El informe presentado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) con motivo del “Día Internacional del Trabajo Decente” revela que uno de cada diez trabajadores en España son pobres. Una estadística que lejos de disminuir es este año mayor que el anterior.
¿Cómo lo explica el representante de la OIT? Afirmando que “la recuperación social no ha ido al mismo tiempo que la recuperación económica”. No es verdad, los datos sobre el aumento de la desigualdad estructural en España son el legado de una “legislación de los recortes” impuesta a partir de 2010… Y que ahora amenazan recrudecer ante una “nueva recesión”.
Las rebajas salariales o el aumento de la precariedad y temporalidad ha engrosado las filas de “trabajadores pobres”. Son los asalariados cuyos ingresos están por debajo del 60% de la media. Son los trabajadores para los que encontrar un empleo no es sinónimo de dejar de engrosar las estadísticas de pobreza.
La realidad es que España es el tercer país de la UE con mayor número de “trabajadores pobres”, un 13% del total, solo superada por Grecia (17%) y Rumanía (24%).
Es el resultado de dos reformas laborales que han creado el marco para “exprimir” con mayor intensidad la fuerza de trabajo.
Rebajando los salarios, hasta el punto de que ser “mileurista”, que hace diez años era algo inaceptable, hoy se ha convertido en una aspiración para muchos trabajadores. Y, como la otra mano de una doble tenaza, impulsando las cotas de precariedad y temporalidad.
Las estadísticas publicadas por la UGT, que constatan como el 36,3% de la población ocupada vive con salarios que son un 29% inferiores a la media, nos advierten que se amplían los sectores con bajos salarios. Incluyen la hostelería, pero también la educación, con muchos profesores interinos condenados a condiciones precarias.
Con una juventud trabajadora condenada a alimentar las filas de los “trabajadores pobres”. La realidad es que hoy los jóvenes viven peor que los mileuristas de hace una década. Sus salarios se han recortado un 28% para los menores de 20 años, o un 15% para los de 20 a 24. Y la tasa de temporalidad juvenil escala hasta el 58%.
Una guadaña de los recortes que también agiganta la desigualdad territorial. En los últimos datos de Eurostat solo cinco comunidades españolas están por encima de la media europea de PIB por habitante. Junto a Francia, España es el país donde más se ha ampliado la brecha con la media de la UE. Y hay cuatro autonomías (Asturias, La Rioja, Cantabria y Valencia) que todavía no han recuperado el PIB de 2008.
Unas comunidades españoles asfixiadas por las normas europeas que les obligan a un draconiano esfuerzo de reducción del déficit, que debe ser pagado con disminuir la parte destinada a sanidad o educación.
No son solo las estadísticas. Sabemos cual es hoy la herencia de las políticas de recortes aplicadas tras 2010. Se nos impuso dos reformas laborales, una reforma de las pensiones, tijeretazos en gastos sociales…
No es que “la recuperación social no haya llegado todavía”, como afirma la OIT. Con la persistencia en los recortes de 2010 nunca llegará. Y con los nuevos tijeretazos que ya se anticipan como “una necesidad para enfrentar la desaceleración económica” la desigualdad estructural se hará más profunda.
El único camino para revertir esta situación es aplicar una auténtica política de redistribución de la riqueza. Esto es lo que nos jugamos el 10-N.