La cultura ante la invasión de Ucrania

De vetos al arte y botas militares

Junto a lo más irreparable de las guerras -las vidas perdidas- la cultura también está en peligro. Los más amenazados y a los primeros que hay que proteger son -obviamente- la cultura y los artistas ucranianos. Pero ¿debe vetarse la cultura y los artistas rusos para condenar esta guerra imperialista?

«No poder escribir es lo mismo que ser enterrado vivo», Mijail Bulgákov (Kiev 1891- Moscú 1940).

La primera cultura que está sufriendo es la ucraniana. ¿Dónde están hoy la pintura y los escritores ucranianos, su música y sus artistas? Movilizados en la guerra, en el frente o las ciudades. Con el fusil al hombro o en tareas de intendencia, conteniendo al invasor. Poetas ucranianos, todo lo que podría ser vuestro está en riesgo de dejar de existir: ni templos de arte, ni jardines de música, ni poesía.

.

¿Amputar el arte para condenar la guerra?

Derribar la estatua pública del escritor ruso Dostoievski. Esa fue la petición recibida por el alcalde de Florencia a través de un conciudadano, a los pocos días de que el ejército ruso de Putin invadiese Ucrania. Simultáneamente, la universidad de Milán ordenaba anular un curso sobre Dostoievski. Iniciada la invasión imperialista de Putin contra Ucrania, se han sucedido medidas parecidas por Europa respecto al arte y la cultura rusa bajo el mismo pretexto: “debemos solidarizarnos con Ucrania y hacer boicot a Rusia”. Francia ha suspendido cualquier acto cultural vinculado con entidades oficiales rusas. En Atenas y Madrid se han cancelado la representación de El lago de los cisnes y del Teatro Ballet Bolshoi.

Aún más ejemplos cercanos, la Filmoteca de Andalucía retiró de su programación la película Solaris de Andréi Tarkovski. La medida es fruto de la decisión de la Academia Europea de Cine que ha excluido a las películas rusas de los premios de 2022. El Ministerio de Cultura y Deporte español instó “a la suspensión y cancelación de los proyectos e iniciativas en curso con la Federación Rusa”, así como las previstas o pendientes de iniciarse. Es decir, excluir todo lo vinculado al gobierno de Putin y las ayudas públicas rusas. De momento, los festivales de cine más relevantes de Europa, como Cannes y Venecia, se inclinan por criterios de veto muy similares, pero la realidad es que la mayoría de películas y producciones rusas tienen financiación pública lo que les supone un cierre total.

¿Vetar la cultura rusa para condenar la guerra?

El cine español pide la paz y la palabra

Ante esta cuestión, el Festival de San Sebastián, 70ª edición en septiembre, ha dado un paso al frente mediante un comunicado oficial. Primero, condena la “intolerable agresión” de Rusia. Segundo, afirma: “Nuestros procesos de selección evalúan las obras cinematográficas de manera individual, nunca en función de la nacionalidad”. Y tercero, defiende que “No podemos hacer responsable a la ciudadanía de un país de las decisiones de sus gobiernos. En muchas ocasiones, como ocurre con miles de rusos que se están manifestando en contra de la guerra”. La declaración del festival internacional vasco ha sumado rápidamente apoyos desde festivales de nuestro país. Una muestra el “Humans Fest” y su directora Majo Siscar: “el arte es una manera de disentir, y en Rusia así se ha hecho históricamente tanto desde el cine como desde la literatura”. Los vetos a la cultura rusa debilitan el papel del arte en todo el planeta como parte del clamor contra la invasión de Ucrania. ¿Se imaginan acaso censurar el masivo “No a la guerra” de Irak encabezado por el cine español por la participación directa de Aznar?

La cultura rusa grita: ¡No en mi nombre!

Varios artistas rusos, como Alexandra Sukhareva y Kirill Savchenkov, renunciaron a representar a su país en la Bienal de Venecia. «No hay lugar para el arte cuando los civiles están muriendo bajo el fuego de los misiles, cuando ciudadanos de Ucrania se están escondiendo en refugios, cuando manifestantes rusos están siendo silenciados”.

La cadena de televisión independiente rusa TV Dozhd, también conocida como TV Rain, ha sido censurada y forzada a cerrar sus emisiones. En su último plano cerraron la emisión con un sonoro «No pasarán» y «No a la guerra». Pero hay mucho más. El artista ruso Kirill Savchenkov anunció que renunciaba a representar a su país en la Bienal de Venecia, la gran cita internacional del arte contemporáneo: “No hay nada más que decir, no hay lugar para el arte cuando los civiles están muriendo bajo el fuego de los misiles, cuando ciudadanos de Ucrania se están escondiendo en refugios, cuando manifestantes rusos están siendo silenciados”. No ha sido el único, la creadora rusa Alexandra Sujareva y el comisario artístico del pabellón ruso para la Bienal, Raimundas Malasauskas renunciaron igualmente. Las voces internas procedentes del mundo de la cultura han ido creciendo y mostrando radicalmente su rechazo a la guerra públicamente.

