Hay una corriente poderosa, que prepara un draconiano plan de ajuste para cargar las pérdidas de la crisis sobre la población, mientras nos anestesian difundiendo que “las ayudas europeas” o “la protección del Estado” hará que esta crisis no se resuelva con “medidas de austeridad” como sucedió tras 2010.
Pero existe también una contracorriente, igualmente poderosa. La de una mayoría social que no va a aceptar recortes ni que se cargue la factura sobre nuestras espaldas.
La vemos reflejada en la comparecencia del presidente de Gestha en el Congreso, exigiendo una reforma fiscal progresiva, denunciando que bancos, monopolios y multinacionales pagan tres veces menos impuestos que las pymes, a pesar de concentrar el 83% de los beneficios. En un movimiento en defensa de la sanidad pública que gana fuerza y apoyo social. En las concentraciones organizadas por los sindicatos para exigir una “reconstrucción social”. En que una ONG como Intermon Oxfam llame a “tomar medidas que redistribuyan la riqueza para evitar que aumente la desigualdad”. Y en el manifiesto “Unidad y Solidaridad” impulsado por Recortes Cero.
Esta mayoría social, que se enfrenta a los recortes y que reclama redistribuir la riqueza, está presente en todas las fuerzas políticas, en todas las organizaciones sociales, en las principales ciudades y en la “España vaciada”, en los sindicatos y en pymes y autónomos…
Quienes están representados por la “macrocumbre” de la CEOE concentran mucho poder, pero tienen un punto extremadamente débil: están obligados a cuestionar intereses vitales del 90% de la sociedad. Lo hicieron tras 2010 y, bajo otras formas y ofreciendo algunas concesiones sociales que atenúen los efectos mas sangrantes, necesitan hacerlo también ahora.
Pero se enfrentan a una mayoría progresista que es hoy más fuerte que hace diez años. Ha demostrado poder revertir reformas como la impuesta por el gobierno de Rajoy contra las pensiones en 2013. Está organizada, muy organizada, en multitud de plataformas. Y se expresa políticamente, con una mayoría en el parlamento, en un abanico plural de fuerzas progresistas, impensable en 2010.
En los próximos meses vamos a asistir a una feroz batalla entre estas dos alternativas para salir de la crisis. El resultado va a determinar el rumbo del país, y repercutir directamente en nuestras vidas.