Nuevo récord en el precio de la luz

Destripando el atraco eléctrico: el pollo a precio de bistec

Como si de los Juegos Olímpicos de Tokio se tratara, los gigantes de la electricidad del Ibex 35 -Iberdrola, Endesa, Naturgy, EDP y Repsol- parecen conjurados a batir cada mes un nuevo récord, a traspasar una nueva frontera en el atraco contra nuestros bolsillos. La factura de la luz ha marcado un nuevo máximo histórico superando los 100 euros por megavatio. Las razones de esta galopante subida no son ni

Hoy 21 de julio, el precio de la luz alcanza su máximo histórico, superando los 100 euros por Megavatio/hora. Un nivel delirante en el permanente atraco al que un puñado de gigantes que un puñado de gigantes monopolistas someten al conjunto de la población, y que lejos de ser un fenómeno puntual, nos dicen que va para largo.

Y mientras tanto, ¿qué dice el gobierno de coalición «más a la izquierda de la Unión Europea»?. La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, dijo hace pocos días que el precio de la luz «seguirá en su línea», manteniéndose alto durante más meses. Y el ministro de Consumo y líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón, ha afirmado que el Gobierno está «monitorizando» el precio de la electricidad… «por si hiciera falta tomar medidas».

Cada mes, un nuevo récord en el robo a los bolsillos de los consumidores. Cada mes, el atraco se supera a sí mismo, con la complicidad de un poder político que diseña las reglas a la medida de los intereses monopolistas.

Con 106,57 euros/MWh de media, el precio de la luz ha alcanzado su máximo histórico, pero todo hace pensar que no ha tocado techo, y que antes de que acabe el mes el récord puede ser de nuevo triturado. La factura de la luz en España es -de largo ahora mismo- la más cara de Europa, y está muy por encima de lo que realmente cuesta generar la energía que nos venden.

Y mientras, el pequeño puñado de grandes empresas monopolistas del Ibex 35 -propiedad o mayoritariamente participadas por el capital extranjero todas ellas- llevan meses haciendo «el agosto al cuadrado» a costa del bolsillo de las familias, de las pymes y los autónomos.

En el primer trimestre del año, Iberdrola obtuvo 1.025 millones de euros; Endesa, 495 y Naturgy, 383 millones. Los tres grandes del sector sumaron algo más de 1.900 millones de euros en el primer trimestre. Beneficios, al menos en parte, fruto de los enormes márgenes de los que disfrutan estas eléctricas por el actual sistema de fijación de precios de la luz. Un sistema basado en una subasta en el que el precio lo fija la energía que más cuesta, que es la que utiliza el gas.

Con 106,57 euros/MWh de media, el precio de la luz ha alcanzado su máximo histórico, pero todo hace pensar que no ha tocado techo, y que antes de que acabe el mes el récord puede ser de nuevo triturado.

El pollo al precio de solomillo

El atraco es tan descarado, tan desvergonzado, que hasta los medios de comunicación generalistas tienen que hablar ya de los mecanismos que llevan muchos años permitiendo a Endesa, Iberdrola, Naturgy, EDP o Repsol, robarnos «legalmente» con la factura de la luz.

Así lo explicaba el periodista de la Cadena Ser, Aimar Bretos, en Hora 25, en una intervención que se ha hecho viral en las redes sociales. «Imaginen que ustedes van a la carnicería a hacer la compra de la semana. Compran un poco de pollo, que es barato; un poco de cerdo, que también; y para un día especial compran un poco de solomillo de ternera. Cortada la carne, van ustedes a pagar y el carnicero les dice: te lo cobro todo al precio del solomillo». “-¿Cómo?», diría usted, pensando que se trata de una broma. «Se lo voy a cobrar todo al precio de la carne más cara. Es lo que marca la ley», le dice el carnicero.

«Pues exactamente esto es lo que pasa con nuestro sistema eléctrico», dice Bretos. Hay varios tipos de energía, con diferentes costes de producción, pero los grandes monopolios nos la venden siempre al precio de la más cara.

