La dimisión de Steve Bannon, hasta ahora mano derecha de Trump, dota de mayor poder a los sectores del equipo presidencial mejor conectados con los núcleos de poder de la oligarquía financiera y con los aparatos de la superpotencia. En sólo ocho meses, la Casa Blanca ha sufrido una notable reconversión, cayendo los cuadros menos potables para los intereses de la clase dominante y el Estado.
La tempestad desatada por los sucesos de Charlottesville y las declaraciones de Trump habían puesto las miradas en los miembros del equipo presidencial más vinculados a la llamada ‘alt-right’ o ‘derecha alternativa’, una rama de la ultraderecha que proclama las viejas tesis racistas, xenófobas y supremacistas de siempre, pero con un halo de ‘corrección’ política y argumentos pseudoracionales. Stephen Bannon, estratega jefe de Donald Trump, su principal consejero y uno de los artífices de su triunfo electoral, autor político de alguna de las medidas más polémicas de Trump como el muro con México o el veto migratorio, estaba en la diana.
Sin embargo, su dimisión no es un fruto de última hora, sino de una intensa lucha de poder dentro y fuera del equipo presidencial, entre los que -como Bannon- quieren romper algunas reglas de juego -implícitas o explícitas- del poder de Washington, y los que quieren «reconvertir» el gobierno de Trump en un instrumento más fiable de los intereses de la burguesía monopolista y de la superpotencia. El sector más pragmático, entre los que se encuentra el asesor económico (y ex-Goldman Sachs) Gary Cohn ha tenido numerosos choques con Bannon y sus hombres. La llegada del nuevo jefe de gabinete, el general John Kelly, ha sido, según diversos medios, la estocada final que ha precipitado la defenestración de Bannon.
Tampoco es que Bannon sea un ‘outsider’. Ha sido también un hombre de Goldman Sachs, militar y productor de Hollywood. Pero su extrema orientación política, poco dada a los compromisos con otros sectores de la clase dominante, han hecho de él unos pantalones demasiado rígidos -¿o demasiado chillones?- para el presidente.
La salida de Bannon es la última -y seguramente más significativa- de una cascada de ceses, que dejan muy cambiada la faz del equipo presidencial original, cuando hace sólo ocho meses Trump entró en la Casa Blanca. Por el camino han dimitido -o han sido cesados- hombres de la máxima confianza de Trump como Michael Flynn, quien fuera consejero de Seguridad Nacional; Reince Priebus, exjefe de gabinete; así como Sean Spicer, exportavoz. Poderosas fuerzas tienen que estar actuando para que haya ocurrido semejante «poda» en el equipo de gobierno de la nación más poderosa del mundo.