio, explica que a los países que tenían triple A de rating no se les aplica un descenso del mismo. A los que tuviesen doble A, caso de España, se debe medir el impacto de una bajada de dos escalones de la calificación. Y a los de BBB+, como Irlanda, Grecia, Islandia o Portugal, se les baja cuatro escalones, al nivel de bono basura. Hasta el último día la EBA ha estado puliendo los datos. Por ejemplo, para determinar las consecuencias de la subida de los spread de deuda vividos en los últimos días. «Hay un número limitado de casos en los que los movimientos del mercado han superado el escenario», por lo que la EBA «ha consultado a los bancos para que el ajuste del impacto refleje la actual coyuntura», dice su documento. El problema es que los ingredientes de esta cocina son secretos, lo que da pie a arbitrariedades notables por parte de la EBA, coinciden en dos entidades españolas que aprueban el examen EL MUNDO. 15-7-2010