Con la propuesta de retrasar dos años la edad de jubilación, hasta los 67, el gobierno Zapatero ha traspasado una línea que nunca antes nadie se había atrevido a tocar. La jubilación a los 65 años, una de las reivindicaciones históricas del movimiento obrero junto a la jornada de 8 horas, se estableció en España en 1919, durante el gobierno de concentración nacional presidido por el conservador Antonio Maura. Durante cerca de un siglo, nadie, ni siquiera el régimen franquista, se atrevió a cuestionar la edad de jubilación. Hasta que ha llegado Zapatero. Con ella, la naturaleza de su gobierno ha quedado definitivamente retratada: se ha asegurado el paso a la historia cómo el gobierno que se atrevió a atacar una de las mayores conquistas sociales del último siglo.
Mucho derecho a abortar a los 16 años sin consentimiento aterno, mucha educación laica,… pero usted tendrá a partir de ahora dos años de jubilación menos de los que disfrutaba incluso con Franco.O, lo que es lo mismo pero visto desde otro ángulo, gracias a Zapatero los grandes capitalistas españoles y extranjeros van a adquirir el derecho de explotar dos años más su fuerza de trabajo, de consumir dos años más de su vida para seguir engrosando su cuenta de beneficios. ¡Qué gran avance social!Zapatero y su gobierno llevan años alardeando de haber colocado a España como novena potencia económica del mundo y reclamando una silla en el G-8 o el G-20. ¿Novena potencia económica? Y entonces cómo explican esto. ¿No será que han estado confundiendo interesadamente la situación del país con la situación del Banco Santander o del BBVA? Porque ellos sí, efectivamente, han conseguido colocarse entre los 10 primeros bancos mundiales.Pero lo han hecho a costa de someter al país a un nivel de dependencia exterior inconcebible. De endeudar a la nación hasta límites jamás vistos, convirtiéndonos en el país más endeudado del mundo per cápita. Y todo para que Botín y unos cuantos oligarcas españoles pudieran acometer su expansión internacional y situarse en el ranking de los mayores bancos y monopolios mundiales. Si como repiten machaconamente, somos la novena potencia económica del mundo, entonces tendrán que explicarnos por qué y por quién han hecho esto. El diktat francoalemán A finales de 2009, la banca española tenía un endeudamiento con el exterior de más de 768 mil millones de euros (más de 128 billones de las antiguas pesetas), deuda de la cual la banca alemana y la francesa se llevan la parte del león, aproximadamente la mitad.Evitar el colapso que esta gigantesca deuda es capaz de provocar en el sistema financiero español, expulsando a Botín y los suyos del lugar de privilegio que actualmente ocupan, ha sido el principal objetivo de la política económica del gobierno Zapatero en el último año y medio. Para ello han abierto otra vía de endeudamiento, la deuda pública, que gracias al plan de rescate bancario ha empezado a consumir recursos y riqueza nacional a una velocidad inaudita.Hasta que las grandes oligarquías europeas, y en primer lugar la alemana, han empezado a poner las cosas en su sitio. Es decir, en el sitio de sus intereses. España no es Grecia, cuyo PIB apenas si alcanza a ser el de una región alemana. Y Berlín ya ha anunciado que no le va permitir a España lo mismo que le ha permitido a Grecia.Desde los ministros económicos de Merkel hasta los altos ejecutivos del Deutsche Bank o el Bundesbank lo han repetido estos días por activa y por pasiva: España no va a desestabilizar el euro, no va a retrasar la recuperación de la zona euro y, sobre todo, no va a poner en peligro la rentabilidad de los bonos alemanes. O aplica de inmediato un drástico plan de ajuste, o lo aplicarán ellos. Y la amenaza lleva implícita, en el límite, la expulsión de España del euro.Como una bandada de buitres merodeando a un grupo de animales heridos (Portugal, Irlanda, Grecia, España,…), las grandes oligarquías bancarias europeas han calculado el momento exacto de abalanzarse sobre ellos