En un ejemplo más de la práctica habitual del nacionalismo étnico de utilizar la legalidad cuando le beneficia y cuando no es así saltársela, el Departamento de Cultura del Gobierno vasco bajo el dominio de Ibarretxe y sus adláteres hizo una convocatoria de subvenciones por un millón de euros, en marzo de 2008, «para competiciones deportivas de carácter internacional y actividad de divulgación deportiva». Pero ha fracasado por sentencia judicial. El problema no son las competiciones deportivas. El problema es la utilización del deporte por el nacionalismo étnico para llevar adelante sus objetivos disgregadores.
El Tribunal Suerior de Justicia del País Vasco (TSJPV) ha admitido mediante un fallo el recurso en defensa de las competencias estatales que había interpuesto la Abogacía del Estado contra la citada convocatoria que buscaba arteramente “legalizar” la participación de las selecciones deportivas vascas en competiciones internacionales, siguiendo en el ámbito deportivo los planes disgregadores de la camarilla nacionalista étnica de Ibarretxe y compañía en contra de la legalidad constitucional. El problema no es que existan selecciones deportivas autonómicas. El problema es que se las quiera convertir en selecciones “nacionales”. Que en el caso del régimen étnico en el País Vasco se ha extendido más allá del futbol y ha llegado a afectar a las federaciones vascas de rugby, de juegos y deportes vascos, de balonmano, de deportes de invierno, de taekwondo, de bolos, de halterofilia, de karate, de hípica, de ciclismo, de surf y a la de pelota; y a entidades como el Club Deportivo Basket Bilbao Berri y a la empresa Hipódromos y Apuestas Hípicas de Euskadi. Deporte sí, etnia no.