Si hay dos ejes rectores de los gobiernos de Evo Morales , esos son la recuperación de las fuentes de riqueza de Bolivia -para ponerlas al servicio del desarrollo del país y de la mejora de las condiciones de vida del pueblo- y la defensa de la soberanía nacional, en alianza con los gobiernos progresistas del frente antihegemonista latinoamericano, frente a la intervención de Washington y otras potencias imperialistas. Dos lineas maestras indisolublemente unidas.
Ganar el gobierno le costó al MAS (Movimiento al Socialismo) décadas de luchas populares, obreras e indígenas contra los diferentes gobiernos títeres de la Casa Blanca. Pero en diciembre de 2005, en unas elecciones con una participación record del 84%, la movilización de las masas populares daba la presidencia al histórico lider cocalero, Evo Morales, que conformó un gobierno con fuerte protagonismo de intelectuales de izquierda, mujeres, mineros, campesinos, sindicalistas e indígenas.
El primer gobierno de Evo Morales comenzó su andadura decretando la nacionalización de las enormes reservas de hidrocarburos bajo el subsuelo del país, explotadas a precio de saldo por corporaciones extranjeras, y concede 6 meses a las multinacionales para acordar nuevos convenios favorables a los intereses bolivianos. Al año siguiente, Evo Morales y Lula da Silva firmaron acuerdos por los que la petrolera estatal brasileña Petrobras multiplicaba sus inversiones en Bolivia hasta los 1000 millones de dólares.
«La redistribución de la riqueza en Bolivia ha sido posible por un gobierno que ha tomado como brújula la defensa de la soberanía nacional»
Con los hidrocarburos nacionalizados y un PIB creciendo por encima del 5,5%, el gobierno de Morales ha podido financiar ambiciosas políticas sociales. Reduciendo la pobreza extrema a menos de la mitad en sólo una década (del 38,2% al 18,8%), multiplicando por 4 las exportaciones, controlando la inflación y presentando reapreciación de la moneda nacional y superávit fiscal. Logrando, en el que antes fuera el país más subdesarrollado del continente, una cobertura de pensiones para el 95% de los ancianos, contruir 68.000 viviendas sociales o el acceso a la energía eléctrica para el 85% de la población. Desarrollando los derechos y los mecanismos de participación democrática de los indígenas y las clases poplares.
La redistribución de la riqueza en Bolivia ha sido posible por un gobierno que ha tomado como brújula la defensa de la soberanía nacional, la del propio país y la del conjunto de América Latina.
Enfrentándose a la injerencia e intervención de la embajada norteamericana de la Paz, y expulsando al embajador, a la DEA y a sus tramas golpistas. Respaldando -junto a gobiernos como el de Hugo Chávez, Correa, Lula o los Kirchner- la creación de Mercosur, el ALBA o la CELAC, organismos internacionales de integración latinoamericana en contraposición a los impulsados desde Washington. Estableciendo múltiples puentes diplomáticos, económicos y comerciales con diversas potencias emergentes y países del tercer mundo, desde China o Irán a otros países árabes y asiáticos.
Diez años donde Bolivia ha cambiado su situación social y su colocación en el tablero global. Diez años que son un ejemplo para todos los pueblos del mundo.