‘No se puede trabajar para un asesino y recibir un salario de él’

Especialmente relevante es el manifiesto de rechazo a la guerra firmado por grandes figuras rusas: los directores de los icónicos teatros Bolshói de Moscú y Alexandrinsky de San Petersburgo, junto con otros importantes artistas como el violinista Vladímir Spivakov o el actor Oleg Basilashvili. Además han llegado a paralizar su actividad dentro de Rusia como acción de protesta. El principal museo de arte contemporáneo de Rusia, Garage, anunció con un comunicado su cierre laboral para exigir que “la tragedia política y humana que se está desarrollando en Ucrania termine”. La directora del teatro estatal Meyerhold de Moscú, Elena Kovalskaya, dimitió a las pocas horas de iniciarse la invasión contra Ucrania: “No se puede trabajar para un asesino y recibir un salario de él”.

Ajedrez, desde Rusia contra el invasor

Despedida del canal ruso TV Rain, de línea contraria a Putin y a la guerra, con un ‘No pasarán’

La élite del ajedrez ruso ha firmado una carta abierta a Putin contra la invasión de Ucrania. “Somos contrarios a cualquier acción militar en el territorio de Ucrania y llamamos a un alto el fuego inmediato y un desenlace pacífico del conflicto por el sendero del diálogo y las negociaciones diplomáticas”. Hasta el momento son 44 ajedrecistas rusos los que han firmado, entre ellos el actual subcampeón del mundo, Ian Niepómniashi, y la ex campeona del mundo Alexandra Kosteniuk. Más de veinte ajedrecistas rusos están entre los cien mejores del mundo actualmente. A destacar también entre los firmantes: el 8 veces campeón de Rusia, Péter Svídler; el director técnico de la Federación Rusa de Ajedrez, M. Glujovski y su entrenador jefe M. Kobalia o la jefa de prensa, E. Kublashvili.

La élite del ajedrez ruso ha firmado una carta contra la invasión

Un acto valiente que implica un grave riesgo para todos ellos: perder el trabajo, ser expulsados de la universidad, o enviados forzosamente con el ejército ruso al frente de Ucrania. Según Leontxo Garcia, el mayor divulgador del ajedrez en España y periodista especializado, la lista real es todavía mayor: están quienes piensan así y no se atreven a decirlo, pero también quienes no han podido firmar por razones técnicas pero han hecho declaraciones inequívocas en el mismo sentido. Una gran rebelión de las mayores figuras de un deporte histórico y aclamado en Rusia.

El ajedrez es todo un símbolo de la propaganda rusa, icono cuidado con esmero para defender la imagen del país que ahora se revuelve significativamente como cierra su carta: “contra un dolor insoportable ver la catástrofe que afecta estos días a nuestra gente”. Rusia, no es Putin. Y para los rusos, los ucranianos son hermanos. A todos ellos que en Rusia se enfrentan a penas de prisión y se arriesgan por oponerse, como nosotros, a la invasión de Ucrania en solidaridad con el pueblo ucraniano: nuestro reconocimiento.

Rusia no es Putin. Y para los rusos, los ucranianos son hermanos’

La escalera de Odessa contra Putin

Escena de escalera de Odessa en «El Acorazado Potemkin», una de las secuencias más dramáticas de la historia del cine

“El Acorazado Potemkin” cambió en 1925 la concepción del lenguaje del cine para siempre y figura en primer lugar entre las diez mejores películas de la historia. Su autor, Sergei Eisenstein, lituano, rodó en ella la escena de la matanza en la escalera de Odessa por las tropas zaristas. Seis minutos, plano a plano, para simbolizar la tremenda represión contra el pueblo y su rebelión. Seis minutos de secuencia inventada por Eisenstein que calan golpe a golpe en lo más hondo de la sensibilidad de todos los públicos. Seis minutos con cientos de imágenes poderosas y punzantes, trágicas y duras, absolutamente emocionantes. Tan auténticas y profundas como la más real de las denuncias ante las atrocidades de la actual invasión imperialista contra Ucrania. Tal vez esos seis minutos, quizás los más plenos de la historia del cine, deberían ser hoy parte del clamor en cada plaza, teatro, cine y actividad cultural para gritar: ¡Fuera las tropas de Putin de Ucrania!