El primer martes de noviembre se decidirá el inquilino de la Casa Blanca. Nadie puede garantizar si será Biden o Trump. Pero su resultado va a tener repercusiones globales.
¿Qué diferencia a Biden y a Trump? Y sobre todo, ¿en qué se parecen?, ¿cuáles son los problemas que la superpotencia debe abordar sea cual sea su presidente?, ¿y cómo nos afecta a quienes vivimos bajo el dominio norteamericano?
.
Un resultado incierto
Apostar a quién ganará las elecciones norteamericanas es una operación de riesgo.
Los resultados electorales han favorecido a Biden, pero arrastra el mayor índice de desaprobación de su presidencia.
Mientras, Trump arrasa entre los candidatos republicanos, y algunos sondeos le dan ventaja frente a Biden. Pero deberá sortear escollos judiciales. El Tribunal Supremo de Colorado acaba de prohibir que se presente a las presidenciales. Será el Tribunal Supremo de EEUU quien decida.
El resultado incierto expresa la división política en EEUU, especialmente en sus élites. Cuantos mas problemas enfrenta la superpotencia, mayores son las diferencias en la gran burguesía norteamericana sobre qué camino tomar.
El juego de las tres semejanzas
Entre Biden y Trump hay diferencias, pero lo que los define son sus semejanzas:
- Coinciden en la agresividad contra China. Ampliando la presencia militar en Asia-Pacífico, boicoteando el acceso de Pekín a la alta tecnología, como los microchips, o imponiendo restricciones del comercio con China, aunque eso perjudique a la “globalización”.
- Ambos deben mantener y ampliar la superioridad militar de la superpotencia. Respaldar a gendarmes “incómodos”, como Israel. Imponiendo un mayor encuadramiento en su área de dominio, y enfrentándose a los pueblos y países que buscan escapar de las imposiciones de la superpotencia.
- Con republicanos o demócratas, Washington está obligada a multiplicar el saqueo global.
Los imperativos de la hegemonía norteamericana condicionan la política del inquilino de la Casa Blanca, sea cual sea su color.
El fantasma de la deuda
Un solo hecho define la situación de la superpotencia, obligando a Biden o a Trump: EEUU es el mayor deudor del mundo. Hasta hace poco la situación era la inversa: las mayores potencias imperialistas eran los grandes acreedores.
¿En qué nos afecta esto? En que el saqueo que EEUU nos impone es mayor.
Desde 2001 hasta hoy el PIB norteamericano se ha más que duplicado, pero su deuda se ha multiplicado casi por seis.
EEUU ha crecido a costa de endeudarse. Por cada dólar que ha aumentado el PIB de EEUU desde 2001, la deuda de la superpotencia ha aumentado dos.
¿Por qué sucede esto? Por una combinación de dos factores.
En primer lugar, EEUU pierde peso, porque lo gana el Tercer Mundo. Desde 1999 la participación de la superpotencia en el PIB mundial ha caído 7 puntos, mientras el de China es 14 puntos más, y el del conjunto del Tercer Mundo 23 puntos mayor.
En segundo lugar, a la superpotencia le cuesta más mantener su hegemonía, principalmente a causa de un gasto militar disparado, que se ha triplicado desde 1999.
El mundo financiamos obligatoriamente la hegemonía yanqui. La deuda externa neta de la superpotencia asciende a 18 billones de dólares. Es un 77% de su PIB. En China es un 14%, y en los BRICS un 19,5%. Unos ahorran, y otros se comen el dinero de los demás.
Incapaz de competir en la globalización, EEUU impone un mayor saqueo global. Utilizando por ejemplo la hegemonía del dólar. Todos los países están obligados a comprar dólares para adquirir materias primas y energía o pagar operaciones internacionales. Y EEUU es el único país cuya deuda están en la moneda que ellos mismos emiten.
La superpotencia clava sus garras sobre las áreas que domina, como Europa. De allí puede extraer los recursos que pierde por el avance del Tercer Mundo.
Esto es lo que ha sucedido desde el crack de 2008. La presencia de capital norteamericano en Europa se ha disparado, hasta suponer más del 40% de toda la exportación de capital de la superpotencia. Y grandes bancos y fondos norteamericanos dominan arterias claves, desde la banca a la vivienda o la energía.
Mientras plataformas norteamericanas camufladas de “organismos internacionales”, como el FMI, el Banco Mundial o la OCDE, nos imponen oleadas de recortes.
Con Trump o con Biden, cuanto más retrocede la superpotencia por el ascenso del Tercer Mundo, con más apetito se abalanza sobre las áreas que domina, como España, exigiéndonos una mayor cuota de tributos para mantener su hegemonía.