para devorarlos. Y se habla incluso de crear una especie de “Fondo Monetario Internacional europeo” encargado de ejecutar esos drásticos planes de ajuste para las economías más frágiles de la UE.El retraso de la edad de jubilación en dos años es sólo la primera de las medidas del plan de ajuste con las que Zapatero está dispuesto a sostener el proyecto y la posición mundial de Botín y plegarse a los dictados de las grandes oligarquías europeas. El gran atraco En la actualidad, cerca de un 30% de los pensionistas vive por debajo del umbral de la pobreza. La consecuencia de la reforma del sistema de pensiones, que no sólo implica retrasar dos años la edad de jubilación, sino también alargar los años de cálculo de las pensiones y recortes significativos en otras pensiones como las de viudedad y las no contributivas, va a provocar en los próximos años y décadas una multiplicación de los índices de pobreza entre la gente mayor.Y mientras tanto, el despilfarro y la corrupción siguen campando a sus anchas en las administraciones públicas, desde las centrales hasta las regionales y locales.Zapatero se atreve a meter mano a los bolsillos de los pensionistas, pero eso sí, a las castas políticas y a los burócratas del Estado que nadie se atreva a tocar un pelo de sus privilegios, su ostentación y su derroche.Dicen que hay que trabajar más años y cobrar menos pensión para asegurar la viabilidad de la Seguridad Social encargada de pagar las pensiones. Pero nada dicen acerca de que el gasto principal de la Seguridad Social no son las pensiones, ni la construcción de hospitales, ni los salarios del personal sanitario; sino la desorbitante factura que cada año cobran las grandes multinacionales farmacéuticas por unos medicamentos un 60 o un 70% más caros que los genéricos que otros países en desarrollo como India, Sudáfrica, China o Brasil sí son capaces de fabricar por ellos mismos.¿Por qué una parte de los gigantescos recursos de la Seguridad Social no se dirigen hacia la inversión para la creación de una potente industria farmacéutica nacional que, al mismo tiempo que crea riqueza y empleo, sea capaz de abastecer el mercado interno y competir en el exterior, en lugar de destinar improductivamente cada año miles de millones de euros a comprar medicamentos caros que no hacen más que engordar los multimillonarios beneficios de las multinacionales farmacéuticas? ¿A qué esperan los sindicatos?Una agresión de tal calibre contra los intereses de la inmensa mayoría de la población exige una respuesta contundente.Si hemos llegado hasta aquí es en gran medida gracias a la connivencia y el apoyo activo que los dos grandes sindicatos, CCOO y UGT, han prestado al proyecto Zapatero-Botín.¿A dónde tiene que llegar el gobierno para que empiecen a mostrar su rechazo y una oposición activa? ¿A la jubilación a los 70? ¿A los 80? ¿A qué computen toda la vida laboral para calcular las pensiones y valga lo mismo para sacar la media los salarios que se cobraban en 1970 que los actuales? ¿A qué reduzcan la pensión de viudedad a una simple compensación?No hace falta ninguna empresa de demoscopia ni ninguna encuesta para saber que la prolongación de la edad de jubilación hasta los 67 años es una medida rechazada por el 95% de la población. Esa es la principal debilidad de los planes de Zapatero-Botín.Ese es nuestro principal recurso. Encauzar toda esa oleada de indignación popular creada por el anuncio de la medida es la tarea principal del momento. Dando conciencia y perspectiva acerca de cómo sí se puede salir de la crisis tomando otras medidas de acuerdo con los intereses de la mayoría. Y cómo en lugar de retrasar dos años la edad de jubilación y recortar las pensiones, hay que poner los principales recursos del país, concentrados hoy en manos de unos cuantos banqueros, al servicio de un política activa de creación de riqueza y empleo.Esos son los dos destinos posibles que se abren hoy para España. En nuestras manos está decidir cual de ellos se va a imponer.