Es intolerable que un grupo de descerebrados haya intentado ejecutar peligrosos actos de sabotaje contra los deportistas que participan en la Vuelta Ciclista a España. A través de medios, como arrojar aceite o clavos en la carretera, que podían haber provocado un grave accidente.
Es intolerable, y también indignante, que algunas formaciones políticas, como Junts y ERC, no solo no lo hayan denunciado sino que incluso salgan en defensa de los agresores.
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¡Es una agresión violenta!
Se celebrada la tercera etapa de la Vuelta. A su paso por la comarca ilerdense del Solsonés, en la carretera C-55, la carrera debía adentrarse en el túnel de la Flauta. En una de sus entradas sobresalía un tubo negro, escondido entre los matorrales. Formaba parte de un mecanismo que pretendía verter 400 litros de aceite de motor al paso del pelotón.
Cuatro personas, que no pueden calificarse sino como peligrosos descerebrados, pretendían ejecutar este sabotaje. Si hubieran vertido esa enorme cantidad de aceite al paso de ciclistas, motos y coches que circulan a gran velocidad, podía haberse registrado un accidente de grandes proporciones.
Han intentado blanquear su acto violento bajo argumentos políticos, de carácter independentista. Protestar contra un acto deportivo es legítimo. Ejecutar agresiones como ésta es propio de desequilibrados violentos.
No es el único acto violento perpetrado durante la Vuelta. En la segunda etapa, transcurrida entre Barcelona y Mataró, se arrojaron clavos a la carretera para provocar pinchazos entre los ciclistas. Se trataba de un plástico reforzado preparado para que el pincho siempre mirara hacia arriba, maximizando así los daños. Y se colocaron en el tramo más peligroso, en la bajada del Coll d´Estellanes -cuando la velocidad del pelotón aumenta-, y a la salida de curvas peligrosas. Hasta 15 ciclistas pincharon, no se registró ningún percance grave, pero podía haber sucedido.
Se trata de dos actos violentos, que todos, incluyendo todos los independentistas, deben condenar. No existe otra posición decente.
¿Cómo que no lo condenan?
Sorprendentemente, hay quien no ha condenado estas agresiones.
Cuando los cuatro descerebrados que intentaron arrojar aceite al paso de los ciclistas fueron puestos a disposición judicial, el presidente y la secretaria general de ERC, Oriol Junqueras y Marta Rovira, pidieron su libertad, y calificaron su detención de un acto “contra las libertades y los derechos humanos”.
¿Acaso agresiones como estas deben quedar impunes?
Mientras que dos de los máximos dirigentes de Junts, Laura Borrás y Jordi Turull, calificaron los arrestos como “detenciones preventivas”.
¿Es qué defienden que había que permitirles perpetrar la agresión?
Ni una palabra de denuncia de los actos violentos, ni por parte de la dirección de ERC ni de Junts.
Más sorprendente es que algunas organizaciones acudieran a la puerta de los juzgados para recibir, como si fueran héroes, a los desequilibrados que intentaron perpetrar el atentado.
Es intolerable no condenar agresiones violentas. Y se entra en el terreno de la indecencia cuando se defienden o justifican.
¿Desde cuándo se hace boicot a un acto deportivo poniendo en peligro la integridad de sus participantes?
Estos hechos violentos exigen un repudio colectioa, de independentistas y no independentistas.