Justo cuando la pandemia comienza a llegar con fuerza al continente americano Washington ordena frente a Venezuela el despliegue militar más grande de los últimos 30 años en la región.
Hacía tres décadas que el Pentágono no realizaba en Sudamérica y el Caribe un despliegue militar del que ahora está llevando a cabo en las fronteras marinas y terrestres de Venezuela. Una operación que ha sido ordenada en el momento en el que EEUU se está convirtiendo, por el número de contagios (más de 340.000) y muertes (cerca de 10.000) pero sobre todo, por el aceleradísimo ritmo de expansión, en el nuevo epicentro mundial de la pandemia del Covid-19.
La administración Trump, que días atrás había emitido una orden de detención contra Nicolás Maduro, ha desplegado frente al país caribeño a miles de soldados de infantería, de la US Navy, el cuerpo de Marines, la Fuerza Aérea y la Guarda Costera. Los recursos del Pentágono movilizados se elevan a decenas de destructores, buques de guerra, cazas y helicópteros de la Armada; diez buques tipo ‘Cutter’ de la Guarda Costera, y aviones de vigilancia de la Fuerza Aérea. La Armada ha movilizado sus Boeing P-8 Poseidon, preparados para guerra antisubmarina. Proceden de los comandos del Pacífico y Europa, y de la base naval de Norfolk, en Virginia.
El pretexto escogido en esta ocasión para amenazar Venezuela es… la droga. Washington acusa a Maduro de ser cómplice de los carteles del narcotráfico, que introducen cocaína, metanfetaminas, fentanilo y otros estupefacientes.
La excusa huele tan fuerte a falsa bandera, que cabría preguntarse si no habría sido más pertinente achacar la maniobra a “armas de destrucción masiva”.
No hay que ir a ninguna hemeroteca para constatar que las ansias de la superpotencia por derribar a los gobiernos bolivarianos de Venezuela vienen de muchas décadas atrás, mucho antes de esta “presunta colaboración” de Maduro con los narcos. Una visita al archivo dejaría claro, en cambio, que en ningún momento de las décadas de los 80 y los 90 -cuando la actividad terrorista de los cárteles de Medellín y de Cali amenazaba la estabilidad de Colombia y el poder de narcos como Pablo Escobar se infiltraba en importantes aparatos del Estado como la policía, la judicatura o la política- los EEUU montaron un dispositivo de invasión semejante, ni amenazaron con intervenir militarmente para deponer al «corrupto gobierno» colombiano.
Una olla a presión para derrocar a Maduro
Las razones de este movimiento son, obviamente, otras. La pandemia del Covid-19 es una oportunidad para hacer caer a Maduro. No por su efecto sobre EEUU, sino por sus consecuencias en Venezuela.
Aunque el país no presenta todavía muchos casos -de momento solo 144 diagnisticados y 3 fallecidos, diez veces menos que los casi 1.500 casos y 35 muertos de Colombia- la abrupta caída del precio del crudo está dejando sin ingresos a un economía venezolana ya extremadamente enferma, tras años de guerra económica por parte de EEUU y la oligarquía venezolana.
Si a las gravísimas penurias (carestía y desabastecimiento, en especial de productos sanitarios) que sufren amplios sectores de las masas venezolanas -derivadas de esta guerra económica, pero en las que los errores de Maduro también tienen su cuota de culpa- y que ha provocado el éxodo de 360.000 venezolanos (según Acnur), sumamos los eventuales efectos devastadores de la epidemia, tanto en su aspecto sanitario como económico, el resultado es un cóctel molotov sobre la ya explosiva situación política venezolana.
EEUU y la derecha golpista venezolana, con Juan Guaidó a la cabeza, flanqueados por los reaccionarios y proyanquis gobiernos de Ivan Duque en Colombia y de Jair Bolsonaro en Brasil, buscan llevar la estrategia del “cuanto peor, mejor” a un nuevo nivel.
Pretenden convertir Venezuela en una insoportable olla a presión, con la sanidad colapsada, el virus expandiéndose sin control, y las penalidades económicas agravandose insoportablemente, para agitar al extremo, mediante movilizaciones y guarimbas, el descontento popular. Crear una situación de caos total -aún más antagónica que la actual- para justificar, en el momento preciso, la intervención militar para derrocar al gobierno bolivariano.
Es decir, seguir el manual de los “golpes blandos” que hasta ahora han llevado adelante en Venezuela, pero con un nuevo componente: la gravísima crisis sanitaria, económica y social derivada del Covid-19.
«No permitan otro Vietnam, otro Irak»
En medio de estas amenazadoras maniobras, el presidente venezolano Nicolás Maduro ha enviado una carta abierta al pueblo de EEUU.
En ella, tras solidarizarse con el pueblo estadounidense que sufre los embates por la pandemia del Covid-19, llama a la población norteamericana a detener la agresión a Venezuela, y a exigir el fin de las sanciones ilegales y el bloqueo que restringe el acceso del país a insumos humanitarios, tan necesarios hoy en el país para el combate contra este virus.
«En medio de nuestra lucha sin tregua contra el Covid-19, envío esta carta al pueblo de los EEUU, con un mensaje de solidaridad y un llamado a la Paz. Ninguna agresión supremacista puede quebrar nuestros lazos de fraternidad»
“Nosotros en Venezuela no queremos un conflicto armado en nuestra región. Queremos relaciones fraternales, de cooperación, de intercambio y de respeto. Les pido, con el corazón en la mano, que no permitan que su país se vea arrastrado, una vez más, a otro conflicto interminable, otro Vietnam u otro Irak, pero esta vez más cerca de casa”
Asimismo, el presidente venezolano llama a la ciudadanía estadounidense a exigir a la administración Trump a que «enfoque su atención y sus recursos en la necesaria y urgente lucha contra la pandemia»