Cada día, Red Eléctrica calcula cuánta electricidad va a hacer falta mañana en todo el país. A partir de ese cálculo, pide energía a las grandes empresas eléctricas, que la venden en una subasta. Hay 24 subastas, una por cada hora del día siguiente. Las eléctricas empiezan a ofrecer y hay algunos tipos de energía que son más baratas -las renovables, la hidroeléctrica o la nuclear, por ejemplo- y esas son las primeras que compra Red Eléctrica. Pero a veces, con los miles de megavatios que ofertan esas energías «baratas», no se llega para cubrir la demanda estimada… y entonces hay que comprar energías más caras. ´

La más cara es la de las centrales térmicas, especialmente las de gas. Primero porque hay que importar los hidrocarburos, cuyo precio no para de aumentar últimamente. Y segundo, porque estas centrales emiten CO2. Y para contaminar, y lanzar emisiones de efecto invernadero, los monopolios propietarios de estas centrales tienen que -por normativa medioambiental europeas- pagar una fuerte tasa… que repercuten en el consumidor, elevando el precio de la factura.

«Y aquí entra lo más perverso», subraya Aimar Bretos. «El sistema está montado de tal manera que toda la electricidad que se compre para una hora, se paga siempre al precio de la más cara», aunque la porción que se haya adquirido de la más cara para completar la demanda sea mínima. «¿Quién hace negocio ahí?», se pregunta el periodista. Pues ya se lo imaginan.

Si los propietarios de las centrales hidroeléctricas, que son instalaciones viejas y amortizadas, que producen de manera constante y sin grandes costes, ya iban a sacar enormes beneficios vendiéndolas algo por encima de su coste de producción, este mecanismo les permite vendernos esos miles de megavatios baratos, de «pollo», al precio de un «bistec de ternera».

«El sistema está montado de tal manera que toda la electricidad que se compre para una hora, se paga siempre al precio de la más cara»

Pero por si este mecanismo no fuera lo suficientemente estafador y escandaloso, hay más. «En algunas subastas por horas en las que no hace falta comprar la electricidad más cara, la del gas, porque basta con la hidroeléctrica, se está viendo que las grandes compañías ofrecen directamente la electricidad hidroeléctrica al precio de las del gas. Esto no es que haya pasado, es que está pasando hoy mismo. Ahora mismo, en 12 de las 24 franjas horarias, la energía más cara, a precios altísimos, era la hidroeléctrica, algo inexplicable».

Las subastas amañadas… no son el único mecanismo.

Más o menos la mitad del recibo de la luz viene establecido por esta subasta, que está controlada por los grandes monopolios eléctricos. Es una “subasta amañada”, controlada por las cinco grandes eléctricas -Endesa, Iberdrola, Naturgy, EDP o Repsol- pero en la que también participan los más importantes bancos y fondos de inversión mundiales (como Morgan Stanley, Goldman Sachs, Royal Bank of Scotland y Deutsche Bank) que actúan como “intermediarios”.

Gracias a su control monopolista especulan inflando los precios muy por encima de su valor real, trasladando ese “sobrecoste” a los usuarios y enriqueciéndose con sus maquinaciones financieras.

Pero hay más. Otra quinta parte del recibo corresponde a “primas” (solares, eólicas, cogeneración..). Y otra sexta parte a “otras subvenciones” (entre las que figura las “anualidades del déficit” de tarifa). Estas “primas y subvenciones” se las llevan las eléctricas, pagadas con dinero público.

Un «déficit de tarifa» que no sólo es un embolado, sino un rescate encubierto a las eléctricas. Creado en 2002 bajo el gobierno de Aznar -y con la inaudita mentira de que pagamos la luz eléctrica por debajo de lo que cuesta generarla- ha servido para entregar a los monopolios eléctricos en torno a los 50.000 millones de euros en las últimas décadas.

“El 100% de los consumidores nos vamos a ver afectados por este macrotarifazo», denuncia Rubén Sánchez, portavoz de Facua. «Y desde luego hay consumidores que no están encendiendo el aire acondicionado».

Un robo legal, un regalo de dinero público a las eléctricas, que se ha mantenido en los gobiernos de Aznar, Zapatero, Rajoy… y en los de Sánchez.

Las consecuencias: atraco al bolsillo de todos… y más pobreza energética

Hace pocas semanas, un equipo de televisión grabó el interior de un domicilio en Cerro Amate, uno de los barrios más pobres de Sevilla y de España. Una señora enseñaba el termómetro dentro de su hogar: más de 30 grados. «Por las noches no baja de 25ºC, y es muy difícil dormir. Pero me da miedo poner el ventilador mucho rato. Una vez no pudimos pagar la factura y nos cortaron la luz varias semanas», explicaba.

