Cumbre del clima de Bonn

De los acuerdos a los hechos…

… hay mucho trecho. En Bonn no se han dado pasos concretos para aplicar el Acuerdo de París, apenas se han tomado decisiones y eso ya es un retroceso.

La cumbre del clima de París de 2015 se marcó un objetivo a largo plazo, que todos los países firmantes fueran reduciendo sus emisiones de gases de efecto invernadero para evitar que el aumento medio de la temperatura del planeta a finales de siglo superara los dos grados en comparación con el nivel preindustrial.

La cumbre del clima de Bonn (COP23), reunida en noviembre con 200 representaciones de países y organizaciones, no ha sido capaz de llegar a conclusiones que permitan aplicar el acuerdo firmado en París. Como un resumen de consolación se podría decir que en Bonn se ha continuado hablando de la necesidadde construir el Acuerdo de Paris, y no habido retroceso en ninguno de los temas tratados. Es decir, ha certificado que persiste la convicción, en la inmensa mayoría de la comunidad internacional, de la necesidad de la lucha contra el calentamiento global, a pesar de que la única superpotencia mundial, a través de la Administración Trump, haya anunciado su deserción.

La cumbre de Bonn ha trasladado la responsabilidad de dar pasos concretos a la próxima cumbre, a celebrar en la ciudad polaca de Katowice. Sin embargo, los avisos sobre los efectos del cambio climático aumentan y se aceleran, anunciando nuevo máximo en la concentración de CO2 en la atmósfera. Greenpeace denunció, durante la cumbre, que: “Hablar no es suficiente. Nos falta la acción. (…) Aferrarse al carbón o la energía nuclear y desfilar como campeones del clima mientras no se puede acelerar la transición a la energía limpia no es más que mala fe”.«La contradicción que recorre las decisiones ante el cambio climático es quién va a pagar la factura»

Dejar de depender de los combustibles fósiles es un objetivo especialmente difícil, dado que es la fuente principal para generar la energía que mueve la economía mundial. Existe actualmente la alternativa de las energías renovables, basadas en el sol, solar, y el viento, eólica, aunque también se están investigando y desarrollando sistemas de almacenamiento de electricidad que eviten la dependencia del viento o de las horas de insolación.

Por ello, uno de los principales obstáculos en las negociaciones habidas en Bonn es la financiación que los países industrializados van a dedicar para permitir que los países en vías de desarrollo se vayan adaptando ante al calentamiento global. El problema se ha agravado con el abandono de EEUU, cuya Administración Trump ya ha avisado que no pagará su aportación al llamado Fondo Verde de la ONU. En la cumbre de Copenhague de 2009 se decidió que los países industrializados aportarían 100.000 millones de dólares anuales a partir del año 2020, eso sí, sin concretar su aplicación.

De hecho, en Bonn los países en vías de desarrollo han pedido a los países más industrializados que informen con dos años de anticipación la cantidad de dinero que van a aportar y el ritmo de entrega, para así conocer de qué fondos podrían disponer. Ante la salida de EEUU, que no será efectiva hasta el año 2020, los países en vías de desarrollo tienen serias dudas sobre las garantías de financiación de los países más industrializados.«Si la transición a la energía limpia se hace a costa de los beneficios empresariales y de potencias imperialistas, o del sufrimiento de los pueblos y países en vías de desarrollo»

Porque las contradicciones que recorren las decisiones ante el cambio climático consisten en que si la transición a la energía limpia se hace a costa de los beneficios de unos u otros monopolios empresariales y de unas u otras potencias imperialistas -benéficos obtenidos en el pasado y en el presente-, o a costa del sufrimiento de los pueblos y países en vías de desarrollo, de quién va a pagar la factura.

Incluso en los mismos países industrializados existen tales contradicciones. En España también. El borrador de real decreto sobre el cierre de centrales que prepara el Gobierno refleja los dos aspectos de la contradicción -Iberdrola ha anunciado su intención de cerrar dos centrales de carbón-. Condiciona el cierre a que no genere un incremento de los costes eléctricos de hogares o empresas, o un problema de desabastecimiento energético. Estos criterios, en la práctica, dan continuidad al carbón, dado que su precio es menor, por ejemplo, que el gas.

Por ello, cada plazo para cerrar producción contaminadora debe supeditarse al plazo para generar producción limpia -que no suba el coste energético real para la población del país- y para generar producción alternativa que sustituya a los puestos de trabajo destruidos y así no generar paro con los cierres.