Brasil ha conseguido importantes acuerdos políticos, económicos y diplomáticos, pero se ha puesto también de manifiesto, de diferentes formas y maneras, la contradicción principal que recorre la región. Porque hoy en Iberoamérica no hay uno, sino dos caminos (dos líneas, dos proyectos) en juego. Brasil, busca erigirse como incuestionable potencia emergente. Venezuela, busca convertirse líder regional llevando adelante una política de Frente.
La firme voluntad de las clases dominantes de Brasil en erigirse como otencia se manifiesta quizá con mayor rotundidad en su estrategia militar. Porque, como dice la diplomacia del gigante del Cono Sur: debe estar preparado no sólo para defenderse de las agresiones, sino también de las amenazas. En 2007 el gasto militar de la región fue de mas de 39.000 millones de dólares, del cuál mas de la mitad correspondió a Brasil, seguido por Colombia (en el orden del 17%), Chile (13%) y Venezuela (8%).Brasil tiene condiciones, materiales y de voluntad política, para convertirse en una gran potencia emergente. Pero sólo puede hacerlo sometiendo a los países de la región a sus intereses y proyectos. En las Cumbres celebradas recientemente saltaron las chispas: con Ecuador, que se negaba a pagar una cuestionable deuda millonaria pendiente con Brasil; Paraguay y Uruguay, que no estaban dispuestos a aceptar un sistema arancelario propuesto por MERCOSUR; la diplomacia Argentina, por no ser invitada por Brasil a organizar las cumbres…Por otra parte, Venezuela por sus condiciones materiales (demográficas, territoriales, PIB, de voluntad política…) no puede, ni quiere ser potencia regional. El camino que lleva es la construcción del ALBA, un frente conformado por diferentes países iberoamericanos cuya fuerza reside en su unidad política y económica, que no tendrían de cara a Washington de manera separada.Son dos proyectos, de líder del frente y de potencia emergente, que guardan coherencia pero también entrañan contradicción. Su principal y determinante aspecto de coherencia la da la búsqueda de autonomía de EEUU.Pero es a la luz de reconocer la existencia de estas dos líneas y sus dos aspectos, que pueden leerse buena parte de los acontecimientos de la región y su futuro desarrollo. Por ejemplo, Brasil le ha ofrecido a EEUU servir de mediador ante los “díscolos” Venezuela y Bolivia, a cambio de ganar cada vez más influencia en el Cono Sur. Pero, tampoco al grado de apagar ese “incendio”, ya que los planes de autonomía de Brasil pasan por el fortalecimiento del Frente Antihegemonista. A su vez, el fortalecimiento de Brasil como potencia frente a Washington sirve al fortalecimiento del Frente, del que Brasil forma parte aunque tenga sus propios proyectos de desarrollo.