EEUU envía un millón de toneladas de plástico al año a países pobres

El periódico británico The Guardian acaba de destapar cómo EE.UU. se dedica a enviar anualmente un millón de toneladas de basura de plástico a otros países para que se lo traguen. Causando un desastre medioambiental  y sanitario en cada una de esas naciones, ante la falta de infraestructuras para hacer frente a tal cantidad de basura. En lo que además es un auténtico negocio aprovechándose de la mano de obra barata de esos países.

Cuando un ciudadano estadounidense tira un producto plástico a reciclar, la información que la propia industria del plástico norteamericana le hace creer es que ellos mismos se hacen cargo de ese residuo para reutilizarlo y así no dañar el medio ambiente. 

La realidad es completamente distinta. Según la investigación de The Guardian, EEUU envía el plástico a países pobres para deshacerse de él. Solo en 2018, fue enviada afuera el 70% de la basura de plástico para reciclar, un total de 68.000 contenedores de barco, a los países más pobres del planeta. Entre los países escogidos están Camboya, Ghana, Bangladesh, Etiopía, Ecuador, Laos, Senegal o Indonesia.

Antaño lo intentaron con China. En 2015 la mitad de basura de plástico a reciclar acabó en China y Hong Kong, quienes habían preparado una enorme industria para recolectar y reutilizar los plásticos más valiosos, con el fin de elaborar productos que pudieran volver a venderse al mundo occidental. 

Sin embargo, China descubrió que la mayoría del plástico que le llegaba estaba contaminado o con comida o suciedad y no se podía reciclar. Con lo que se veía obligada a tragársela sin más. Es por eso que solo dos años después, China cerró las puertas a toda basura plástica que no fuese perfectamente limpia. 

Malasia, Tailandia y Vietnam hicieron lo mismo a mediados de 2018, cuando vieron que las miles de toneladas que les llegaban desde EEUU eran literalmente mierda. Malasia era incapaz de reciclar el 55% del plástico que recibía, mientras que Vietnam no podía reciclar el 86%. 

Por ello mismo, EEUU ha puesto su centro de atención en los países más paupérrimos, y con menos capacidad de respuesta para denegar su basura plástica. Lo poco que se puede reciclar se convierte además en un oscuro negocio. La mano de obra ultrabarata que existe en esos países y la falta de normativas medioambientales para el tratamiento de estos residuos, permiten convertir el reciclaje en un muy rentable mercado, a costa de la salud y el hábitat de los países que son obligados a asumir esta carga.

EEUU es el mayor productor de plásticos del mundo. Él solo produce 34 millones de toneladas de plástico cada año. La mayoría de mano de sus propios monopolios. Coca Cola ha reconocido que produce ella sola tres millones de toneladas de plástico anualmente. Sin embargo, en vez de hacerse cargo de su propia basura, ha decidido centrar su atención, cada vez más, en los países más pobres del mundo, convirtiéndolos de facto en vertederos gigantescos.

En mayo, 187 países firmaron un tratado que permite a las naciones negarse a importar plástico altamente contaminado o difícil de reciclar. Uno de los países que no firmó es EEUU. Es natural, al gobierno de Trump no le interesa que se ponga freno a este negocio, ni que se le obligue a reducir la producción de plástico a sus monopolios. Para EEUU es más rentable que otros se coman su basura en vez de frenar su producción. Otra muestra de que los intereses de la superpotencia son antagónicos con los del resto de la humanidad.