SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Draghi pide tiempo y ayuda

Mario Draghi pide tiempo, para que la polí­tica monetaria del Banco Central Europeo (BCE) pueda dar el máximo resultado, y también pide ayuda para que no le dejen ­solo ante la tarea de reactivar la economí­a. Tiene razón cuando afirma, como hizo ayer, que la polí­tica monetaria ha sido la única acción que ha apoyado el crecimiento en la eurozona durante los últimos cuatro años. Por eso reclama nuevamente, pero con voz más alta y clara, una mayor iniciativa de los gobiernos con medidas fiscales adecuadas, que incluyan rebajas de impuestos y mayor inversión pública, así­ como las reformas estructurales que incrementen la competitividad y contribuyan a reducir el déficit por cuenta corriente.

Mario Draghi pide tiempo, para que la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE) pueda dar el máximo resultado, y también pide ayuda para que no le dejen ­solo ante la tarea de reactivar la economía. Tiene razón cuando afirma, como hizo ayer, que la política monetaria ha sido la única acción que ha apoyado el crecimiento en la eurozona durante los últimos cuatro años. Por eso reclama nuevamente, pero con voz más alta y clara, una mayor iniciativa de los gobiernos con medidas fiscales adecuadas, que incluyan rebajas de impuestos y mayor inversión pública, así como las reformas estructurales que incrementen la competitividad y contribuyan a reducir el déficit por cuenta corriente.

El crecimiento de la eurozona es muy débil, apenas del orden del 1,5%, el desempleo todavía es muy elevado, superior al 10%, pero se halla en la tasa más baja de los últimos años y la inflación, cercana a cero, está a años luz del objetivo establecido del 2% a causa, fundamentalmente, de la caída de los precios del petróleo. No es ciertamente un balance muy exitoso después del enorme esfuerzo monetario desplegado.

Hay que preguntarse, sin embargo, cómo estaría hoy la zona euro si no fuera por la política monetaria expansiva en apoyo de la deuda pública europea y de estímulo de la economía que lleva a cabo el BCE. Probablemente estaría sufriendo todavía una dura recesión, con mucho más desempleo, una inflación mucho más negativa, y con el euro en el centro de profundas turbulencias financieras. Es pertinente esta reflexión, que también hace Draghi, tras los duros ataques que en los últimos meses arrecian desde Alemania contra la actual política monetaria por considerarla demasiado laxa y, además, negativa para los ahorradores y para la banca por el tipo de interés cero que ha instaurado, además del riesgo de burbujas inmobiliarias.

Alemania, desde hace tiempo, se ha convertido en un problema para el BCE y para la propia eurozona. No sólo se opone a la política monetaria expansiva de dicha ins­titución, sino que también rechaza liderar una política fiscal activa para impulsar un mayor crecimiento económico del conjunto de países de la eurozona. Pero sólo con un mayor crecimiento se podrá limitar la expansión mone­taria y subir los tipos de interés, como quiere Alemania, y no al revés, tal como dijo Draghi en respuesta a las críticas de Berlín. La gran y difícil tarea de la eurozona, por tanto, es desbloquear los obstáculos internos que frenan su ­crecimiento.

El enfrentamiento de Draghi con Alemania ha subido de tono. Nunca el banquero central se había referido directamente a este país en sus ruedas de prensa oficiales como hizo ayer, al afirmar que “el mandato de la institución es buscar la estabilidad de precios para toda la zona euro, no sólo para Alemania” y que “nosotros obedecemos a la ley, no a los políticos, porque somos independientes”. Pero fue mucho más lejos al advertir a Alemania que sus críticas y sus ataques minan la credibilidad de la institución y que la respuesta será una política todavía más expansiva en la medida que se dificultan sus objetivos. Una amenaza, en suma, a todos sus detractores germanos.

Este clima de tensión en el seno de la zona euro no es bueno, pero Draghi está convencido de que las medidas del BCE funcionan, aunque con lentitud. En este sentido se mostró dispuesto, pese a Alemania, a seguir utilizando todos los medios necesarios y mantener los tipos de interés cero durante el tiempo que haga falta hasta que se reactive la economía y la inflación suba hasta cerca del 2%.