Esta es la situación de quienes sufren pobreza energética, de quienes se ven obligados a poder comer y pagar el alquiler o la hipoteca… y poder encender la calefacción en invierno o el ventilador en verano. Una situación que sufren entre el 10 y el 12% de los hogares españoles.

«Aunque la mayoría de usuarios no va a arruinarse por pagar más, esta factura supone un abuso para todos. El 100% de los consumidores nos vamos a ver afectados por este macrotarifazo», denuncia Rubén Sánchez, portavoz de Facua. «Y desde luego hay consumidores que no están encendiendo el aire acondicionado».

La organización de consumidores Facua, que realizó decenas de concentraciones de protesta en una veintena de ciudades la semana pasada, es muy crítica con el gobierno. «Están dando una imagen bastante lamentable», ha criticado Rubén Sánchez. «Habría que haber intervenido hace bastante. Hay que cambiar las reglas del mercado y cambiar esas subastas. No entendemos la lentitud del Gobierno al tomar medidas y empezamos a temernos que es que no tiene medidas y que espera a que el precio ya bajará».

¿Y qué hace el gobierno?

En junio, el gobierno bajó temporalmente, hasta final de año, el IVA de la luz -que siendo un insumo básico donde los haya, se pagaba como un artículo de lujo- desde el 21% al 10%. También suspendió el impuesto a la generación eléctrica por tres meses.

Apenas parches, pobres remiendos. Pero el atraco monopolista está siendo tan feroz, que se ha comido el poco «alivio» que estas medidas han generado en la factura.

Las declaraciones de los ministerios implicados denuncian por sí mismas la intolerable pasividad, cuando no la complicidad, del gobierno de coalición en este atraco contra el 90% de la población. Teresa Ribera, vicepresidenta cuarta y ministra para la Transición Ecológica, ya dejó claro hace unas semanas que el precio de la luz se va a mantener alto en los próximos meses. La ministra justificaba que «el aumento del nivel de ambición de la UE» en frenar con tasas las emisiones de CO2, estaría detrás del aumento del precio del gas, y por ende de la electricidad. Mientras millones de consumidores son saqueados por un puñado de monopolios, la ministra del PSOE nos habla de impersonales «razones de mercado».

Parece que hay una ley no escrita para cualquier gobierno, sea de derechas o de izquierdas. Dice así: «No se puede tocar un solo euro de los beneficios de las eléctricas». Así que no hay otro camino que atreverse a violarla, que decidirse a transgredirla.

Pero mayor indignación han levantado las palabras de Alberto Garzón, ministro de Consumo, quien -como líder de Izquierda Unida- debería encabezar una postura beligerante ante este atraco. Por el contrario, Garzón ha dicho en rueda de prensa que el alza en el precio de la energía que, en su opinión, se explica por «razones y factores internacionales» y que apuntan a que ese mercado «va a seguir estando muy tensionado en los próximos meses». Ha recordado que el gobierno ya adoptó medidas «extraordinarias» bajando los impuestos de la electricidad, y ha asegurado…que están «monitorizando» el precio de la luz… «por si hiciera falta tomar medidas».

Cortocircuitar a los electrocutadores

Parece que hay una ley no escrita para cualquier gobierno en España, sea de derechas o de izquierdas. Dice así: «Nunca, jamás, de ninguna manera y en ningún grado, se puede tocar un solo euro de los beneficios de las eléctricas».

Ningún gobierno, ni del PP ni de coalición progresista, se ha atrevido a trasgredir esta línea roja, a poner «el cascabel al gato» de los intereses de Endesa, Iberdrola, Naturgy, EDP y Repsol, grandes empresas participadas por los grandes bancos españoles y propiedad del gran capital extranjero. Es como un tabú, algo que «no debe ni puede pensarse».

Así que no hay otro camino que atreverse a violarla, que decidirse a transgredirla. Para que la inmensa mayoría ganemos, para que las clases populares podamos librarnos de este atraco perpetuo a nuestros bolsillos, hay que expropiar a los expropiadores. Hay que lesionar sus intereses, hay meter mano en su insultantemente abultada cuenta de beneficios. Hay que redistribuir la riqueza y cortocircuitar sus obscenas ganancias.